Empiezo a ver la luz al final de túnel. ténue y mortecina, sí, pero luz al fin y al cabo. Llevo desde mediados de noviembre (o así, no sé exactamente) peleándome con un texto que cada vez es más largo (21000 palabras llevo) y colosista (que no colosal) sin llegar a lo exagerado del de los Héroes de la IPC. Es evidente que me gusta lo de escribir y preparar este tipo de estudios, sino sería bastante idiota ponerse a ello, claro. Hay un algo sadomasoquista en este del escribir y analizar tomándoselo en serio. Uno sufre pero recibe placer. Es divertido pese a lo mal que se pueda pasar cuando se lengua la traba en el teclado, cuando te va pillando el toro, cuando ves que esa parte no lleva a ningún sitio y cuando relees esa otra que lleva a tantos que te pierdes. Pues eso, que llevo ya unos meses releyendo muchos tebeos en paralelo a lecturas sobre determinados movimientos socio políticos de la segunda mitad del siglo pasado. Ahí metido, obcecado y sumergido. Y poco a poco el mecano va cobrando forma pese a sus numerosos defectos. Y mientras, pues uno desatiende muchas cosas, compromisos, correos, deberes y obligaciones (menos absencito, claro) e intenta que este Blog Ausente no pierda comba (pese a la falta de esas reseñas tebeíles y fílmicas con, dicen algunos, enjundia pop) recurriendo a cosas que ve por ahí y que más o menos permiten escribir un algo y no perder el vicio del contacto con todos ustedes.
Y a eso iba. Ayer, Coo Coo, que es un bella mujer que habita en las mazmorras de la Lista Brutta, enlazaba la siguiente noticia: Unos cereales regalan un supuesto DVD infantil con una autopsia. Es el tipo de noticia del gusto ausente que no puedo resistir colar por aquí. En lugar de unos presupongo que pésimos dibujos animados el tierno infante se encontraba con la célebre The Autopsy de Gunther Von Hagens, el famoso mad doctor amigo de arrejuntar cadáveres con arte contemporaneo, emitida en directo, no sin escándalo, por el Channel Four. El origen de la broma, es decir, el tipo que en algún lugar de la cadena de producción y distribución decide intercambiar un deuvedé infantil por una pieza de arte radical, enlaza directamente con los personajes que pueblan las novelas de mi admirado Chuck Palahniuk. Nihilismo y situacionismo en una caja de cereales bañados en miel y chocolate. El protagonista de Asfixia y su madre existen. Yo a absencito no le voy a dar ese tipo de educación, el de la madre que lo secuestra una y otra vez, porque creo que no es sano, y a la novela me remito. Así que no creo que le ponga el video de la autopsia. Pero tampoco le pondré esos deuvedés de dibujos de mala calidad que regalan en una caja de cereales. Esos, si quiere, que se los ponga él. Yo, de momento, me limito a las Silly Symphonies de Disney, que también tienen su grado de perversión y violencia pero son las de toda la vida y están muy bien. Llevo un par de meses sometido a la dictadura de esos añejos cortometrajes animados, que reviso una y otra vez cada día por pura imposición de mi primer descendiente directo. Así que creo que les debo un meditado texto sobre ellos. Lo tendrán cuando la luz sea conmigo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario