Dinero
Bart no percibe que el valor del dinero se entiende como ganancia del trabajo honesto por lo que, casi siempre, se excede en absurdas peticiones de exageradas sumas a las que Homer, con la misma paradoja, consiente rápidamente sin pestañear. No se trata sencillamente de otro gag cómico, sino del hecho de que el cabeza de familia tampoco está capacitado para valorar el dinero, hasta el punto de asumir y especular, con una actitud inmadura e infantil. La felicidad del padre al conseguir algo de calderilla gracias a la suerte, así como las cantidades alucinantes prestadas a Bart o a Lisa a fondo perdido, es una demostración de la estupidez del personaje adulto, pero también un desafio a una cuestión que obsesiona desde siempre el american way of life.
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