Con algo de retraso, cierro las crónicas de Sitges 2017 con algunos títulos que sería injusto no comentar o destacar.
De Palma
Documental que recorre la carrera de Brian de Palma sustentado únicamente por una larga entrevista en la que este comenta una a una todas sus películas y/o proyectos no finalizados. En lo formal es de una simpleza absoluta: el protagonista en plano fijo y escenas de filmes (propios o ajenos) que se van intercalando. Como documental, en definitiva, se limita a aplicar la fórmula más básica y tradicional posible. Claro que con tamaño protagonista no hace falta más para que el resultado sea la mar de disfrutable, casi dos horas que pasan en un suspiro y se alzan con el mayor triunfo posible para un producto de estas características: tras visionarlo es inevitable lanzarse a revisar la filmografía de Brian de Palma de cabo a rabo.
The Girl with all the gifts
Estupenda película y enésima demostración que el subgenero zombie/infectados, lejos de agotarse, sigue permitiendo aportaciones más que notables. Con guión de Mike Carey, conocido sobre todo por su labor como escritor de cómics, y con un director salido de la factoría inglesa de series de género (ha firmado episodios de Doctor Who, Black Mirror o Sherlock), su pertenencia directa a la tradición británica es incuestionable y, eso, son palabras mayores porque si algo distingue a esta es la elegancia, riqueza y respecto dado al género fantástico desde tiempos inmemoriales y por múltiples vías: literatura, tebeos, películas, producciones televisivas. The Girl with all the gifts no traiciona ese notable legado sino todo lo contrarío, no puede tener mayor aroma a ciencia ficción clásica, regala unas cuantas buenas ideas (el tema de los hongos, por ejemplo) y su desenlace es puro Twilight Zone.
It Stains the Sands Red
Seguimos en lo zombi con un título que quizá habría merecido no quedar enterrado en las maratones nocturnas para insomnes que, eso sí, supieron destacarlo con el premio a la mejor película de las sesiones de medianoche. Tampoco se crean que es una maravilla, ojo, pero sí una serie b resultona levantada sobre mimbre escaso: una chica de mala vida se queda tirada en el desierto tras huir del caos apocalíptico de Las Vegas, y un zombi a piñón fijo la perseguirá de manera implacable. Más allá de la metáfora del acoso sexual (tan evidente que su subrayado era innecesario), la cuestión es que cuando uno se teme que va a ser todo el rato lo mismo, la historia sabe girar con acierto y dar brío al asunto, hasta el punto que cuando al final flirtea con la moralina y flota el mensaje de que no hay nada como el fin del mundo para rehacer tu vida, la cosa no molesta demasiado.
The Autopsy of Jane Doe
Una de las joyitas del festival, una de esas series b a las que se suele otorgar el rango honorífico de ser “como las de antes”, etiqueta que es puro tópico pero de lo más eficiente para dejar claro de que va el asunto. También algo equívoca, porque a menudo lo que hay detrás, de lo que se trata en realidad, es de una dignísima aportación al cuento de miedo más noble y puro, aquel cuya única pretensión es hacernos estremecer pese a lo modesto de los medios empleados. En este caso, una funeraria como único escenario y un cadáver sin identificar cuya autopsia convoca malignas fuerzas sobrenaturales. Una de esas pelis que crecen y se hacen robustas, que juegan bien al reparto de susto, intriga y sugerencia. Al final, todo hay que decirlo, se alborota un poco con un estallido del terror de feria que, por otro lado, era inevitable por su condición de… “serie bé de las de antes”.
