Anoche estuve en el programa de radio Club Hellfire para charlar un buen rato sobre el Comic Code y los tebeos inmediatamente anteriores a su existencia, los tebeos precode. El audio se puede escuchar aquí (está en catalán). Aproveché el tema y la presencia, junto a Alex Santaló, de Oriol Estrada (aka Capitán Urias) para preguntarle dada su condición de experto en manga y cultura japonesa por algo que leí en la autobiografía de Tatsumi, Una vida errante, y que ya comenté por aquí: la existencia del Libro Blanco sobre la situación del manga, publicado por el Sindicato del Libro de Yamanashi en 1959, y que vendría a ser una especie de comic code de nivel bajo además de mostrar que también en Japón se atacó el cómic como algo potencialmente peligroso.
Los más fieles seguidores de este blog sabrán que siempre he considerado que la persecución de tebeos y cómics en EEUU, que culmina con la comisión del senado para la delincuencia juvenil y la irrupción del Comic Code, un código de autocensura, no puede considerarse un fenómeno local sino que en realidad fue global, en parte impulsado por el eco mediático del asunto en Norteamérica. Hubo duras legislaciones al respecto en Francia (1949) y Gran Bretaña (1955), escribí sobre ambas aquí. Me consta que también las hubo en otros países europeos (Alemania) y que en otros hubo voluntad sin éxito (Italia, aunque años más tarde sí se pondría el fumetti de terror en el punto de mira). También en España se legisló en esa época el Decreto sobre ordenación de las publicaciones infantiles y juveniles (1955), que en algunos aspectos se hacía eco de aspectos recogidos en otros países. La existencia de un Libro Blanco sobre la situación del manga redondeaba, para mí, la idea de un fenómeno global, una moda política de respuesta a una alarma mediática cuyo eco se transmitía allí donde había tebeos. De hecho, no está de más añadir que mientras allí donde había marines había comic-books (y tras la IIª Guerra Mundial estaban desplegados en medio mundo) al mismo tiempo que Hollywood se encargaba de acrecentar la alerta.
En esas estábamos Capitán Urias y yo comentando por twitter el dato de la autobiografía de Tatsumi que Marc Bernabé se unió a la conversación. Un contertulio de lujo porque es uno de nuestros mejores expertos en manga. Marc comentó que en Japón también hubo quemas públicas de mangas, y enlazó estas viñetas.
Las imágenes proceden del volumen 4 de Black Jack Sosaku Hiwa (Historias secretas de la creación de Black Jack), de las que Marc Bernabé habla aquí y que por su condición de manga sobre una parte de la historia del manga y sobre una figura tan importante como el maestro Tezuka parece muy interesante. Espero que alguna editorial española lo acabé editando por aquí. Más adelante también enlazó una fotografía de una de esas quemas públicas de manga.
Dejando de lado la atrocidad de quemar papel y cultura, la imagen es muy interesante porque hasta hoy, en esa oleada antitebeos de la primera mitad de los 50s del siglo pasado, sólo tenía constancia de hogueras en EEUU. Muchas de esas imágenes las compile en una entrada donde explicaba que fueron inspiración directa para Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.
En sus tuits, Marc Bernabé considera que la quema de mangas en Japón no venía de una inspiración norteamericana:
"¿Influencia americana? Ninguna.En nada de todo lo que he leído/escuchado sobre el tema se mencionan los USA. Siempre salen como instigadores las asociaciones de madres de alumnos, unas verdaderas talibanas! Los japoneses han ido siempre muy a su bola, en el caso japonés lo achacaría a la casualidad, coincidencia temporal."Marc es una autoridad en conocimiento de manga y por tanto su opinión siempre tendrá más solidez que la mía, pero aún así me cuesta no incluir el caso japonés dentro de un fenómeno que se da en otros países desarrollados y en un mismo y muy concreto periodo de tiempo. Como refuerzo a su argumento enlazo el vídeo de una entrevista subtitulada en castellano al editor y experto Akira Maruyama. Todo lo que dice, aunque no tenga que ver con este tema concreto, es muy interesante, aunque me interesa destacar parte de lo que dice (minuto 2:35 aproximadamente).
