1.2.08

LA IMPOSIBILIDAD DE WATCHMEN EN TRES MINUTOS (y en cinco, y en diez, y en ...)



Ahí arriba tienen el tutubo con mi aparición televisiva de anoche en L'hora del Lector. La primera vez que se ve mi rostro en el Blog Ausente (aunque ya corría por otros lugares y se me puede ver vía la webcam de la radio de cada martes). Tampoco es la primera vez que salgo por la tele, aunque de la última hacía mucho tiempo. Creo que el montaje visual con viñetas está chulo. Verme ahí, dentro del tebeo, me gusta. Otra cosa es cómo se recorta y recomprime todo lo dicho. Ojo, no es una queja, la tele es así, sólo dejo constancia de ello. Yo solté un rollo redactado con rapidez la noche anterior y luego me preguntaron un par de cosas (escena con mi personaje preferido y el significado del título). Por si quieren comparar, les dejo abajo el texto que escribí con prisas justo saber que al día siguiente debería decirlo ante la cámara. Lo he traducido al castellano y lo seguí batante al dedillo, con algún lápsus. Luego, la tele impone su férrea ley de tiempos. ¡Y gracias a Marina Espasa y al cámara, muy amables y simpáticos! ¡Y al Sr. Boix, claro!
Hace un par de años la revista Times publicó una lista con las cien mejores novelas de los últimos 80 años y allí podíamos encontrar el Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, la única listada que no era literatura en prosa sino un cómic, de la misma manera que fue el primer cómic ganador de un premio Hugo, el más conocido y prestigioso de la literatura de ciencia-ficción.

Watchmen se publicó por primera vez en 1985. Una serie limitada a doce tebeos de grapa mensuales, posteriormente recopilados en diversos formatos, que revolucionaron un subgénero como el de los superhéroes, tan divertido y despreciado a la vez. Un tratamiento oscuro, serio y verosímil de los justicieros enmascarados con un tratamiento narrativo brillante que demuestra las posibilidades de la historieta como lenguaje.

Watchmen es una ucronía distópica, ambientada a en los 80, en la que los EEUU ganaron Vietnam, no hubo Watergate, Nixon se ha perpetuado en el poder y donde la guerra fría parece abocar a una inminente guerra nuclear. También hubo justicieros enmascarados, obligados por ley a abandonar sus actividades de justicia paralela dada su impopularidad. La investigación del asesinato de uno de ellos, el Comediante, sirve de hilo argumental para descubrir las miserias, presentes y pasadas, de este grupo en retiro forzoso.

Conoceremos a Rorschach, que toma su nombre del famoso test psiquiátrico de las manchas de tinta, un justiciero trastornado y conspiranoico que todo lo ve en blanco y negro; Ozymandias, considerado el hombre más listo del mundo y quizás por ello convertido en un millonario ególatra; Buho Nocturno, que vive con frustración y conformismo su retiro; el fascinante Dr. Manhattan, el único con poderes sobrehumanos fruto de accidente atómico y verdadero eje de la ucronía; Espectro de Seda, heroína casi por obligación familiar y una mujer actualmente amargada; o el mismo Comediante, un cadáver muy presente gracias a numerosos flashbacks que lo describen como un sanguinario nihilista a sueldo del estado.

La narrativa gráfica hace de su lectura un placer. Bajo una estructura de viñetas fija de 3 paneles de 3 viñetas por página que sólo se rompe cuando la historia lo requiere, rechaza recursos clásicos como las onomatopeyas (el sonido de los cómics) o las líneas cinéticas, que marcan el movimiento dentro de la viñeta, porque éste último está plasmado en el tránsito entre viñetas, con un brillante uso de la cinemática entre ellas y de las acciones paralelas. La portada de cada número es un plano detalle de la primera viñeta que lo abre. Hasta encontraremos un capítulo de estructura simétrica, titulado “Aterradora simetría” en referencia a un verso de William Blake.

Y es que Watchmen, además, desborda detalles a cada página. El título de cada capítulo procede de una cita (Jung, Nietzche o Borroughs) que, completa, lo cierra y matiza. Está cargado de símbolos que se repiten: el Smiley manchado de sangre, el reloj que marca la hora final, el símbolo de la radioactividad. Incluso incluye un magistral cómic dentro del cómic, el Relato del Barco Negro. Dos secundarios importantes son un quiosquero y un adolescente que lee ese tebeo, una angustiosa historia de náufragos y piratas malditos. Un relato paralelo que da buena idea de la complejidad de los niveles de lectura Watchmen, un cómic que gana a cada relectura y que cambió a los superhéroes para siempre, ya que jamás podrán recuperar su inocencia perdida.

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