Hardcore Henry
Uno de esos casos poco frecuentes en los que el ejercicio de estilo puro y duro no está reñido con la diversión pura y dura. Cantante de la banda de rock alternativo Biting Elbows, el ruso Ilya Naishuller ha ido labrando una espectacular carrera audiovisual desde que irrumpió con un brillante videoclip rodado con cámara GoPro y perspectiva en primera persona. Esa misma técnica es la que ahora traslada a un largometraje, reto importante pues proponer hora y media de cámara subjetiva exige mucho más que la mera habilidad técnica. No es el primero en intentarlo, le preceden clásicos del cine negro como La senda tenebrosa o La dama del lago, así como una derivación tan profusa como el found footage (que ha dado grandes títulos, pero que también demuestra lo complicado del asunto). Naishuller sale victorioso del envite, y de qué manera, aplicando una fórmula compuesta principalmente por dos ingredientes. Acudir al lenguaje de los videojuegos es uno, al fin y al cabo es donde más y mejor se ha desarrollado la visión en primera persona. El otro es la diversión trepidante, desmelenada y gore con una trama sencilla que mezcla ciborgs, mutantes y centenares de sicarios para un body count casi infinito. Una fiesta.
Lo chiamavano Jeeg Robot
Una de las reglas que me guían durante el Festival es la que reza: en caso de duda escoge la película de El Retiro. En la mayoría de ocasiones la decisión es la correcta y esta fue una de ellas. Aportación italiana al cine de superhéroes, precisamente esa procedencia mediterránea es su mejor baza: la mirada cultural es otra y , si hace bien, ventila y refresca un espacio lleno de blockbusters que, resultones o no, siguen la misma fórmula monolítica. En este sentido, la peli tiene ecos a El protegido y remite a la figura del Joker en determinados momentos, pero la cita directa es a la serie de anime Getter Robot de Go Nagai, el creador de Mazinger Z, y no, no por la presencia de gigantes metálicos sino como homenaje original y delicioso. Más allá de estos referentes, lo importante es que asume y actualiza el legado del cine de género italiano que tanto añoramos, empezando por el título, puro espagueti; por una trama de delincuencia marginal que es puro poliziezco, violencia incluida; o por atreverse con detalles que hoy serían inconcebibles en una producción de Hollywood, como dotar de arrolladora sexualidad a una disminuida mental. El resultado combina de maravilla dureza suburbial, poética sentimental, heroísmo y tortazos.
Grave (Crudo)
Otro de los grandes títulos que han podido verse y que llegó precedido por los desmayos provocados durante su proyección en el Festival de Toronto. Una expectativa peligrosa porque los espectadores de Sitges han curtido una sensibilidad rocosa y curada de espantos. En realidad, aunque la contundencia de algunas escenas es poderosa, está lejos de ser un festín de sangre y tripas, ni lo pretende. Prometedor debut de la directora francesa Julia Ducournau, explica la historia de una joven educada en estricta alimentación vegetariana que, internada en una elitista facultad de veterinaria, descubre lo mucho que le gusta la carne cruda, especialmente si es humana. Relato de horror grotesco más clásico de lo que aparenta por su factura indie afrancesado, ofrece una sugerente visión del vampirismo y, en algunos momentos, remite a las chicas sangrientas de Jean Rollin.
Swiss army man
He dejado para el final a la ganadora del premio a la mejor película para, antes de comentarla, lanzar algunas reflexiones sobre el principal galardón de Sitges. La perspectiva que dan los casi 50 años del Festival lo permite. Una de las grandes contribuciones de Sitges es descubrir autores, señalar tendencias y trazar una línea cronológica de grandes clásicos del cine fantástico o de terror. Obviamente, solo el tiempo desvela lo acertado o no del premio dado, y en la lista de ganadoras hay de todo. Hay años que se recuerdan por una película concreta y otros que, repasados ahora, demuestran que no premiaron títulos que luego resultaron claves y sí otros que ya nadie recuerda. Lo ideal sería que la ganadora fuera siempre una de esas películas que pasarán a la historia del género, pero eso es imposible, pura utopía. Por otro lado, la decisión del jurado siempre es legítima y tiene sus razones, del mismo modo que luego los aficionados también están en su derecho de compartirla o rechazarla. En todo caso, lo único que puede fallar ocasionalmente en ese esquema es que los miembros del jurado no sean conscientes de la importancia histórica del premio dentro de su especialidad temática.
