Acabo de terminar ¡Puta Guerra! 1914-1919, el último Tardí, con un regusto desigual. A ver como lo explico. Es un estupendo libro, porque el autor francés, aquí secundado en el guión por Verney, es uno de los grandes, pero creo que no supera el impacto emocional de La Guerra en las Trincheras, acercamiento anterior a una de sus obsesiones: la primera Guerra Mundial. Fíjense también que he escrito libro y no cómic, no porque no lo sea, sino porque es uno de esos casos donde la narrativa gráfica se hibrida con el relato ilustrado, la historia en primera persona de un soldado ignoto. Es curioso porque cuando ¡Puta Guerra! Me parece mejor y más impresionante es en su último capítulo, donde cada viñeta se corresponde a un sobrecogedor relato breve. Por cierto, el libro se acompaña de un magnífico y extenso dosier de Verney donde se resume el conflicto de manera muy clara y muy concisa, casi modélico como texto histórico breve; y, de hecho, mi lectura ha mejorado mucho cuando he invertido el proceso y me leía primero el capítulo del dosier y luego el de la historieta (cada capítulo se corresponde a un año; de hecho, la primera edición original era en cuadernillos, uno por año), pasando así de un marco general histórico a una visión personalizada de los sucesos. Tomen nota por si quieren acercarse a la obra, que no porque haya dicho que el regusto sea desigual no voy a dejar de recomendarla. Es buena y saludable lectura.
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