11.11.05

ENVIADO ESPECIAL : XVI Semana Internacional de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastian

Al igual que Alfred Hitchcock, El Blog Ausente también tiene su ¡Enviado Especial! Pues sí, apreciados lectores. Como si esto fuera un medio informativo por todo lo alto, me enorgullezco en presentar a Juan Carlos, nuestro enviado especial a la XVI Semana Internacional de Cine Fantástico y de Terror. Colaboraciones externas había habido un par hasta la fecha (una receta culinaria de doña absenta y un par de fotomontajes del señor Scari Wo) pero una crónica especialmente escrita para este lugar y por un periodista acreditado especialista en cine fantástico y de fama internacional (especialmente en Francia) es algo inaudito y sin igual. Juan Carlos es un buen amigo al que no pude saludar en Sitges este año y aún así, fíjense ustedes que detalle para con nosotros. ¡Mil Gracias! Y ahora les dejo con su ágil repaso del certamen donostiarra de este año.




San Sebastián 2005
XVI Semana Internacional de Cine Fantástico y de Terror


Si la irreverencia suele llegar desde oriente, el clasicismo normalmente lleva nacionalidad norteamericana. Aparte las Fightplan (2005), de Rober Schwentke (que visitó hace un par de años la Semana con su opera prima, Tattoo), y la sensacional The Exorcism of Emily Rose (2005), de Scott Derrickson, la delegación yankee cerró el evento con la inédita An American Haunting (2005), de Courtney Solomon, una cinta que narra los terribles incidentes acaecidos hace casi doscientos años cuando un gobierno admitió que un espíritu había matado realmente a un hombre. Lo cierto es que el ritmo es considerable y la historia, en la línea clásica de los relatos de fantasmas, mantiene la tensión continuamente pero el final, ay, el final… ¡Qué manía se tiene últimamente de naturalizar lo que se revela como sobrenatural!



No ocurre lo mismo con 2001 Maniacs (2005), de Tim Sullivan, remake del clásico de Hershell Gordon Lewis con un Robert Englund en plan maestro de ceremonia que llena por sí solo la pantalla. Respetuosa con el original y tan descomedido y grotesco como aquel: un divertimento sin más, ni menos.




Como país anfitrión, España casi siempre decepciona, las cosas como son. Este año, la poca calidad aparece en nombre de La monja (2005), de Luis de la Madrid, antiguo montador de The machinist o El espinazo del diablo y que, de la mano de la Fantastic Factory, debuta aquí como director, con muchos fallos en el material argumental (el espíritu de un monja que se venga de sus asesinas en plan “Sé lo que hicisteis hace 18 veranos”) que debe poner en escena, pero con un gusto por la agilidad narrativa digna de elogio. También de la Fantastic Factory nos llegó Beneath Still Waters (2006), la última producción para la firma catalana de un Brian Yuzna, evidentemente agotado de ideas, que tomará nuevos caminos profesionales a partir del 2006 lejos de tierras ibéricas. Con mucho la peor película de la Fantastic Factory de estos años y que con un poco de suerte pasará la criba del directa para video. El resto de la delegación española, irrisoria e impertinente, agradecerá el favor de ahorrarnos los comentarios. Afortunadamente, salva la papeleta buena parte del último Cine Español Fantástico y de Terror (1984-2004), objeto de la selecta retrospectiva que todos los años ofrece el festival.



Despuntó repentinamente la producción franco-belga Ordinary man (2004), de Vincent Lanoo, que cuenta cómo un señor normal, llevado por un momento de crispación y violencia, puede acabar con la vida de otro hombre y secuestrar a la mujer que lo acompaña y alojarla en el maletero de su coche. Ésta terminará acostumbrándose al acogedor cubículo del Mercedes del buen señor, en lo que se convierte en el más desatado y romántico de los síndromes de Estocolmo conocidos hasta el momento.



Mucho más estrambótico es el desarrollo y desenlace de la japonesa Survive Style 5+ (2004), de Gen Sekiguchi, de la que honestamente no se me ocurre qué contarles. Surrealista y divertida a partes iguales, intenten por favor no perdérsela. Que además recibiera el premio del público es un factor siempre a tener en cuenta. Mucho más comprensible es la otra cinta que nos viene del país del sol naciente: One Missed Call 2 (2005), de Renpei Tsukamoto. Típica reconstrucción de fantasmas del pasado más que resentidos que quieren ajustar cuentas con los ciudadanos del presente. Como en la primera parte, una llamada perdida en el móvil es el tétrico aviso del más allá que anuncia su próxima víctima. El caso es que no apagan el móvil ni muertos. Por su parte, en la tailandesa Shutter (2004), del impronunciable dúo Parkpoom Wongpoom y Banjong Pisanthanakum, la fantasma de turno utilizará la original propuesta de la fotografía para darse a conocer. Demasiado presupuesto invertido en carretes, negativos y fotos para tan pocos sustos, eso sí, bien dados.



Mucho más estimulante es la surcoreana Sympathy for Lady Vengeance (2005), de Park Chan-wook, presunto cierre de la personal trilogía del director sobre la venganza, iniciada por Sympathy for Mr. Vengeance y continuada elogiosamente por Old Boy. Esta tercera entrega es la menos inspirada pero aún así contiene momentos capaces de triturar la más granítica de las almas humanas. Venganza coral y familiar contra un asesino pederasta, es una obra con un calado moral tan ambiguo como comprensible.

Curiosamente, la alemana Antikörper (2005), de Christian Alvart, también nos presenta a un Serial Killer aficionado a los niños, capturado y entre rejas. Hasta donde se encuentra recluido viajará un policía local que investiga la muerte de una niña de su pueblo para entrevistarse con él y averiguar si es el asesino de la pequeña. Modesta pero narrada con oficio, no se dejen engañar por su lenta primera mitad: lo bueno tarda en llegar pero merece la pena. También es evidente que sin El silencio de los corderos, Antikörper ni siquiera existiría.



No existe probablemente un festival en el mundo que cuide la calidad de sus cortometrajes como San Sebastián. En esta ocasión descolló la valiente producción finlandesa de siete escasos minutos titulada Rare Exports Inc. (2003), de Jalmari Helander, pero no faltaron tampoco auténticas bellezas, como la alemana Der Beste (2004), de Arne Jysch y Rasmus Borowski, y rarezas inesperadas como The Fan and the Flower (2005), del incombustible Bill Plympton, fiel a su cita anual con un festival que ha sabido ver y reconocer siempre su inclasificable talento.

Pueden consultar la programación y el palmarés de este año en la página oficial del certamen.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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