Dicho esto, Swiss army man es un buen ejemplo de película a la que le va algo grande la distinción o, mejor dicho, no se acomoda bien a esta frente a otras más óptimas o lógicas (en esta misma entrada hay tres o cuatro de ellas). Por otro lado, esto no significa que sea una mala película o que carezca de mérito, no se trata de eso; de hecho, es bastante evidente que la intención del jurado ha sido apoyar una propuesta original, extravagante e insólita en un tiempo poco proclive a estas características, tanto que resulta sorprendente que un proyecto como este consiguiera salir adelante. La premisa es la siguiente: un náufrago desesperado alivia su soledad convirtiendo su amigo imaginario a un cadáver que la marea ha dejado en la orilla. La idea aún es más loca cuando reincide una y otra vez en un humor grotesco y escatológico alrededor de la combustión gaseosa propia a todo muerto en proceso de descomposición, es decir, un festival de pedos y líquidos a los que el náufrago encontrará fantasiosa utilidad. El desarrollo es irregular, no siempre encaja bien ese humor grueso con su naturaleza de fábula poética sobre la soledad contemporánea y, desde luego, tiene un desenlace que deja perplejo por raro y discutible, pues su trasfondo es realmente oscuro y chungo. Es justo señalar tres virtudes: los momentos en que remite con delicadeza al teatro de títeres y marionetas; el atrevimiento de sugerir con alegría una variante travestida de la necrófilia (de perfil romántico, ojo, no se me espanten); y, por encima de todo, el trabajo de Daniel Radcliffe en el papel de saco sin vida camino del rigor mortis, es decir, de muñeco muerto e inerme.
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18.10.14
CRÓNICAS DE SITGES 2014 (XXXII): THE STRANGER
La conexión entre Sitges y el cine de género chileno aliado a Eli Roth prosigue con la opera prima de Guillermo Amoedo, guionista de la voluntariosa Aftershock y coguionista de la divertida The Green Inferno. En esta ocasión la productora de Nicolás López nos una apreciable historia de vampiros rodada en lengua inglesa con vistas al mercado norteamericano —quizá sea eso el punto débil, ese inglés que en ocasiones me suena impostado—. No es una historia vampírica de corte clásico y canónica y sí una trágica historia de relaciones paterno-filiales por partida doble. Aunque de entrada parecía que iba a ser algo aburrida, lo cierto es que la historia va creciendo muy bien mientras la trama se entrelaza y complica. Vamos, que pasan cosas y eso mantiene el interés. En su tramo final remite, de manera honesta, a la estupenda Los viajeros de la noche.
14.10.14
CRÓNICAS DE SITGES 2014 (XXVII): WHAT WE DO IN THE SHADOWS
Con uno de los responsables de Flight of the Conchords al mando, este falso documental sobre un grupo de vampiros que comparten piso, un poco como los míticos Young Ones, se llevó el premio el premio del público sin que puede discutirse su mérito: regalar altas dosis de hilaridad y carcajada. Nueva Zelanda vuelve a demostrar que en cuestión de risa produce una mutación en la que el sentido del humor británico se filtra con una perspectiva burra y de pueblo. Tiene buenas ideas, un generoso surtido de gags que van desde la reverencia a los Monty Python a lo tremendamente cafre y sabe que el formato se agota a los 80 minutos. Todo bien.
29.3.14
DOS DE GÉNERO: MANITÚ Y LA FORTALEZA
Por cuestiones diversas, entre la necesidad, el interés y la evasión, me puse con un par de lecturas menores un poco con la intención de dejar que los modos de la novela de terror sencilla y sin pretensión me impregnaran un poco. EN concreto: Manitú de Graham Masterton y La fortaleza de F. Paul Wilson.
Manitú no es gran cosa desde el punto de vista literario, esto es así y no ofrece mayor discusión. Prosa sin complicaciones, directa y sustentada en los diálogos siguiendo el molde del best-seller insustancial. A cambio, ofrece entretenimiento a raudales y como relato de terror fantástico es un inmenso delirio por el que es muy difícil no sentir simpatía, con sus hechiceros sioux resucitados, sesiones de espiritismo bizarro, el recurso del manitú de la tecnología y reputados cirujanos que se entregan felices a la versión de un charlatán que se gana la vida con el tarot.
