De la serie Cosas que se metían nuestros abuelos por el culo los sorprendentes supositorios de radio, el viagra de 1930. Energía sexual radioactiva y buena muestra de la fe ciega en la ciencia que nos distingue de los animales. Visto en el imprescindible y atómico ORAU Museum, que ya les menté hace casi un año.
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