“(…) Al mismo tiempo, aunque no se menciona mucho, los escritores de literatura infantil perdieron muchísimas ventas con el auge del manga y le echaron al cómic las culpas de su declive. Y no fue por eso sino porque las historias que ellos escribían eran anodinas. El caso es que había mucha presión sobre el manga de parte de los autores de literatura infantil y de la izquierda (…). Los pensadores de izquierdas dijeron que el manga era perjudicial para el desarrollo intelectual de los niños. O sea, que el manga eran “libros perjudiciales” así como cualquier libro o revista que los incluyera. Los niños no debían leer esa “bazofia”, así que en verano de 1955 se organizaron hogueras en los patios de las escuelas donde se quemó manga y otro material “nocivo”. Ocurrió en todo Japón.”Es curioso porque las quejas de los escritores de literatura infantil no es un caso excepcional japonés. En EEUU fueron los primeros en clamar al cielo y estigmatizar los comic-books como nocivos para la educación, lo explica muy bien David Hadju en los primeros capítulos de The Ten Cent Plague, del mismo modo que Martin Barker describe manifestaciones similares en Gran Bretaña en A Haunt of fears (aunque allí nunca pusieron en peligro la sólida tradición de su literatura juvenil). Aún así, esta respuesta de los escritores si me parece autóctona y casual. Así que si descartamos EEUU como influencia o inspirador del caso japonés (que podemos), nos queda esa alianza entre asociaciones de madres y pensadores de izquierda. Esta alianza también se dio en EEUU, Gran Bretaña y Francia, (aunque en este último caso se canalizó más que en los otros a través de asociaciones católicas). No está de más recordar que las legislaciones inglesa y francesa se aprobaron por una insólita unión de partidos de izquierda y de derecha.
Es pura fantasía pensar en vínculos transnacionales entre clubs de madres talibanas, así que ahí la clave está, creo, en los pensadores de izquierdas, que estos sí podían tener lazos internacionales con otros activistas afines. En Gran Bretaña los comunistas fueron claves en la lucha contra la amenaza de los tebeos y en Francia lo mismo, aunque allí era contra los tebeos que venían de fuera, no contra los franceses (muy propio de nuestros vecinos). Y no está de más recordar que Fredric Wertham, autor de La seducción del inocente y principal cruzado de esta batalla, era un psiquiatra alemán educado en la escuela de Frankfurt, muy influenciada por el marxismo, y que su ideología era progresista y social-demócrata, aunque hoy vinculemos la caza de los tebeos al macarthismo.
ACTUALIZACIÓN: Me recuerda Santiago García que en su libro La Novela Gráfica, en las páginas 135-136, trataba la visión global del fenómeno. Allí leo que en Holanda hubo hogueras en 1948 y para el caso japonés cita el prólogo de Kosei Ono para Una vida errante de Tatsumi (cielos, cómo se me pasó por alto):
"He podido comprobar documentalmente que el alzamiento en contra de los cómics violentos se transmitió desde Norteamérica a Japón. Había una revista para niños llamada Shukan Manga Shinbun que yo leía cada semana desde primaria. En uno de sus editoriales, se manifiesta que "debemos aprender del movimiento americano en contra de los cómics violentos e ir eliminando aquí también los manga de contenido dañino".Por cierto, que me olvidé que quería cerrar esta entrada con el dato de que Japón es, hoy, el país con mayor índice de lectura del mundo: un 91%. Y el manga tiene mucho que ver con tan envidiable situación.
1 comentario:
Interesantísima entrada. Y sí, cabía prever que lo de Japón viniese influenciado por lo que ocurría en los EE.UU.
Publicar un comentario