Manitú tuvo una adaptación fílmica, protagonizada por Tony Curtis, tan loca y delirante como la novela (¡viva la fidelidad!). Aquí se estrenó con el creativo título de Regreso desde la quinta dimensión, filme loco que reverencio y sobre el que ya escribí en la prehistoria del blog.
Graham Masterton, que fue director del Penthouse británico, desplegó a partir de Manitú una prolija carrera de escritor centrada en el thriller, el terror y los manuales de sexología, acabó fusionando los dos últimos sin perder el espíritu alocado. Apenas publicado por aquí, Valdemar ha acudido al rescate con una antología que ardo en deseos de tener en mis manos: El hijo de la bestia y otros relatos de terror y sexo extravagante.
Respecto a mi otra lectura, La fortaleza de F. Paul Wilson, curiosamente muestra mayor ambición pero acaba siendo decepcionante. Durante la Segunda Guerra Mundial una compañía de soldados alemanes se instala en una extraña fortaleza en las montañas de Rumanía. El punto de partida es interesante y tiene cosas que están muy bien: nazis en Transilvania, zombis de las SS, dudas de un judío ante el efecto de la cruz en un ser sobrenatural, vínculos con Bram Stoker, guiños al Necronomicón y un inicialmente original tratamiento del vampirismo; pero según avanzaba en la lectura me iba resultado más árduo llegar hasta el final, que en su epílogo alcanza cimas de lo ridículo con pajaritos cantando mientras el héroe resucita por amor y happy end. Colofón vergonzoso para una novela que empieza muy bien y que cae sin remisión a partir del momento en que la historia se convierte en una lucha entre inmortales del Mal y el Bien, del Caos y el Orden, que es algo que casi siempre me tira para atrás.
Como Manitú, también tuvo su adaptación al cine, aquí conocida como El torreón (The Keep) y que sólo tuvo distribución en video. Dirigida Michael Mann en los principios de su carrera, justo antes de triunfar en televisión con Corrupción en Miami, era una serie bé de estética absolutamente ochentera llena de humos, neones, música de Tangerine Dream y reparto curioso (Scott Glenn, Gabriel Byrne, Ian McKellen). Que fuera bastante mejor que el material original resulta curioso porque desaprovechaba alguna de las pocas cosas buenas del libro: no hay ejército de zombis nazis (¡Imperdonable!) y cambiaba el aspecto del ente diabólico, que en la peli es una especie de Predator y en la novela un Nosferatu con melenas. Aún así, la recuerdo con bastante simpatía.
Manitú no es gran cosa desde el punto de vista literario, esto es así y no ofrece mayor discusión. Prosa sin complicaciones, directa y sustentada en los diálogos siguiendo el molde del best-seller insustancial. A cambio, ofrece entretenimiento a raudales y como relato de terror fantástico es un inmenso delirio por el que es muy difícil no sentir simpatía, con sus hechiceros sioux resucitados, sesiones de espiritismo bizarro, el recurso del manitú de la tecnología y reputados cirujanos que se entregan felices a la versión de un charlatán que se gana la vida con el tarot.
Manitú tuvo una adaptación fílmica, protagonizada por Tony Curtis, tan loca y delirante como la novela (¡viva la fidelidad!). Aquí se estrenó con el creativo título de Regreso desde la quinta dimensión, filme loco que reverencio y sobre el que ya escribí en la prehistoria del blog.
Graham Masterton, que fue director del Penthouse británico, desplegó a partir de Manitú una prolija carrera de escritor centrada en el thriller, el terror y los manuales de sexología, acabó fusionando los dos últimos sin perder el espíritu alocado. Apenas publicado por aquí, Valdemar ha acudido al rescate con una antología que ardo en deseos de tener en mis manos: El hijo de la bestia y otros relatos de terror y sexo extravagante.
