26.11.08

ENRIQUETA ME ESTÁ ARREBATANDO


Conocí la historia de Enriqueta Martí, la vampira del carrer Ponent, de la mano de Rubén Lardín en las páginas de El día del niño: la infancia como territorio para el miedo (Valdemar, Intempestivas, 2003). El relato de su historia, en el capítulo Ogros, una sacamantecas que secuestraba niños de familias humildes para convertirlos en pócimas que vender a la alta burguesía como remedio para la tuberculosis, me capturó en su momento pero la poca información disponible por entonces hacía difícil profundizar en el personaje. Hoy las cosas han cambiado, pero por lo que a mí respecta el texto de Rubén funcionó un poco como eje fundacional de la actual recuperación del sangriento personaje que asoló la Barcelona de principios del siglo pasado, y que permanecía en el olvido más allá de las referencias a su figura realizadas en algunos (pocos) libros sobre vampirismo (aquí uno) o en las páginas de la revista Karma-7 (según tengo entendido). Y lo es porque de lo que se trata es de sacar a Enriqueta de los territorios de la no-ficción pulposa y de derribo para llevarla a un lugar mucho más acogedor e interesante: la cultura pOp, y más cuando se trata de nuestra versión (en ciertos aspectos mejorada) de Jack el Destripador.

A Enriqueta la reencontré luego, aunque brévemente, en Mujeres Asesinas de Diego Ávila (Libro Hobby, 2005) (Diego os odia, por cierto, y tiene un maravilloso blog lovecraftiano al que quiero regresar en breve) y en un artículo de Pedro Costa publicado en El País hace casi tres años que es posiblemente el texto de referencia básico en internet, y al que les remito porque mi sintesis del caso inicial deja fuera inumerables detalles. Aconsejo, también, visitar la ficha de la wikipedia (transcrita con prisas de la catalana) y el tutubo del reportaje de Cuarto Milenio.

Recomiendo todas estas visitas porque, tras investigar las huellas del destripador en las páginas de la Hemeroteca de la Vanguardia, enseguida me he puesto manos a la obra con la vampira del carrer Ponent y ando recopilando noticias de manera casi compulsiva, rayando en la obsesión y sacando tiempo de cosas más importantes. Enriqueta me está arrebatando ya de manera definitiva. Además, son muchos los detalles: traspasa a lo crudo y real aquello tan metafórico del rico que se come al pobre, supone un caso de especial salvajismo y frialdad de asesinato de niños (particularmente horrible), estuvo envuelto de un secretismo institucional que da para mucho, se desconoce el número exacto de víctimas y el tiempo que duro su actividad, desvela las sombras de la Barcelona modernista (escándalos sexuales incluidos)... y son muchos los misterios que el paso del tiempo ha condenado al terreno de lo irresoluto. De hecho, si buscan por la red encontrarán que en determinados aspectos conviven versiones alternativas (sobre su muerte, sobre la desaparición de sus antecedentes delictios, sobre su vampirismo). Enriqueta debe formar parte de nuestro imaginario pOp, y salir de las tinieblas porque como barcelonés me parece triste el desconocimiento existente sobre su figura: somos, al fin y al cabo, hijos de nuestros cuentos de miedo.

A mi inmersión documental hay que sumar la lectura de La Mala Dona de Marc Pastor (La Magrana, 2008), buena novela cuya lectura, iniciada en un momento imposible, por fin he acometido como merece, es decir, aquí te pillo aquí te leo en un plis plás. Una reseña más detallada está al caer, junto a una visita guiada por el blog del escritor, ya que tiene material gráfico interesante (la imagen que preside esta entrada, por ejemplo). La Mala Dona es, por ahora, el último de una serie de libros recientes sobre el personaje: Los diarios de Enriqueta Martí (Pierrot, Mteditores, 2006) y El Misterio de la calle Poniente (Fernando Gómez Hernández, Huerga y Fierro Editores, 2007). Supongo que acabaré haciéndome con ellos más pronto que tarde. Y ahora les dejo. Debo regresar a la hemeroteca. Enriqueta me llama.

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