UNA DE CHINOS SALTARINES REFINADA

El fin de semana volví a pisar una sala de cine. Es lo que tiene estar de güiquen en el chalé(t) de la costa y poder dejar a absencito al cuidado de su abuela. La película no escogida, dado que era la única alternativa posible, que tuvo tamaño privilegio fue La casa de las dagas voladoras del esteta Zhang Yimou. No deja de ser curioso que al chino éste, hasta hace unos pocos años niño bonito de la crítica con sus dramas intimistas (Sorgo Rojo, Semilla de Crisantemo), le haya dado por manufacturar preciosistas y barrocas películas de artes marciales. Sin ser el filme del post de hoy y Hero filmes de 100 % disfrute pajero, me agrada la idea de ver ciertamente descolocados a algunos críticos cabezones con su autor de campanillas dejándose llevar por el cine de chinos saltarines de toda la vida. O algo parecido a eso. También es cierto que el Yimou éste, que no tiene un pelo de tonto, deja bastantes asideros a los que agarrarse si uno es integrista del arte y ensayo exótico: preciosismo brutal, exagerado, y ganas de dar vueltas de tuerca al argumento.

Si vieron ustedes Hero sepan que ésta es parecida, más redonda y compacta, aunque como aquella acaba siendo víctima de su propio virtuosismo. En Hero el argumento daba vueltas sobre una misma historia contada consecutivamente en versiones muy diferentes y por en medio se alzaban unas cuantas y muy bonitas escenas de combate de estética impecable y apabullante. El problema es que era enórmemente fría, casi sin pasión y tanto darle vueltas (y nunca mejor dicho) a lo mismo acababa por marear y aburrir un pelín. En La casa de las dagas voladoras pasa un poco lo mismo. La historia sobre el enfrentamiento entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes, pertenecientes a la facción que da nombre a la película, se centra en tres personajes: dos soldados y una muchacha ciega hija del difunto jefe de la resistencia. A ella la utilizarán como señuelo en un viaje para descubrir la guarida de los misteriosos rebeldes. A partir de aquí una historia de amor y aventurar de pretendida epicidad con algunas sorpresas. No todo es lo que parece, ya saben. Por en medio estupendas coreografías y un refinamiento cromático, de paisajes, colores, vestimentas y demás que da gloria verlo desde un punto de vista estético. Eso sí, recargado y barroco hasta la saciedad. Si no les entra lo pasarán mal.



Dejando de lado las peleas, sepan que llegados a un punto la historia se desentiende (y totalmente) de la contienda política entre el clan de las dagas voladoras y la policia imperial. No sin antes, y eso está bien (o es de mi agrado), diluir el posible romanticismo de los rebeldes, que al fin y al cabo piden a sus súbditos el mismo tipo de sacrificios e infelicidades que los otros. Pero al final, como dije, la película cae víctima de su propio refinamiento y exageración. Hay un momento en que parte de la sala se rie y es que Yimou fuerza demasiado la situación, hasta ese momento bien llevada sino fuera porque la pasión, de tan estética, se congela. Y ese momento final es fatal porque es el que deja el regusto cuando acaba la proyección. Una pena porque, por otro lado, la película tiene varias escenas para el recuerdo: el baile de una preciosa Zhang Ziyi golpeando tambores con sus largas mangas, el asalto de las tropas policiales en el prado de las floreas amarillas y, muy especialmente, toda la lucha el el bosque de bambús. Grandes efectos especiales (esas dagas voladoras), coreografías y virtuosismos para una película que al final acaba por ser más de momentos que otra cosa. Y aún así me gustó bastante. Eso sí, el cine de acción chino no sólo produce filmes como éste (o como Hero). Ahí están Infernal Affairs o Kung Fu Hustle, que pese a ser superiores permanecen, de momento, inéditos. Bueno, John Tones informa que la segunda está al caer con un doblaje que podríamos llamar "creativo”, pero también atroz. Si es que...