Respecto a mi otra lectura, La fortaleza de F. Paul Wilson, curiosamente muestra mayor ambición pero acaba siendo decepcionante. Durante la Segunda Guerra Mundial una compañía de soldados alemanes se instala en una extraña fortaleza en las montañas de Rumanía. El punto de partida es interesante y tiene cosas que están muy bien: nazis en Transilvania, zombis de las SS, dudas de un judío ante el efecto de la cruz en un ser sobrenatural, vínculos con Bram Stoker, guiños al Necronomicón y un inicialmente original tratamiento del vampirismo; pero según avanzaba en la lectura me iba resultado más árduo llegar hasta el final, que en su epílogo alcanza cimas de lo ridículo con pajaritos cantando mientras el héroe resucita por amor y happy end. Colofón vergonzoso para una novela que empieza muy bien y que cae sin remisión a partir del momento en que la historia se convierte en una lucha entre inmortales del Mal y el Bien, del Caos y el Orden, que es algo que casi siempre me tira para atrás.
Como Manitú, también tuvo su adaptación al cine, aquí conocida como El torreón (The Keep) y que sólo tuvo distribución en video. Dirigida Michael Mann en los principios de su carrera, justo antes de triunfar en televisión con Corrupción en Miami, era una serie bé de estética absolutamente ochentera llena de humos, neones, música de Tangerine Dream y reparto curioso (Scott Glenn, Gabriel Byrne, Ian McKellen). Que fuera bastante mejor que el material original resulta curioso porque desaprovechaba alguna de las pocas cosas buenas del libro: no hay ejército de zombis nazis (¡Imperdonable!) y cambiaba el aspecto del ente diabólico, que en la peli es una especie de Predator y en la novela un Nosferatu con melenas. Aún así, la recuerdo con bastante simpatía.
23.10.13
CRÓNICAS DE SITGES 2013 (XXII): ONLY LOVERS LEFT ALIVE
Otra de las grandes películas de Sitges 2013 ha sido la aportación de Jim Jarmush a la filmografía vampírica. Han pasado varios días y unos cuantos filmes desde que la disfruté y su impronta permanece en mi memoria y retina. Jarmush lleva el género a su terreno, como no podía ser de otra manera, sin que eso suponga alterar los códigos de lo vampírico. Con el tempo propio de seres que pueden vivir siglos, los no muertos de Jarmush son melómanos y lectores exquisitos (¡leen a Foster Wallace!), pasean por una Detroit fantasmal llena de edificios abandonados, llevan con dignidad su adicción porque nuestra sangre ha perdido calidad, hacen guiños a la historia, a la realidad de lo zombi, a las pelis de la Hammer o da muestras de un sutil sentido del humor (ese momento Soul Dracula). Tilda Swinton está hipnótica, la selección de temas musicales es una absoluta delicia y ante su plano final es inevitable pensar en nuestro fantaterror setentero. Imposible no caer rendido con una película que se abre con este temazo de Wanda Jackson:
20.10.13
CRÓNICAS DE SITGES 2013 (XIX): BORGMAN
11.10.13
CRÓNICAS DE SITGES 2013 (IV): RIGOR MORTIS
Si vengo a Sitges cada año es para ver películas como ésta, que quizá no veré nunca y menos en pantalla grande. Sin darme cuenta, ya estoy escribiendo esto de la misma forma que escribí con la anterior película de Juno Mak vista en Sitges: Revenge: Love Story, de cuya doble lectura moral no está tan lejos esta propuesta que por género no puede estar más alejada. Rigor Mortis lleva a cabo una necesaria fusión entre la vieja tradición china de terror y fantasía, con la recuperación de los entrañables vampiros chinos, y la ya decana (porque tiene más de una década) tradición de los fantasmas japoneses mundialmente famosos (e influyentes) desde The Ring. Es una buena fusión, y en cuestión de efectos especiales y poder visual la peli es estupenda. Pero tampoco se me despisten. Rigor Mortis remite al clásico Mr. Vampire (ahí está Chin Siu-ho en el reparto, además de otras leyendas vivas del viejo Hong Kong como Richard Ng y Hoi-Pang Lo) e incluso a piezas más oscuras y bizarras como The Omen o el Black Magic de la Shaw, pero no es sólo una película de fantasmas, efectos y sangre sobre un tipo (un actor fracasado, nada menos) que decide suicidarse en un cochambroso bloque de apartamentos donde habitan fantasmas (también suicidas) y vecinos taoistas. Hay mucha tragedia y la película destila también un aura de tristeza, lo cual embellece el asunto. Y encima con escenas tan crudas como la de la vieja y el niño albino. Lástima que al final le añaden un muy forzado epílogo, del todo inecesario, que me dicen que es el tipo de imposición que se pide para su estreno en China.
