26.9.09
ESPAGUETTI, GADGETS Y LEE VAN CLEEF
Por casualidad y sin querer, mientras doy papilla a absencita, veo en la tele los créditos de Oro Sangriento (Ehi, amico, c’è Sabata… hai chiuso!; Gianfranco Parolini, 1969) y me quedo clavado ante ella, disfrutando de uno de los espaguetti westerns más entretenidos que pueden verse. Altamente recomendable y aún más disfrutable.
1. La primera de Sabata. El eurowestern, por sus raíces populares, creo diversas sagas de pistoleros (Django, Ringo, Sartana) que se reproducían de manera a menudo bastarda. Sabata fue uno de ellos y se presentó en Oro Sangriento. De manera oficial el personaje retornó en Adios Sabata (con Yul Brinner, aunque en realidad como continuación es dudosa y obedece a un camibo de título tras el éxito de la primera) y en Texas 1870; ambas estrenadas en 1971. Entre las bastardas encontramos, por ejemplo, Abre tu fosa amigo, llega Sabata (Juan Bosch, 1971) o Reza por tu alma…y muere/Arriva Sabata! (Tulio Demichelli,1970).
2. 82 cadáveres. Aquí los contabilizan. La media sale casi a muerto por minuto. Demoledora estadística que deja claros los niveles de disfrute y diversión de uno de los espaguettis más trepidantes que pueden verse.
3. Bestiario de secundarios. Al margen de un inmenso Lee Van Cleef, Oro Sangriento propone un delicioso catálogo de personajes, todos ellos caracterizados de manera veloz y al tiempo peculiar, toda una enseña del subgénero. Tenemos así al orondo Carrincha (hábil con el cuchillo, borrachín y héroe de la Guerra Civil); Stenger, un impresionante villano de tez lechosa cargado de ambigüedad y sadismo (el actor es Franco Ressel); Banjo, que saca su nombre del instrumento musical con el que aparentemente se gana la vida; o Indio, que es mudo y acróbata.
4. Saltimbanquis. Lo han leído arriba: un indio mudo y acróbata. En el manual del director Gianfranco Parolini (que aquí firma como Frank Kramer) consta en letras de oro que toda película gana enteros con acróbatas. No sólo los introduce aquí con sus saltos, sus mortales y sus cabriolas, también se encargó de la primera de Los Tres Supermen o en una cinta bélica como Cinco para el infierno.
5. Gadgets y trucos. Leo que estos artilugios destinados a maravillar al respetable llegaron al Spaguetti western por influencia de las películas de 007. Tiene sentido. Y en ese aspecto Oro Sangriento es un auténtico festival del gadget: suplementos para rifles de larga distancia, pistolas de disparan por la culata, maletines con truco, bastones que lanzan cuchillos o ese banjo tuneado que camufla una escopeta recortada.
Nota: de la escena de arriba quédense con el detalle de la novia de Banjo. Le echa en cara que como músico no se va a ninguna parte y luego corre enamorada al descubrir la verdad.
6. Beseón. La banda sonora, como no puede ser de otra manera, es estupenda, en especial el tema central. Su responsable es Marcello Giombini.
7. Mediavalismo. En uno de esos extraños desmelenes del eurowestern, la película acude a detalles que recuerdan la Edad Media (un recuerdo ciertamente ucrónico). Por un lado, el villano vive en su cortijo rodeado de armaduras. Por otro, la música que toca y acompaña a Banjo es, creo, más propia de un laúd. Y su aspecto de trovador con cascabeles es evidente. Por cierto, les dejo una escena loca loca para que se hagan una idea de esos detalles de delirio fílmico que siempre se cuela en las producciones de derribo.
8. Capitalismo y Especulación. Sabido es que los directores italianos de subgéneros y explotaciones eran todos unos rojos comunistas del copón. En Oro Sangriento los villanos son las llamadas fuerzas vivas de la zona. El sheriff, el juez, el sacerdote, el empresario más rico de la zona. Todos confabulando en un negocio de hectáreas a bajo precio para venderlas al ferrocarril. Medito al respecto mientras veo los titulares de la prensa y tengo una certeza: vivimos en un spaguetti western en el que falta Lee Van Cleef. Por desgracia.
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