22.11.04
La Ciudad del Murciélago
Con el retraso que me caracteriza últimamente acabo de terminar el primer álbum de Gotham Central y vaya por delante que me ha gustado bastante. Hablo de retraso porque ya hace unos cuantos meses que corre por las librerias y por mi casa. Por las librerias, de hecho, ya corre el segundo y es desde ya una de mis compras seguras en mi próxima visita a esos antros de perdición pajera. Por mi casa corría porque me hice rápidamente con él por diversos motivos: las criticas positivas que se leen por ahí, la evidente conexión con los tebeos de Batman (un pesonaje que por razones varias acostumbra a generar tebeos decentes) y, sobre todo, reencontrame con la pareja artística responsable de un cómic que me encantó en su momento.
Descubrí a Ed Brubaker y Michael Lark con La Escena del Crimen, serie limitada de cuatro números (dos en España) y un estupendo thriller de serie negra bastante atípico en el momento de su aparición por estos lares. Ahora ya no lo sería tanto ya que el género policiaco (o su tono) ha resurgido con fuerza en los tebeos. Y el tebeo que me ocupa es una buena muestra de ello.
Gotham Central da el protagonismo a los policias de la ciudad de Batman. Un buen marco para el género. La presencia del Hombre Murciélago es velada. Está ahí como una sombra de fugaz aparición. Una presencia incómoda para los detectives que ven como interfiere en sus casos y que no quieren estar en segundo plano. Desde este punto de vista es un acierto prescindir de la figura del Comisario Gordon, demasiado ligado al vigilante enmascarado. También están ahí los psicóticos supervillanos que recorren los bajos fondos de la ciudad (la galería de enemigos de Batman siempre me ha parecido tan espectacular como estrambótica). Y de ésto es más difícil escapar. Aquí nos encontramos, por ejemplo, con un Mr. Frio brutal. De hecho, no deja de ser curioso como la serie busca el realismo pese a la aparición de estos delincuentes tan poco reales. Y lo consigue, sobre todo gracias al protagonismo coral de media docena de policias de personalidades dispares (hay quien compara el tebeo con la televisiva Canción Triste de Hill Street), al uso efectivo de las constantes (compadreo, rivalidad, pistas falsas, nocturnidad, violencia, intriga detectivesca, interrogatorios, largas vigilancias, crimen, sospechosos) de un género que Brubaker domina con maestria (y al que hay que sumar a Greg Rucka, el otro nada despreciable coguionista) y al dibujo de un Michael Lark que pasa de florituras y se dedica a narrar gráficamente y a dotar de la atmósfera sucia que el tebeo necesita. Lo prefiero así que en la fría línea clara que practicó en la retrofuturista Terminal City.
Ya les digo que a mí me ha gustado bastante. Me lo he leído casi de un tirón (raro en mí). Este primer álbum (o TPB) recopila los cinco primeros números USA y muestra dos arcos argumentales completos que, de hecho, pueden tomarse como uno sólo. Una lectura, pues, compacta.
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