Zona de Spoilers
Al final, el epílogo que sobra viene a decir que todo ha sido el sueño de un muerto. Lamentable. Me dice Domingo López, que de cine oriental sabe más que nadie: "de nuevo, el peaje para poder estrenar en China, donde prohiben estas cosas... A menos q resulten ser sueños o alucinaciones". Visto así, que allí donde se prohiben los fantasmas sin explicación racional ésta sea que se trata de la ensoñación de un suicida reciente tiene su gracia, su ironía y su acierto.
Bola extra: una reflexión
Antaño, el hogar de monstruos y fantasmas eran viejos caserones alejados del mundanal ruído. En los últimos años proliferan las películas que hacen del bloque de apartamentos suburbial y casi inhabitable el lugar idóneo para el terror y la violencia. Lo hemos visto en películas inglesas (Citadel, Tower Block, Attack the block), francesas (La horda) y de Hong Kong (Dream Home y este Rigor Mortis). Es cierto que ahora las ideas y zeiltgeists recorren el mundo de una punta a otra, pero también que este paisaje del terror es hijo de nuestro miedo más cercano: una crisis que también recorre todo el mundo.
CRÓNICAS DE SITGES 2013 (I): BYZANTIUM
Inauguro Sitges 2013 con la película que muchos pensamos que iba a ser la sesión sorpresa del año pasado: Byzantium de Neil Jordan. Historia de vampiros contemporánea, sin duda es de interés para los aficionados al género y no es una mala película, pero hay algo descompensado en ella. Es curioso porque es tan sórdida como Juego de Lágrimas, a ratos una fantasía poética de sangre y adolescencia como En compañía de lobos y salen vampiros, como en Entrevista con un vampiro; es decir, hay un poco de todo lo que ha hecho a Neil Jordan un gran director. Me gustan las variaciones que hace sobre el cánon vampírico, como los engarza en el marco de la crisis (irlandesa) y la sordidez y violencia de algunas imágenes, pero al mismo tiempo me resulta lánguida de ver, quiza por esa muy presente y parsimoniosa voz en off que acentúa cierta demora narrativa. Y el final acaba siendo un poco blandito. Sale el prota de Antiviral, el pelirrojo pálido ese, que ya parece encasillado a hacer de jovenzuelo enfermo.
ZONA DE SPOILERS:
Respecto al canon vampírico, lo transgrede con algunos aciertos (en especial que se mantenga que tengan que ser invitados para entrar en una casa) y me parece muy poderosa esa idea del vampirismo como un patriarcado secreto.
2.11.12
CRÓNICAS DE SITGES 2012 (XXIX): DRACULA 3D
Ay, querido Argento, con lo que tú has sido. No negaré que produce cierta tristeza ver tan clara la decadencia de un maestro del género, autor de más de una obra maestra y de un montón de títulos clásicos, un renovador y una influencia clave dentro del cine de terror de las últimas décadas. El declive de Dario Argento deja en evidencia el fin de la vieja industria del cine de género y bajo presupuesto europeo, una máquina cuyo funcionamiento continuo ya era por sí misma un apoyo, un cimiento sobre el que construir edificios fílmicos compactos pese a estar destinados al extrarradio. También hay cierta poética en el declive de Argento, la poética de quien niega el presente y el futuro y que sigue ahí, pese a todo, dispuesto a rodar lo que sea, cuando sea, como sea, por pura necesidad. La insurgencia del adicto a la mirada. Argento sigue haciendo películas porque sabe que si se detiene está muerto, y por seguir vivo pacta con el diablo del cine y paga el precio del subproducto. Su versión 3D de Dracula lo es, un subproducto en régimen de coproducción europea con el euro bajo mínimos. También hay algo hermoso en ello, un deseo utópico de supervivencia, una condición de monstruo solitario que antaño era legión y hoy sólo leyenda. El Dracula 3D de Argento es mala, es imposible negarlo, pero despierta cariño, simpatía y ternura. La ternura del fan, incapaz de decir nada malo pese al deambular de los actores, con ese Thomas Kretschmann pasado de rosca gótica en el papel de conde o un Rutger Hauer haciendo de Van Helsing decrépito. Es imposible decir nada porque pervive en ella esa teta gratuita que hoy tanto encontramos a faltar. La teta gratuita y también impúdica de Asia Argento y de Miriam Giovanetti. Es imposible el degüello pese a sus decorados de cartón piedra porque sabemos que en el fondo son metáfora de una Europa que se nos cae a pedazos. De hecho, incluso puede decirse que hay cierto encanto en su uso del 3D, con unos planos que parecen sacados de dioramas infantiles, de esos cuentos ilustrados para niños que se despliegan al abrir y extender sus páginas. Un 3D de cartón troquelado y cuento viejo. Pero vamos, cómo se puede decir nada malo de una película en la que Drácula entra en casa de Mina convertido en una mantis gigante. Ante como esta sólo cabe el aplauso y el respeto. El elogio a la locura.
