30.4.05

¡MÁS RÁPIDO QUE SU PROPIA SOMBRA!



Eurowestern, palabro más amplio con el que se designa tan sólo un poco más que con el sinónimo espaguetti-western, normalmente aplicada al ámbito del séptimo arte. No deja de ser curioso que un género tan norteamericano (aunque popular, adelantando parte de respuesta) cuando empieza a dar ciertas muestras de cansancio se renueva al otro lado del Atlántico. El concepto de la “Aventura” (la mayúscula no es casual) y la versatilidad interna del relato que ofrece “una del oeste” dan para mucho e italianos, españoles y demás amigos de la coproducción supieron hacer uso de las posibilidades en muchos títulos rodados en Almeria e incluso Esplugas City (hoy, ahí, hay un Corte Inglés).

El término de eurowestern también puede exportarse al mundo del cómic. Incluso con mayor acierto. El eje mediterráneo sigue siendo clave e incluiría la basta y casi siempre excelente producción francobelga (de la que soy fan declarado). Porque si uno hace la pregunta ¿cuál es el mejor tebeo del oeste? La respuesta casi siempre toma la misma dirección: Blueberry, Ken Parker, Comanche. Y luego vendrían los Tex, Buddy Longway, Durango, McCoy, Sunday, Fort Wheeling, Jonathan Cartland, Jim Cutlass. Es cierto que hay un gran desconocimiento de la producción de tebeos del oeste genuinamente norteamericanos (salvo un par de cosas añádanme al grupo de los ignorantes al respecto), pero aún así las obras maestras están a nuestro lado del Atlántico.

De todas formas, cuando se hace esa ideal selección de títulos casi siempre se comete una terrible injusticia. Es cierto que los tres citados (Blueberry, Ken Parker, Comanche) están en todo lo alto, difícilmente alcanzables. Pero muy pocas veces se incluye a Lucky Luke en el segundo grupo que sigue de cerca a los tres escapados. Considero que es una enorme injusticia. En la creación de Morris (impulsada luego con la entrada de Goscinny en los guiones) hay ánimo caricaturesco, sí, y manda el sentido del humor, pero pertenece a ese selecto grupo de parodias que se toma en serio el género de referiencia y que lo ennoblecen. Coño. Que estamos hablando de guiones del gran René Goscinny, el cerebro tras Asterix, Umpah-Pah o El Pequeño Nicolás. Que estamos hablando de un genio del arte de “dar risa”, del entretener pero también del documentarse y no dejar a la buena de Dios el contexto de la historieta en cuestión.



Una lectura de los más de treinta álbumes que componen la etapa de colaboración con el dibujante Morris (hay unos cuantos antes de éste en solitario, más primitivos y toscos, y unos cuantos posteriores ya sin la magia del genio) no sólo desatan la risa y la diversión sino que suponen un intenso recorrido por la historia, los tópicos, las costumbres y las celebridades del Salvaje Oeste. Al gag genial (visual o dialogado) hay que sumar un exquisito y delicado respeto por los arquetipos: la construcción del ferrocarril, la frontera, el delincuente mítico, el mississipi, el tahur, el nativo o cualquier otro que se les ocurra. Ninguno de ellos escapa de la visión mordaz de Goscinny. De hecho, se pueden establecer dos grupos de historietas de Lucky Luke, aquellas destinadas a describir con humor una subtemática o personaje clave del género y la historia y aquellas más autoreferenciales y alocadas que tienen a los Hermanos Dalton (primos de los auténticos) y a Ran Tan Plán (el perro más estupido del Oeste) como protagonistas. Y como en cualquier división a lo bruto como la que acabo de hacer abundan los ejemplos en que ambos bloques se contagian mútuamente (Los Dalton van a México sería un buen ejemplo).



Es bastante inminente la aparición en quiscos del coleccionable de Planeta dedicado al personaje. Una buena oportunidad para hacerse, al menos, con unos cuantos títulos que creo imprescindibles para el aficionado al buen tebeo de humor, pero también para quien gusta del género Western. Esperemos que la traducción valga la pena, ya que este tipo de tebeo francobelga es muy sensible en ese aspecto y, encima, la traslación de un idioma a otro se está convirtiendo en una gran lacra de las ediciones españolas y últimamente abundan ejemplos tan vergonzantes como trágicos. Yo, por mi parte, hace un par de meses me propuse releer el máximo de álbumes posibles de cara a realizar un largo post sobre ellos. Al final, como empieza a ser predecible en este Blog Ausente, sólo pudieron ser una media docena (y ya hace más de un mes). Como prefero colgarlo antes de que se me olviden y de que la colección ya sea pasto del recuerdo, les comento así por encima y un pelín telegráficamente esas lecturas, que de todo hubo, sabiendo que algunos títulos de los que guardo buen recuerdo han quedado en el tintero, espero acudir a ellos en un futuro ni inmediato ni lejano. Por cierto, teniendo en cuenta que muchos tienen cuarenta años la verdad es que han envejecido muy poco.



