Por cuestiones diversas, entre la necesidad, el interés y la evasión, me puse con un par de lecturas menores un poco con la intención de dejar que los modos de la novela de terror sencilla y sin pretensión me impregnaran un poco. EN concreto: Manitú de Graham Masterton y La fortaleza de F. Paul Wilson.
Manitú no es gran cosa desde el punto de vista literario, esto es así y no ofrece mayor discusión. Prosa sin complicaciones, directa y sustentada en los diálogos siguiendo el molde del best-seller insustancial. A cambio, ofrece entretenimiento a raudales y como relato de terror fantástico es un inmenso delirio por el que es muy difícil no sentir simpatía, con sus hechiceros sioux resucitados, sesiones de espiritismo bizarro, el recurso del manitú de la tecnología y reputados cirujanos que se entregan felices a la versión de un charlatán que se gana la vida con el tarot.
Manitú tuvo una adaptación fílmica, protagonizada por Tony Curtis, tan loca y delirante como la novela (¡viva la fidelidad!). Aquí se estrenó con el creativo título de Regreso desde la quinta dimensión, filme loco que reverencio y sobre el que ya escribí en la prehistoria del blog.
Graham Masterton, que fue director del Penthouse británico, desplegó a partir de Manitú una prolija carrera de escritor centrada en el thriller, el terror y los manuales de sexología, acabó fusionando los dos últimos sin perder el espíritu alocado. Apenas publicado por aquí, Valdemar ha acudido al rescate con una antología que ardo en deseos de tener en mis manos: El hijo de la bestia y otros relatos de terror y sexo extravagante.
Respecto a mi otra lectura, La fortaleza de F. Paul Wilson, curiosamente muestra mayor ambición pero acaba siendo decepcionante. Durante la Segunda Guerra Mundial una compañía de soldados alemanes se instala en una extraña fortaleza en las montañas de Rumanía. El punto de partida es interesante y tiene cosas que están muy bien: nazis en Transilvania, zombis de las SS, dudas de un judío ante el efecto de la cruz en un ser sobrenatural, vínculos con Bram Stoker, guiños al Necronomicón y un inicialmente original tratamiento del vampirismo; pero según avanzaba en la lectura me iba resultado más árduo llegar hasta el final, que en su epílogo alcanza cimas de lo ridículo con pajaritos cantando mientras el héroe resucita por amor y happy end. Colofón vergonzoso para una novela que empieza muy bien y que cae sin remisión a partir del momento en que la historia se convierte en una lucha entre inmortales del Mal y el Bien, del Caos y el Orden, que es algo que casi siempre me tira para atrás.
Como Manitú, también tuvo su adaptación al cine, aquí conocida como El torreón (The Keep) y que sólo tuvo distribución en video. Dirigida Michael Mann en los principios de su carrera, justo antes de triunfar en televisión con Corrupción en Miami, era una serie bé de estética absolutamente ochentera llena de humos, neones, música de Tangerine Dream y reparto curioso (Scott Glenn, Gabriel Byrne, Ian McKellen). Que fuera bastante mejor que el material original resulta curioso porque desaprovechaba alguna de las pocas cosas buenas del libro: no hay ejército de zombis nazis (¡Imperdonable!) y cambiaba el aspecto del ente diabólico, que en la peli es una especie de Predator y en la novela un Nosferatu con melenas. Aún así, la recuerdo con bastante simpatía.
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1 comentario:
Hola Absence, La Fortaleza debe ser el primer libro de una saga del protagonista, pero la verdad es que de la mitad para adelante se jode el Perú una cosa mala.
Una pena, porque el ambiente y el personaje del oficial nazi bueno, el entorno y tal está muy bien.
El hijo de la bestia a mi me ha dejado con el pie cambiado, me ha gustado, es un pulp más cerdo que otra cosa, lo que ocurre es que me lo esperaba más de terror y salpicón, pero de sangre, y lo que moja son otros fluidos.
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