Nota al margen: la sesión se abrió con la entrega de un premio honorífico al productor, Enrique Cerezo, un acto cargado de bizarría celtibérica que permitió, por una vez, el sano engoliramiento del público del Auditorio.
5.10.12
CRÓNICAS DE SITGES 2012 (III): V/H/S
El found fotage, el manuscrito encontrado adaptado a imágenes rodadas con móviles, cámaras digitales y webcams, parece que está aquí para quedarse y de momento sigue dando algún que otro fruto recomendable (hace unas semanas disfruté mucho con Chronology, por ejemplo). Y no se trata sólo de la estupenda adaptación de un recurso tradicional del cuento de miedo a la nueva cultura visual del youtube. Hay algo que funciona bien en el uso de estas imágenes para inquietar al espectador. Quizá sea tan fácil como decir que el formato tele-real añade una extraña verosimilitud, o algo, no sé. Y luego está que es barato de rodar y da sus frutos comerciales, convirtiéndose así en la primera escuela de serie bé del siglo XXI.
V/H/S se compone de cinco relatos y no está nada mal. Supera los problemas argumentales de alargar hasta el largometraje al nuevo género, aunque luego también canse las casi dos horas de cámara en mano. En cierta forma funciona como las viejas películas de terror de la Amicus, y como aquellas tiene su parte más débil en la historia que sirve para engarzarlas a todas. A cambio, podemos disfrutar de una vampira fascinante, de un acercamiento al slasher con un brillante acierto visual, de una apreciable pieza rodada en Skype (en parte la más inquietante porque lo que parece un cuento de fantasmas se convierte en algo que remite a Cronenberg o Lynch) o el divertido paseo por el American Ghotic y las casas encantadas que cierra la antología y que remite al entrañable tren de la bruja de las ferias ambulantes.
13.10.11
CRÓNICAS DE SITGES (XXIV): THE MOTH DIARIES
La directora de American Psycho regresa a Sitges con un cuento de miedo bastante canónico en su punto de partida: adolescencia traumada (por el suicidio del padre), internado femenino y espectro vampírico suelto. Las intenciones son buenas y no negaré que seguí bien la proyección e incluso despertó mis simpatías, pero es muy poca cosa, probablemente porque el público al que va dirigido es adolescente y femenino, y aunque se dota de pinceladas de poética fantástica y atmósfera gótica, los subrayados son de brocha gorda y menstruante. Para que me entiendan: se sugiere vampirismo lésbico y la escena siguiente se habla de Carmilla. Luego comentan Drácula y se presenta a la amiga vampirizada como Lucy mientras el presunto espectro luce Bloch como apellido. Vale, son guiños, pero es todo muy básico y cierra mal las dos historias paralelas que le dan estructura, por no hablar de los penosos flashbacks en blanco y negro. En fin, pasemos página y quedemonos con la presencia de Lily Cole.
