6.6.05
CON EL CADAVER COLGANDO DEL VENTILADOR
Con esa imagen se inicia, ya desde la portada, Mátame de David Lapham. A Lapham lo tengo en un pedestal desde que hace ya unos cuantos años se inició en España la publicación de Balas Perdidas. Reconozco que algún día debería releer los 22 números aparecidos (con exasperante cadencia, por cierto) porque uno se da cuenta de que el rompecabezas (cada número se sitúa en momentos cronológicos dispares y centrado en personajes que pueden ser simples extras en la siguiente entrega) ganará aún más enteros con una lectura no fraccionada. Mientras dudaba en hacerlo un día de estos La Cúpula va y saca en un único volumen la imponente novela gráfica que se abre, como digo, con un cuerpo colgando de un ventilador de techo. Balanceándose como sólo lo hacen los ahorcados.
El hermoso concepto de novela gráfica luce en Mátame con todo su esplendor. El género negro puro ha dado títulos maestros en cine y literatura. Ahora también en cómic. Nueve capítulos, 256 páginas, Murder Me Dead como título original, una lectura que absorbe cosa mala, de esas que uno empieza y los dedos quedan atrapados en el papel, aferrando el álbum hasta su desenlace unas pocas horas más tarde. Que pide a gritos la lectura de un tirón imposibilitando cualquier otra actividad.
Insisto en lo de serie negra en todo su esplendor. Steven Russell es un pianista al que el suicidio de su esposa y la animadversión de la millonaria familia de ésta empujan a los brazos de su amor de adolescencia: Tara Torres. T.T. Idénticas iniciales, como los grandes personajes de la historia del cómic. Y ahí queda atrapado el protagonista, en una telaraña de pasión ciega y retorcidas maniobras. Un pelele que impide la identificación del lector, porque éste intuye la caida libre y masoquista. Y Tara Torres. T.T. Idénticas iniciales para la que ya es una de las grandes femmes fatales de la historia del cómic.
Lapham construye sábiamente la historia. Su dibujo, a primera vista, puede parecer una cosa así como normalita. Pero léan léan. La construcción narrativa es de esas ejemplares en las que uno va pasando páginas sin esfuerzo, abducido entre viñetas con el mínimo esfuerzo lector. Personalmente me ha encantado como rompe la estructura viñetas en el último capítulo, haciéndolas más amplias, a dos por página, para mostrar un giro bastante inesperado para un lector enredado en la trama como yo lo he sido. Un álbum que no deberían dejar escapar a poco que hayan disfrutado con obras como El cartero siempre llama dos veces, Perdición o La última seducción. Phyllis Dietrichson, Wendy Kroy y Cora Smith tienen una nueva compañera de juegos. Se llama Tara Torres y más les vale a ustedes no enamorarse de su aparente fragilidad.
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