28.12.08
APOCALIPSIS ELLIS
La apertura de la línea Pop Corn de Glénat al tebeo norteamericano puede traer sorpresas. De entrada así ha sido con los tres tebeos de Avatar Press con que han empezado, un par a cargo de Garth Ennis (Wormwood y 303) y otro con el que sólo debía sumar dos y dos para lanzarme a su interior: Warren Ellis + Lo Zombi.
He largado mucho sobre zombis por aquí; sobre su carácter de indiscutible monstruo contemporáneo, por ejemplo. La sociedad busca su monstruo en cada momento, y el muerto viviente antropófago es perfecto para el post 11-S, la crisis y la globalización. Pero ese vínculo no es consciente, o no debería serlo, y si nos gustan las historias de zombis también es por su concepción del entretenimiento. Violencia gratuita, culto al arma y a la cohesión grupal, masacre de masas, apocalipsis, supervivencia. En definitiva, corre corre que te pillo. Y Warren Ellis lo sabe.
Digo esto porque estoy seguro que habrá quien se sienta defraudado con Blackgas (que así se llama el tebeo en cuestión). Quien exclame eso, tan gññ, de que es un Ellis menor. El guionista de Planetary es un narrador de historias bruscas, que lanza pedradas con más o menos acierto pero con intención y mala leche. Habrá quien se sienta defraudado porque los zombis de Ellis no son la historia de zombis definitiva (a estas alturas mejor esperen sentados) sino una carrera suicida y veloz en pos de la supervivencia imposible. Y al fin y al cabo los zombis como subgénero son eso y nada más. Una de sus virtudes, más allá de lecturas sociopolíticas o morales, es ese evocador: "Mira tío, los que están a tu alrededor te quieren pegar un muerdo, todos, así que pilla lo que puedas y por tus cojones revienta cabezas, corre y aguanta mientras el mundo se desmorona a tu alrededor”. Pura identificación instintiva con el bate de beisbol como Grial.
De Blackgas me gusta esa idea del zombi como maldición atávica, como regresión primitiva. Está bien porque hablamos mucho del zombi mallrat, que está ahí porque existe, pero si lo piensan no supone el fin de la civilización: el supermercado sigue existiendo.
Vale, es cierto, estoy haciendo lo que no quería hacer, acudir a la metáfora. Cambio de perspectiva: otra cosa que me gusta de Blackgas es que rompe una norma no escrita (o una pauta) de los cuentos de supervivencia ante desbocadas masas de antropófagos, y es que que acaban con su protagonista. Lo que decía antes. Corre hasta que no puedas más, y cuando no puedes más, fin. Ellis es tan burro (en el buen sentido) que se pasa por los huevos ese mecanismo de identificación. Y no digo más, aunque estoy seguro que eso descoloca a más de uno.
Blackgas me gusta porque me recuerda que en estos tiempos de novela gráfica y de reivindicación del cómic, de su potencial narrativo y cultural, no debo perder la perspectiva. Que la explotación y el subproducto molan, que el género es repetición y que lo que es básico y va a piñón también debe ser aplaudido.
Gabba Gabba Hey.
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