12.10.15
CRÓNICAS DE SITGES 2015 (IX): THE BOY
A medio camino entre el American Gothic destartalado y el white trash chungo, me ha gustado bastante esta historia sobre un niño que vive en un mugriento motel de carretera secundaria, en medio de la nada, con su amargado y alcoholizado padre. La distracción del asilvestrado chaval, aburrido y solitario, son travesuras un poco subidas de tono: poner trampas para que los animales mueran atropellados o colarse en las habitaciones de los escasos clientes del motel para robarles cosas. Poco a poco, estas acciones tienen consecuencias mientras una sostenida inquietud se apodera de la historia. Son varias las cosas que me gustan y llaman la atención de esta peli de contundente desenlace. Uno es lo bien llevada que está la posible maldad del chaval, que no está esbozado como el típico niño malo y uno no sabe si es de veras chungo o lo suyo son cosas de críos que sobrepasan lo habitual por su existencia miserable, criado en soledad, en medio de la nada, sin más contacto social que los pocos clientes de paso. Resolver la pregunta sobre si se trata de auténtica maldad ofrece un excelente suspense. La otra cuestión es la importancia de su ritmo moroso, porque esta, conviene avisar, es una película lenta y parca en palabras. Es interesante porque esa dilación narrativa, generosa en silencios, es un elemento descriptivo de la soledad rural del protagonista y además ayuda construir, junto a la inquietante banda sonora, la atmosfera opresiva del lugar y el crescendo de mal rollo.
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