22.6.05

¿Y SI NOS COMEMOS A BRUCE LEE?



El 20 de julio de 1973 la palmaba Bruce Lee. Lo hacía en extrañas circunstancias, por un edema cerebral, en el apartamento de la actriz Betty Ting Pei, oficialmente por hipersensibilidad a un analgésico. A partir de aquí rumores, leyendas urbanas, tramas conspiranoicas y un mito cadáver ideal para la cultura pop más necrófila. Tan sólo había protagonizado cuatro filmes (Kárate a muerte en Bangkok, Furia Oriental, El Furor del Dragón y Operación Dragón), algunos pendientes de estreno internacional antes del trágico suceso, y era el icono que representaba el boom de las películas orientales de artes marciales. Un boom inesperado, demoledor y mundial. El pueblo quería chinos dándose de ostias y el trono quedaba vacante por defunción.



La voracidad de la industria del bajo presupuesto reaccionó de diversas formas, agrupables en cinco grupos (aunque algunos filmes pueden colocarse indistintamente en varios de ellos) que formarían la gran fiesta zetosa del cine de artes marciales de mitad de los 70. A saber: producciones occidentales que proponían desde la parodia hasta el cruce de géneros más inaudito; películas protagonizadas por actores chinos de cierto renombre dispuestos a convertirse en el nuevo ídolo de masas; remontajes que aprovechan metraje rodado por Bruce Lee; falsos biopics y documentales diversos, algunos de ellos remontajes de documentales anteriores; y, finalmente, la legión de clones del Pequeño Dragón camuflados en mil y una variaciones de su nombre. La llamada Bruceploitation en términos estrictos. Vayamos, pues, por partes.



A partir de 1973 hubo chinos hasta en la sopa: en los spaguetti western (Mi nombre es Shangai Joe ; La ley del karate en el oeste), en las pelis de la Hammer (Kung Fu contra los 7 vampiros de oro), en las del Santo el Enmascarado de Plata (Contra la furia de los karatekas), en las blaxploitation (Cinturón negro) y hasta en las películas de los Hermanos Calatrava (Los Kalatrava contra el imperio del karate). En todas ellas los protagonistas se veían rodeados de extras de ojos rasgados del restaurante de la esquina (a veces, ni eso) que ni saltaban ni sabían artes marciales ni coordinaban ni nada. Lo más parecido a un Festival de Ballet de Fin de Curso de parvulario. De manera paralela estrellas del cine de artes marciales se vinieron a hacer unos bolos por Europa: Lo Lieh apareció en diversas coproducciones italianas (Hong-Kong 3 Supermen: desafío al kung fu ; El Kárate, el Colt y el impostor); el bueno de Jimmy Wang Yu protagonizó El Dragón vuela alto acompañado del fracasado Bond George Lazeby; y luego está el caso de John Liu, su aventura francesa y su hispana Made in China y sobre quién los lectores de este blog han sido creo que informados de manera harto contundente en fechas recientes.



Cuando Bruce Lee murió dejó metraje sin utilizar de sus películas y unos quince minutos de lo que iba a ser la siguiente. En el reino del corta y pega eso era oro puro y de ahí salió Juego con la Muerte, evidente ejemplo de explotación necrófaga: se visten los quince minutos con la suficiente paja y listos. Lo bueno del caso es que luego se puede seguir exprimiendo el tema con las secuelas del corta y pega, concretamente El Juego de la Muerte, sutil variación gramatical hispana ya que el título original era Enter the Game of Dead (jugando así también con el título de Operación Dragón: Enter the Dragon) y Último Combate. Yo creo que es hasta poético. Mediten: secuelas del Corta y Pega. No fueron las únicas falsas secuelas de la filmografía del Pequeño Dragón. Por ejemplo, a Furia Oriental la siguieron Puños de Acero y Puños de Furia. Por cierto, en muchos de estos títulos aparecían ya los célebres clones de la Brucexploitation, de los que hablaré enseguida.



Antes me gustaría comentar los biopics, ya que dos de ellos cuentan con la participación de Betty Ting Pei interpretándose a sí misma. Betty era la chica que estaba con Bruce el día de su muerte, la que le suministró la aspirina de la muerte. Aunque sobre la muerte se ha especulado mucho. Pero la poética del cine de explotación es impepinable. Y si la chica se presta a aparecer en Dragon Story (protagonizada por Bruce Li) y especialmente en la bizarra Bruce Lee and I, también conocida como Bruce Lee: His Last Days, His Last Nights, la cosa alcanza cimas difícilmente igualables. Ahí la tenemos reviviendo su versión de la fecha de autos, consumiendo droga y fornicando como descosidos en una zetosidad softcore acompañada del clon Dragon Lee.



