Arriba tienen un anuncio de Doramad, la pasta dento-radioactiva, publicado en La Vanguardia el jueves 31 de mayo de 1934. Según reza la publicidad, usarla desde la niñez hará que la sonrisa luzca en todo su esplendor durante toda la vida.
Noel Ceballos hablaba ayer de nuestro amigo el átomo y de Eben MacBurney Byers, un industrial que cuidaba su salud con un bebedizo radioactivo, el Radithor. Al final de su vida, convertido en un émulo del Señor Valdemar de Poe
"Se había sometido a dos operaciones sucesivas de mandíbula, de modo que toda su mandíbula superior (excepto dos dientes delanteros) e inferior le habían sido extirpadas. Todo el tejido óseo restante en su cuerpo se estaba desintegrando lentamente y auténticos agujeros se formaban en su cráneo”".El fragmento procede de Screams of Reason: Mad Science and Modern Culture de David J. Skal, un libro que ya muchos meses me debato entre pillar o no pillar dado que su autor es el del imprescindible Monster Show. Ahora mi decisión está clara.
La moda atómica de principios del siglo XX es un tema al que este blog ha presantado atención a menudo. Hemos visto cremas de belleza, vajillas, supositorios y hasta quesos Camembert bañados en radioactividad. Como sé que mis lectores masculinos son todos unos pichas bravas, les dejo como bola extra un par de productos más: los condones radioactivos Nutex (¡ei! Brillan en la oscuridad!) y las hojas del Radiendocrinator, que se colocaban bajo los testículos por la noche garantizando un vigor sexual inusitado. Godzilla, probablemente, fue engendrado por humanos.
4 comentarios:
<span>No conocía la pasta de dientes radiactiva, y creía que conocía todos los productos. También me encantan las placas radiactivas que se ponían en el paquete de cigarrillos para hacerlos más sanos. Imagínense el poder que daría a la caja torácica un paquete de cigarrillos radiactivo.
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Lo de los condones radioactivos han podido conmigo. Una de mis escenas de cine favoritas es el de la batalla de miembros fluorescentes de Una Cana al Aire (Skin Deep, 1989). Ahora ha llegado el momento del siguiente nivel en la carrera armamentística.
<span>¿El radiendocrinator no es un invento del Dr. Doofenshmirtz?
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Ni idea; cuente, cuente.
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