La evasión de los Dalton (1960). Álbum número quince de la colección, de los primeros con Goscinny, quien de hecho no aparecía acreditado inicialmente. Entretenido sin más. La historia avanza a trompicones y de manera algo repetitiva: los hermanos Dalton francasan una y otra vez en sus intentos de culpar a Lucky Luke de sus acciones. Incluye momentos de directa crítica al linchamiento popular (uno de los tópicos a los que me refería antes). Me ha llamado mucho la atención la primera plancha, exenta totalmente de humor parece el prólogo a un western no paródico. La personalidad de los Dalton aún está por perfilarse del todo: Everett (el más alto) no alcanza aún la sublime imbecilidad que le caracteriza y Joe (el líder bajito) tampoco es que se exceda en esas crisis paranoicas y obsesivas para con el vaquero protagonista, pero casi.



Las colinas negras (1962). Álbum número 21 de la colección y uno de los mejores a mi gusto. Lucky Luke acompaña a cuatro científicos al inexplorado Wyoming. La caricatura de los sabios despistados es absolutamente hilarante e irresistible, convirtiéndose en los amos y señores de un tebeo de esos en los que la lectura se interrumpe cada dos por tres por culpa de la risa. Además de ese contraste entre la agreste frontera inexplorada y el científico que vive en su mundo (ciencia y paja pues) ajeno al exterior, entre la vida académica y la salvaje, el tebeo también se acerca a la corrupción política, los intereses creados y una imagen del indio o nativo como algo que puede ser utilizado, engañado y/o expoliado. En definitiva: una de las mejores aventuras del vaquero solitario. La quinta viñeta de la sexta plancha, en la que los científicos ven muy difícil viajar sin su archivo, muestras de rocas, colección de cráneos y mesa de dibujos (y, por tanto, de indudable interés pajero) hubiera acompañado este texto si tuviera arregaldo el escáner.



El escolta (1966). Álbum número 28, no es precisamente de las aventuras más memorables a mi gusto. Retoma el personaje de Billy el Niño (su descripción es reiterativa de la del álbum anterior) para una aventura que recrea otra imagen en este caso no exclusiva del Far West: la cusodia de un peligroso delincuente en un viaje de punta a punta de la nación. En la reseña que les he lincado destacan muy acertadamente al secreto ayudante del adolescente pistolero y la imagen de algunos de los pueblos por los que pasan, formados por un par de destartaladas casuchas en medio de un páramo desértico.



Alambradas en la pradera (1967) . Álbum número 29 y una fantástica visión de las célebres batallas entre los agricultures minifundistas y los ganaderos que arrasan sin ningún miramiento los cultivos de los primeros. Uno más de los álbumes imprescindibles de la colección y una viñeta para el recuerdo, la tercera de la plancha 32: el picado panorámico del terreno totalmente vallado por triplicado y en el centro del recinto el agricultor exclamando “¡Por Fin libres!”. Lucky Luke, convertido en defensor de los más necesitados, no deja de ser un cierto émulo del Shane de Raíces Profundas.



Los Dalton Van a México (1967). Álbum número 31 y último editado originariamente por Dupuis (a partir del siguiente será Dargaud la editorial encargada). Una de las aventuras más hilarantes e indispensables, de carcajada continua. No sólo por la imagen paródica con los tópicos del vecino mexicano sino también porque lleva a los Hermanos Dalton a su máxima expresión cómica, especialmente el siempre famélico e inténsamente imbécil Everett. El encuentro entre Ran Tan Plán y el chihuahua Rodriguez tampoco es moco de pavo. Una joya del humor para el que no pasa el tiempo que estuve buscando durante años hasta que un buen día apareció con él mi amigo Pérez.



La herencia de Ran Tan Plan (1973). Décimo álbum para Dargaud y, por tanto, el que hace número 42 en cómputo general. Pese a que le denoto un cierto cansancio la diversión continúa por todo lo alto. El perro más idiota del salvaje oeste alcanza un merecido protagonismo absoluto en una historia que gira alrededor de la típica herencia excéntrica: el can se convierte en multimillonario y, en caso de muerte, será Joe Dalton quien reciba la fortuna. Recordemos que éste odia a un perro que, en cambio, le admira profundamente. La recreación de la cerrada comunidad china le añade consistencia a una aventura bastante entretenida.



Sarah Bernhardt (1982). Decimo octavo álbum para Dargaud y, por tanto, el 50 en términos generales. También es el cuarto sin guiones de Goscinny y, desgraciadamente, se nota un huevo. Fauché y Léturgie confeccionan una pasable parodia del periplo americano de la famosa actriz pero aún así se queda a medio camino del esplendor por desgracia finiquitado. La decadencia del vaquero es evidente por mucho que Morris se esfuerce, como pasa con el Asterix de Uderzo.

1 comentario:

Felipe ,La Unión (Murcia) dijo...

Los tebeos de Lucky Luke estaban bien y la parodia suya de la revista El Cuervo estaba graciosa.