Ya hacía tiempo que quería subirlo, y de hecho lo tenía más o menos programado, así que hay que aprovechar la sincronía en todo su esplendor. Si hace un par de días recorríamos la obra de horror precode del gran Basil Wolverton, hoy me acerco a una faceta al mismo tiempo cercana y en las antípodas: su apocalipsis bíblico. Wolverton, por mucho que participara en tebeos de esos que, según un célebre psicólogo de la época, impulsaban a la juventud a la delincuencia (los de la Key eran particularmente salvajes), o por mucho que su influencia gráfica en la gestación del comix underground sea impepinable, era un hombre profundamente religioso, seguidor de la cristiana y baptista Worldwide Church of God del reverendo Herbert Armstrong, predicador propietario de una de las primeras emisoras de radio especializadas en la materia y, por tanto, pionero de la teleprédica actual. Wolverton, entre portadas para Mad y caricaturas de rostros desencajados y deformes, se dedicó a ilustrar la Biblia para el magazine cristiano de Armstrong, The Plain Truth. La labor, iniciada en 1958, le dió para ser compilada en seis volúmenes, pero la colaboración entre predicador y dibujante se había iniciado unos años antes, justo cuando nuestro hombre había dejado de hacer historietas de fantaterror y sci-fi por culpa del comic code. En 1956 ilustró el Apocalipsis con dieciseis bellas estampas de destrucción que, impresas en un folleto bautizado como 1975 in Prophecy, se repartían gratuitamente a los oyentes de la emisora. Las imágenes se realizaron y publicaron originalmente en blanco y negro, y años más tarde el hijo de Wolverton las coloreó estupendamente. Ni que decir tiene que estas estampas del fin del mundo son una maravilla en la que Wolverton prosiguió y reutilizó el tremendo universo de horror gráfico forjado en años anteriores (de hecho, en 1951 ya dibujó un apocalipsis, The End of the World, en el Marvel tales 102), una interpretación del apocalipsis bíblico tan magistral como oscuro, puro impacto fechado para 1975 y realizado en pleno auge de la guerra fría y la paranoia atómica. Los viejos lectores del Blog Ausente ya saben de mi fascinación por estas imágenes de Wolverton, dado que en un par de ocasiones ya utilicé alguna de ellas para ilustrar entradas de tono apocalíptico. Por cierto, hablo de dieciseis y abajo sólo tienen quince. La que falta, por alguna razón que desconozco, no se incluye en el lote.
Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. (Apocalipsis 6:4)
Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra. (Apocalipsis 6:8)
Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino. (Apocalipsis 6:5-6)
desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. (Lucas 21:26)
Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. (Apocalipsis 6:12-14)
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; (Lucas 21:25)
El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida. (Apocalipsis 8:8-9)
Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande. (Apocalipsis 16:21)
Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca. (Apocalipsis 9:18)
Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen. (Apocalipsis 16:1-2)
El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria. (Apocalipsis 16:8-9)
El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde. (Apocalipsis 8:7)
El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras. (Apocalipsis 16:10-11)
El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. (Apocalipsis 16:17-18)
porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. (Mateo 24:21-22)
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