18.4.15

SAGA VERSUS WARE



Estoy muy contento de que anoche ganara el premio del Salón del cómic a Mejor obra de autor español Las Meninas de Santiago García y Javier Olivares. Tenía al menos dos rivales de envergadura como Las guerras invisibles de Jaime Martín y Yo, asesino de Altarriba y Keko, otros dos grandiosos cómics realizados también por autores que aprecio y que podrían haber ganado sin que hubiera nada que objetar al respecto, algo que sí ha pasado con el Premio a mejor obra internacional.



Ha habido caras de sorpresa, incredulidad y desacuerdo ante la victoria de un tebeo made in USA, el Saga de Brian K Vaughnan y Fiona Staples, frente al Fabricar historias de Chris Ware, nada menos.

La queja tiene sentido, claro, pero la derrota de Ware se explica con facilidad.

Antes, una pequeña intro sobre el sistema de votos para quién no lo conozca. El censo estaría formado por la gente que trabaja en la industria del tebeo: autores, editores, técnicos editoriales (rotulistas, traductores, maquetadores, etc) y libreros (de estos últimos no estoy seguro,). Eso sí, no conocemos la lista de ese censo ni cuánta gente acaba votando. No vengo a discutir el sistema porque el de jurados también tiene sus problemas y polémicas. Para juzgar obras maestras está la historia y no unos premios.

Y ahora explico porque me parecía bastante lógico que ganara Saga y no Ware.

Yo no he leído Fabricar historias de Ware. No tengo ninguna duda de que sea la maravilla que dicen. Chris Ware jugando con el medio, su narrativa, arquitectura y forma. Vamos, un maestro excelso. Los motivos por los que no he podido leerlo son parte de la explicación: tal y como están las cosas, un cómic que cuesta 60 euros no puede aspirar a tener muchos votos.

Me preocupo por leer cada años todas las obras nominadas (no siempre lo consigo). Los que no tengo en casa los cojo de la red de bibliotecas públicas de Barcelona, que es estupenda. En el caso de Fabricar historias, ni siquiera está en préstamo. Su formato desmontable en varias unidades lo hace complicado.



El dispendio económico no es la única razón que explica la victoria de Saga frente a Ware. El otro es la competencia con el resto de nominados.

Si se observa la lista de los 10 títulos que optaban a ese premio, 9 eran novelas gráficas, más o menos arriesgadas, más o menos del palo de Fabricar historias, pero fácilmente agrupables en un bloque variopinto pero con cierta homogeneidad. Saga era el único comic book norteamericano, el único tebeo de vocación popular clásica, seriada y género, en un año en que ni siquiera había manga. No tenía rivales que desperdigaran su voto sino que lo concentraba sin querer y es un tebeo con lectores, también dentro de la industria.

Creo que ambas cosas (precio y concentración de voto) explican el resultado.

AH! He leídos los dos primeros volúmenes de Saga (en préstamo bibliotecario) y me ha sorprendido, enganchado y divertido muchísimo. Destaca por su ritmo ágil; por crear un universo de ciencia-ficción imaginativo, compacto y lleno de posibilidades; por correr ciertos riesgos al incluir escenas sexuales explícitas en el contexto del mainstream norteamericano; y porque supone una simpática variable dentro de la típica obra de “patenidad de autor”, solo que aquí en vez de la habitual “guía del padre primerizo” tenemos una simpática y muy fresca saga de ciencia-ficción.

¿Que lo de Ware es otra cosa, con mayor ambición, calidad artística y experimentación? No lo dudo. ¿Que lo suyo era que merecía el premio Ware? Seguro. Yo solo venía a explicar porqué ha ganado la más fea.


2 comentarios:

librosfera dijo...

Por si te apetece, ahora mismo el Fabricar historias está en dos bibliotecas de las públicas de Barcelona: en una solo de consulta y en otra en préstamo (está prestado ahora mismo). Pronto lo tendrá también una tercera biblioteca.
El precio y el formato ha hecho que muchas bibliotecas no se atrevan con él...

Radar dijo...

¿¿Cris Ware en biblioteca pública?? Dios mío, lo que me ha hecho perder el no tener bibliotecas donde vivía de pequeño. Ahora ya no puedo cultivar la costumbre de leer sin comprar, lo que hubiera redundado dinero, espacio y libertad ganados...