8.5.05

SUNDAY MONSTER : DROOM!



Esta dominguera sección sigue centrada en los monstruos de la Atlas-Timely, la editorial que con el tiempo acabaría convirtiéndose en la Marvel. Al hablar de los monstruos, normalmente gigatescos, que poblaron sus páginas a finales de los 50 y principios de los 60 (siendo, por tanto, los antecedentes inmediatos del desembarco superheroico) se nombra a Jack Kirby y Steve Ditko. Es cierto que la labor de ambos fue imaginativa y espectacular, impactante en el recuerdo. Lo triste es que se olvidan de Don Heck, que en lo que a monstruos respecta fue el tercel puntal creativo de la editorial.

Heck, ejemplo de profesional artesano y laborioso, ha quedado relegado a segundón. Es cierto que no desbordaba visualmente al lector como los otros dos. Y también que sus Vengadores o Iron Man (por citar dos de las colecciones que estaban a su cargo) no tenían la magia de la familia Storm o Peter Parker. Y en cambio hay aspectos en los que este dibujante era superior a sus compañeros. Por un lado era más realista, por otro lado a menudo sus composiciones de plano eran más complejas, menos planas. Y luego hay un detalle básico. Las mujeres de Ditko o Kirby no eran hermosas. Tenían facciones de caballo o de tortilla de patatas. Las mujeres sugerentes de los primeros tebeos Marvel eran las de Don Heck. Sólo les daré un ejemplo: la Viuda Negra, una morenaza con medias de rejilla que estimulaba al lector (masculino) como ninguna otra de su época. Para acabar con esta intro y pasar directamente a Droom (verdadero protagonista del post, no se me despisten), hay que apuntar que en cierta medida el trabajo de Heck en los cuentos de horror y monstruos fue superior al de sus historietas de superhéroes.



La historieta, narrada en primera persona, se inicia con uno de esos científicos entusiastas que juegan con la naturaleza. No hay, pero, ánimo perverso. Tan sólo la perversidad intrínseca del experimento científico (un punto de vista muy habitual en los 50: tanta maravilla de golpe no podía ser buena, por no hablar del miedo nuclear). Nuestro hombre ha descubierto un suero que provoca el crecimineto desmesurado de frutas y hortalizas. Con una sola gota un simple tomate adquiere el tamaño de una pelota de fútbol.



Preso de la alegría por su descubrimiento, que acabará con el hambre en el mundo, corre a buscar a un amigo, también científico. Éste, el amigo, anda feliz con la llegada de un extraño ejemplar de reptil, una especie de descendiente en miniatura del, al parecer terrible, droomedia Rex. Si no teníamos sufiente con enormes tomates ahora tenemos un extraño bicho heredero directo de los míticos dinosaurios. Los dos científicos se ponen a hacer y ver crecer vegetales y tan ensimismados andan que el pequeño droom escapa de la caja y se va directo hacia el suero, que suponemos muy apetitoso. El resultado se lo pueden imaginar.



Droom crece sin parar. Parece no haber límites a su tamaño. Y es un monstruo sediento de destrucción. El caos y la muerte llega a pueblos y ciudades y el tebeo se explaya en ello. El armamento tradicional parece no afectar a la criatura, que llega a alcanzar proporciones inimaginables: alargando el brazo pilla los aviones en un plis plás. Se baraja la posibilidad de utilizar bombas atómicas pero entonces alguien tiene una idea brillante. Los valientes marines norteamericanos atarán a las patas del monstruo cientos de cohetes y con el impulso de éstos lo lanzarán al espacio exterior. Deténganse un momento en la idea: cientos de cohetes, atarlos a un lagarto gigantesco, lanzarlo al espacio. La imaginación de Stan Lee no tenía fronteras. Y la inocencia que se exigía al lector tampoco.



Y tras tamaña (e imposible) proeza, una tensa cuenta atrás y ¡varoom! el monstruoso Droom sale volando por los aires y enviado al espacio exterior, a otros confines de la galaxia. No me negarán que la viñeta que viene a continuación, con el bicho flotando por el espacio, no es maravillosa en términos de pop ausente. Pero la historia no acaba ahí, como indica la nota del editor, sino que sólo es el comienzo, the beginning. En una vuelta de tuerca definitiva, por si no teníamos suficiente, se desvela el gran secreto. El vagar de Droom por el universo acabará cuando éste llegue a un planeta apto para la vida del que el monstruo de hoy será su primera especie. Y el nuevo planeta es... La Tierra!!!!



I Saw Droom, The Living Lizard (qué hermosotes eran los títulos de estas historias) fue publicada por primera vez en el Tales to Astonish! número 9, en mayo de 1960. La portada, por cierto, no era de Heck sino de Kirby. En Universo Marvel no hay datos sobre posibles ediciones españolas, como complemento, en los viejos tebeos Vertice, aunque probablemente sí la hubo si tenemos en cuenta que se trata de una historia reeditada por Marvel en un par de ocasiones. Y ese factor, la disponibilidad de materiales, acostumbraba a comportar la publicación en castellano.

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