18.11.08
LO RARO Y LA FICCIÓN
Lo que tienen arriba es, probablemente, la más bella portada jamás realizada con el hipnotismo como tema. Y lo es por muchos aspectos que creo no hace falta detallar porque saltan a la vista. Procede del número de julio de 1954 del Fate Magazine y la he sacado de esta esplendorosa galería de portadas de una de las publicaciones decanas en temas paracientíficos y similares. Yo, como a estas alturas sospecharan los visitantes recurrentes, pertenezco al bando de los escéptico. Pero al mismo tiempo me supongo un escéptico un poco raro por influencia de Robert Anton Wilson (RAW) y por mi ánimo de recopilador a lo Charles Fort (aunque mi objeto de estudio sea otro bien diferente). Lo digo porque aunque no creo en las mamarrachadas de Lo Oculto y lo Ufológico (y todos los etcéteras), sí tengo claro que el mundo es un lugar raro, raro, raro. Ya saben, RAW afirmaba que la normalidad es una abstracción matemática y Fort anotaba que a veces llueven ranas.
He pasado un par de horas maravillosas recorriendo las portadas de Fate. Como decía, revista decana en estas cosas y fundada en 1948 por Curtis Fuller y Ray Palmer, que al mismo tiempo era por entonces el editor de la clásica cabezera pulp fantacientífico Amazing Stories. Y ahí está el vínculo clave al que quería llegar. Que sea escéptico no quiere decir que rechace el tipo de publicaciones que siguieron la estela de Fate Magazine, que lucía un subtítulo tan hermoso como True Stories of the Strange, The Unusual, The Unknown. El vínculo es importante porque en muchas ocasiones este tipo de literatura, que en los años 60s recibiría el contradictorio adjetivo de "realismo fantástico" (a raíz del éxito de El retorno de los brujos) es pariente directo (quizás hija bastarda) de la fantasía pulp; o lo que es lo mismo, una hábil variante que toma forma de No Ficción. Y ya saben que la No Ficción es subjetiva: que los documentales muestran la realidad pura es una patraña tan gorda como leer el futuro en bolas de cristal.
La humanidad necesita ficciones; no diré que como parte de las necesidades primarias, pero casi. Y en cambio es algo que no verán (ni encajarán) en la Pirámide de Maslow de las necesidades humanas. Mediten al respecto. Al fin y al cabo el estímulo de la fantasía puede hacernos libres, pero también llevarnos a algo tan peligroso como es la fe, que no deja de ser un instrumento de control de la sociedad borderline tan o más útil que el miedo (y de explosiva combinación). Pasa lo mismo con un concepto, más maslowiano, como es "el trabajo", así que no pongan caras raras. Una de las subtramas clásicas del Blog Ausente es aquella que nos lleva de la frase hecha "la realidad supera a la ficción" a otra mucho más divertida como es "la realidad imita a la ficción". La vida podría no ser gris, pero las estructuras sociales (o políticas o de dominación, pongan ustedes lo que quieran) la vuelven de tonos opacos, así que necesitamos darle color, y una vía relativamente tosca pero efectiva es pensar en cosas como los platillos voladores, las conspiraciones o la combustión espontánea, o de manera más minimalista en cosas tan cotidianas como el "estoy un poco loca porque soy piscis". Y eso los editores de Fate lo tenían muy claro.
En su primer número, aparecido en marzo de 1948, llevaban al papel un subgénero hoy ya clásico: los misteriosos platillos volantes. Y lo hacían con un texto escrito en primera persona por Kenneth Arnold, que pasará a la historia por haber sido el primer avistador de OVNIS, justo un año antes. Que la ufología iniciara su recorrido en una revista hermana de la ciencia ficción pulp no debería pasarnos por alto, pero tampoco deberíamos despreciar al subgénero por ello. Visto ahora me parece de una preclaridad casi posmoderna. Se vestía la ficción fantástica con aspecto de reportaje periodístico, cosa que emparenta directamente con los falsos documentales o con el uso de la telerrealidad en las películas de terror. Además, el espíritu exploit está presente, y se agita el cóctel con todo tipo de condimentos: desde la antropología a las jamonas en portada, sin olvidar el exotismo (que es cosa que históricamente siempre ha tirado mucho en las sociedades decadentes) o el ánimo amarillista (que ya estaba en la prensa de masas con Jack el Destripador y que alcanzará sus máximo pOp en News of the World).
Como les digo, repasar las portadas de Fate ha sido gozoso por esa combinación de ilustración pulp (que en Fate se acaba con los 50s) y titulares ciertamente explosivos: de los misterios del baile Hula de los Mares del Sur a la existencia de niños con rayos x en los ojos, pasando por mensajes de Houdini desde el Más Allá, las visiones de Tesla y Edison ( que siempre tira mucho porque el inventor del pasado es el científico de hoy), advertencias de un futuro que habría que recuperar de alguna manera (un ejemplo: The Negro Tomorrow’s America en el número de mayo de 1949), preguntas como ¿Son los irlandeses judíos?, ¿Puede tu perro leer tu mente? o ¿Puede la bomba atómica provocar cambios climáticos?; a todo ello hay que sumar sobredosis de exotismo (que llega a poner a Yma Sumac en portada): de Ishtar a Baal y todo tipo de ritos paganos, etruscos, babilónicos, sumerios, etc etc.; obviamente con clásicos como las colonias perdidas de vikingos o la enumeración de todas las tribus y etnias que pudieron descubrir América tropecientas veces antes que Colón, y toda costumbre que hoy nos parece salvaje (y permite escarbar en los bajos instintos).
Tan sólo algunos apuntes más: primero, que no dejaban de lado el sentido común, pero desde perspectivas ciertamente bizarras, sólo así se entiende que en mayo de 1959 dieran como solución al problema del yeti la posibilidad de que se tratara de lamas tibetanos desnudos; segundo, y muy interesante, el establecimiento de lo que hoy conocemos como crossovers, ya que fueron varios los temas que saltaron de la ficción fantástica a la no ficción fantástica: primero, el famoso misterio Shaver, primer caso de saga de ciencia ficción que quiso reconvertirse en realidad, sirviendo de inspiración al segundo (y definitivamente triunfante) crossover: el caso de un escritor de ciencia ficción (que tenía como agente literario a nuestro muy querido Forrest J. Ackerman) que reconvirtió su obra en mesianismo religioso: estoy hablando de Ron Hubbard y la cienciología, que ya en octubre de 1951 aparecía en Fate con un artículo titulado Dianétics, one Year Later. Y para acabar de cerrar un círculo, en 1956 Fate ya aventuraba la llegada de la psicodelia con un artículo de portada dedicado a la mescalina como llave a una dimensión mágica. Como ven, definitivamente portentoso. Estoy seguro que un recorrido pausado por sus portadas y titulares estimulará la imaginación de cualquiera, que es de lo que se trata.
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