Y llegamos, así, a la madre del cordero: los clones de Bruce Lee. Hubo un montón de ellos: Bruce Li, Bruce Le, Bruce Liang, Bruce Lei, Bruce Lea, Dragon Lee, Bronson Lee, Bruce Lyn (éste de la mano de Jess Franco en la ignota La sombra del judoka contra el doctor Wong). La lista de filmes es enorme. Además, hay que tener en cuenta que además de la bruceploitation expresa de primera mano o en origen, los avezados distribuidores europeos o americanos también se dedicaban a retitular filmes buscando la falsa referencia al Pequeño Dragón y/o su breve filmografía. Un desmadre.



El más conocido e hiperactivo de todos los clones fue Bruce Le, el Rey de la Brucexploitation. Un taiwanés que en realidad se llamaba Wong Kin Lung. La ristra de filmes que protagonizó es importante. Ahí van algunos títulos para que se hagan una idea: la mítica Los clones de Bruce Lee, Bruce contra Bill (el tal Bill, en realidad, un aliado), El Tesoro de Bruce Lee (no había tesoro), La venganza de Bruce Lee, Bruce contra el imperio del mal, Bruce and the Shaolin Bronzemen, Bruce The Superhero, El regreso de Bruce Lee, las ya mentadas secuelas de Juego con la Muerte o, dando la alternativa a la siguiente moda de explotación oriental, Bruce Le vs. Ninja.



El otro gran clon fue Bruce Li. De nuevo taiwanés y llamado, en realidad, Ho Chung Tao. Se estrenó con el biopic Dragon Story y no sería el único que protagonizaría. Como largometrajes de ficción llaman poderosamente la atención títulos como Bruce Lee contra dedo de hierro, Bruce Lee en Nueva Guinea, Bruce Lee el invencible, Bruce Lee against Supermen (en la que acaba disfrazado de superman colorao acompañando a un falso Green Hornet, recordemos que el Bruce original ganó fama como Kato, el ayudante de éste en la serie de televisión original), Combate Mortal (aquí Bruce es taxista), Furia sin fin (falsa secuela de Furia Oriental), The Real Bruce Lee (manda huevos), The Young Bruce Lee, la celebrada Exit the Dragon, Enter the Tiger (que juega con el título original de Operación Dragón) y, por supuesto, Los clones de Bruce Lee.



No pretendo ser exahustivo. Pero me gustaría resaltar, antes de terminar, un par de filmes y un par de leyendas urbanas. Y, sobre todo, recomendar la atenta lectura que sobre el filme que reunía a unos cuantos de los clones en, y perdonen la reiteración, Los clones de Bruce Lee, publicó Hijo Tonto en su blog. Respecto a las falsas leyendas, certificar la no existencia de un producto tan bizarramente crossover (sé que he repetido la palabra bizarro varias veces hoy, creo que muy justificadamente) Ilsa Meets Bruce Lee in the Devil’s Triangle, usease, que el Pequeño dragón se encontraría con La Loba de las SS en el Triángulo de las Bermudas. Por la red corre hasta un cartel del filme que les muestro a continuación. También se habla de una película brasileña titulada Bruce Lee versus Gay Power y que sería en realidad Kung Fu Contra as Bonecas.



Como digo, me gustaría resaltar dos películas más como ejemplo de la sicotronía necrófila de imaginación ilimatada: ¿Quién mató a Bruce Lee? y Bruce Lee lucha desde la Tumba. La primera, cuyo título original es Death of Bruce Lee (1977) nos presentaría a Ron Van Cliff, el Dragón Negro, un luchador de color que investigaría la muerte y luego vengaría al Pequeño Dragon (todo un subgénero dentro del subgénero) investido en el falso honor de “mejor amigo del difunto”. Encima se ufanaba metraje de los filmes auténticos. La otra es, como concepto, maravillosamente coolzetosa. Titulada originariamente Bruce Lee Fights back from the Grave y protagonizada por el clon Bruce K.L. Lea sería, en realidad, otra película (de trama gangsteril) a la que el italiano Umberto Lenzi (de profesión sus caníbales) añadió una escena introductoria en la que Bruce resucitaba por el impacto de un rayo y salía de su tumba. Creo que sobran los comentarios.





NOTA FINAL: Aunque mi habitual desparpajo pueda disimularlo, no soy para nada un experto en bruceploitation. No he visto la mayoría de filmes de los que aquí se habla, y los que sí fue hace demasiado y casi no los recuerdo (cosa, por otro lado, muy lógica). Este texto es símplemente un intento de esquema de un tema que da para mucho y que nació gracias a la reseña de Hijo Tonto sobre Los clones de Bruce Lee. Para su elaboración, además de un viejo texto propio que se públicó hace ya años en Dreamers y que ha quedado irreconocible en la actualización, he consultado y utilizado un par de libros: Made in Hong Kong de Domingo López (del que ya hablé hace unas semanas) y el Mondo Macabro de Pete Tombs. También un par de sitios web: la excepcional página dedicada por entero al tema que es Many Bruces y un magnífico artículo en tres partes localizado en Kungfucinema.com. Allí encontrarán muchísima más información.



Meneame

No hay comentarios: