Sark tiene la sana costumbre de, nada más empezar el año, hacer públicos sus personales e intrasferibles Premios Sark literarios. Yo, por mi parte, decidí irradiarlos desde aquí y así lo he hecho los dos años anteriores. Su resumen del año está aquí y los Sark de oro y plata aquí. Yo suelo hacerle caso y sus recomendaciones no me han defraudado nunca, de momento. Lo curioso es que este año he leído dos de los tres premiados (de la importancia de uno de ellos hablaba en ese anuario del otro día que tan poca respuesta ha obtenido) y una de las recomendaciones (Danza Macabra, les debo reseña desde hace demasiado). Así que por cojones tocará hacerse con, al menos, el otro premiado (aunque de momento no podré leerlo).
A Hijo Tonto le quiero porque me dice cosas bonitas al oido y porque, creo, me entiende. Que vuelva de la tumba (y, espero, hambriento) es otro buen efluvio a propagar. De hecho, respecto a lo que dice en su primer escrito, debo apuntarle que guardo como oro en paño mis copias televisivas de The Warriors y Glen or Glenda dobladas al catalán. Son obras maestras de surrealismo linguístico casual que aportan puntos de vista inverosímiles y atmósferas inéditas para las obras en cuestión.
También regresó La Ira de Dios con un mensaje navideño de lo más inquietante. Debo mesurar mis palabras ya que no me apetece una plaga de Egipto en mi sala de estar (qué bonito concepto, el de Sala de Estar). Y también desconozco si deberemos esperar a la Navida del año que viene (o quizás Semana Santa) para posteriores revelaciones. Dios es un ente complejo, especialmente si está cabreado. Por si acaso, yo divulgo.
Finalmente, mientras escribo esto, el destino, que es caprichoso, ha enviado este mensaje de Rubén Lardín a mi correo:
Amigos; Porque así me lo piden sus editores, Vicente Muñoz Álvarez y David González, os adjunto la portada del libro-disco TRIPULANTES, que estará a la venta el día 15 del corriente y en cuyas páginas se incluye un microrrelato mío titulado EL MAGNATE DEL POP, una cosa anecdótica de la que no recuerdo nada pero que, estoy seguro, tendrá su qué. En cualquier caso, el resto de autores vale la pena. El que tenga un blog, una tribuna o un megáfono, que le dé cancha, please, que no cuesta nada.Yo, al señor Rubén Lardín no lo conozco de nada. Bueno, sí, pero no personalmente. El único vínculo que nos une es que yo leía con pasión su desaparecido blog mientras el visita éste de vez en cuando. Bueno, también tengo algunos libros donde aparece su nombre esparcidos por la biblioteca ausente. Como el tipo escribe endiabladamente bien (tanto que despierta en mí violentos instintos primarios fruto de la envídia) pero aún así le tengo simpatía y respeto, no iba yo a hacerle un feo precisamente en un momento, este, en que me dedico a tareas de propagación. Aquí debajo les dejo la portada, inequívocamente realizada por el gran Miguel Ángel Martín. Y ahora que lo pienso... ver al padre de Monika Ledesma dibujando marineros vintage con los ojos en blanco me perturba cosa mala.
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