20.11.05

VIDAS AJENAS (XII)


Teófilo Paniagua "Paquito" nace el 4 de diciembre de 1892 a orillas del río Tajo. El detalle fluvial no es baladí pues marca parte de su vida. Hijo de una familia humilde, es la pesca la principal fuente de alimentación. Ya de muy joven, Teófilo se convierte en un experto pescador y dedica toda su vida a la captúra del salmón. A noches en vela preparando la caña, el moscardón, el carrete de hilo o el señuelo siguen intensas jornadas en el lecho del río, en contacto con la naturaleza. La vida de este buen hombre resulta tranquila y rutinaria, alejada del mundanal ruído, en parajes silvestres y rodeado de salmones durante más de 50 años. En 1950, a raíz de la fundación de Endesa, Francisco Franco, caudillo de España, inicia una gira por territorio nacional visitando aquellos lugares donde está previsto construir embalses. El destino quiere que una fría mañana de marzo el bajito general decida parar a pescar unos salmones en el lugar donde Teófilo se dedica habitualmente a ello. El encuentro es extraño: ambos son completamente idénticos. Teófilo captura un salmón tras otro mientras Francisco, un tipo adusto y antipático que no sonríe ni por casualidad, se queda a dos velas. Eso no es problema para que decida comprarle las piezas y hacerse una foto. Además, está el tema del sorprendente parecido. Resulta harto difícil distinguirlos, tan sólo un ligero rictus de mala leche en uno contrasta con cierto aire de bondad en el otro. Así, el generalísimo decide contratar a Teófilo como doble. A partir de ese momento, la vida de nuestro pescador de salmones da un giro radical. Pasa la mayor parte del tiempo dedicado a su afición, aunque rodeado de los flashes de las cámaras. También inaugura embalses, grandes infraestructuras y soporta aburridas horas presenciando desfiles. Esta última tarea le resulta algo ingranta y su mente se evade imaginando que es un salmón que asciende por el lecho fluvial para dejar sus huevos. Su parecido con el militar es tal que en una ocasión llega a hacer el amor, a oscuras, con Carmen Polo. La mujer no se da cuenta de la inmoral sustitución y su único comentario, entre jadeos, es "Ai, Paquito, cuchi cuchi, qué te pasa hoy, si sabes que no me gusta, ai, ai". En 1957, original y doble visitan la montaña de Montserrat ya que Francisco, gran aficionado a la nueva moda de la ufología, está convencido de que se va a producir una avistación de objetos voladores no identificados (O.V.N.I.). El suceso no sólo resulta ser cierto sino que alcanza el nivel de encuentro en la tercera fase. Francisco y Teófilo son abducidos y llevados a una de las naves. Allí son sometidos a todo tipos de experimentos, aunque los extraterrestres parecen tener una especial predilección por introducir, continuamente, sondas y tubos por el recto de los dos humanos. Cinco meses más tarde, en octubre de 1957, Teófilo es puesto en libertad mientras el generalisimo se queda allí. Justo antes de abandonar la nave espacial se gira para contemplar, por última vez, el rostro de su doble. La imagen la recordará el resto de su vida: una enorme y gruesa antena se disponía a penetrar, por enésima vez, en el ya dilatado ano de Francisco mientras una extraña máquina succionaba líquidos amarillentos del pene. El rostro del militar reflejaba una felicidad sin igual e incluso le dedicó un guiño complice al pescador de salmones. Una vez liberado, Teófilo se hará pasar por el dictador y ocupará el lugar de jefe del estado. Impulsa la creación de miles de vivientas de crédito oficial, aleja a los falangistas del poder y comienza a contratar universitarios católicos para que tomen las riendas de la gestión económica del país. El antes pescador de salmones se dedica, a partir de entonces, a realizar intensas giras para poder saludar a sus nuevos súbditos desde los balcones de los ayuntamientos. La llegada de la televisión es una nueva fuente de alegría y felicidad. El discurso que se retrensmite todas las Navidades es el momento más esperado por Teófilo, cuya voz aflautada se convierte en toda una comentada característica, haciendo olvidar la mucho más ronca y descreída del desaparecido militar. Lo único incómodo de su nueva tarea es que de vez en cuando se ve obligado a firmar alguna que otra sentencia de muerte, aunque su carácter jovial le impulsa a hacerlo siempre de manera alegre y desenvuelta. Teófilo Paniagua muere, tras un largo coma clínico en el que sueña ser un salmón, el 20 de noviembre de 1975, hace hoy treinta años, tras casi 20 de inmensa dicha. "Cuando veo al rey Juan Carlos I desear una feliz navidad a todos los españoles siento una enorme envidia y a veces me pregunto si a Paco aún le están metiendo cosas por el culo" es el mensaje que, desde el Más Allá, desea enviar a los internautas de habla hispana.

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