15.10.10
CRÓNICAS DE SITGES 2010 (XXIV): LET ME IN
Me resulta muy complicado hablar de Let Me In, remake estadounidense de la excelente peli sueca que aquí se estrenó como Déjame Entrar (y que de hecho fue uno de los platos fuertes de Sitges en 2008. Me resulta difícil porque al tener muy fresca la original (y eso que han pasado dos años) la capacidad de sorpresa es nula y uno no la ve virgen. Como remake es evidente que es más que digno, y uno incluso podría intuir que en determinados aspectos es mejor, pero me resulta confuso y complejo establecer este tipo de afirmaciones. Lo único que puedo decir es que es una buena película que confirma a Matt Reeves como tipo a seguir (su excelente Cloverfield ya lo indicaba) y que supone, como curiosidad, el regreso de nuestro querido sello Hammer
CRÓNICAS DE SITGES 2010 (XX): STAKE LAND
Con evidentes ecos a Soy Leyeda o The Walking Dead, esta Tierra de estacas es una más que aceptable película de genero, con sus virtudes y sus defectos. Entre estos últimos el más importante es que su ritmo decae en el último tercio. Ambientada en un holocausto por infección vampírica, su estructura argumental es clásica: acompañamos en un largo viaje en pos de la esperanza a un joven aprendiz de cazavampiros y su rudo maestro. También tiene mucho aroma de western y es de agradecer su carácter de serie bé sin pretensiones. Otras de sus virtudes las apunto más abajo:
Zona de Spoilers
Que la película se inicie con un vampiro dando cuenta de un bebé siempre es un detalle de agradecer. También que la embarazada acabe sucumbiendo trágicamente. No se trata de alabar lo gratuito sino todo lo contrario, son muestras de que se trata de un producto ajeno a la corrección hollywoodiense. Pero, por encima de todo, contiene el tipo de idea que me seduce por ser puro pOp de derribo: un grupo de fanáticos religiosos se dedica a capturar vampiros y lanzarlos desde un helicóptero sobre los pocos refugios laicos que quedan en pie.
10.6.10
TERRORES DIPRETA
Mientras andaba yo haciendo el cenutrio por A Coruña, se hacía pública la muerte de Tony DiPreta. No era un dibujante conocido por aquí, ni tampoco reivindicado, pero era una firma que me caía simpática cuando la veía en las historietas de complemento de los tebeos de Vértice. DiPreta fue un currante de la Edad de Oro que pasó por un porrón de editoriales, y la explosión del tebeo de terror anterior al code le pilló como miembro de la plantilla de la Atlas, de ahí que algunas de sus viejas historietas se publicaran de manera dispersa por España. Como los horrores precode son uno de los temas favoritos de este blog, he seleccionado unas cuantas de sus viñetas a modo de homenaje. Vampiros, momias, zombies, calaveras y todos los miedos de la época pasaron por sus lápices.
25.3.10
HABITACIONES SEPARADAS
Arriba, en primera línea, versión original de dos viñetas procedentes de la historieta The Tower of the Demon Dooms!, ilustrada por Mike Ploog y publicada en el Eerie de la Warren número 35 (1971). En segunda línea, las dos viñetas tal y como aparecieron en su versión española en el número 1 de la revista Rufus (1973). Utilicé ambas viñetas en la charla de la UCM, pero quería destacarlas con entrada propia en el blog. Como ven, el editor español se autocensuró, no sólo vistiendo a la vampira en la segunda viñeta, sino también eliminando el hecho de que la pareja había pasado junta la noche dándole al fornicio, y sustituyendo la escena de cama con chica desnuda por una panorámica del castillo donde suceden los hechos. Más aún, el texto español destaca que durmieron en habitaciones separadas. El descubrimiento de estas viñetas no es mío, sino que pertenece a Tebeosfera y a las fichas que han hecho de las versiones españolas de la Warren en los 70s, y que no se conforman con listar contenidos y procedencias sino que también realizan una trabajada comparativa con las versiones originales. Yo me he limitado a escanearlas de nuevo.
2.10.09
CRÓNICAS DE SITGES '09 (IV): THIRST de Park Chan-Woon
A estas alturas resulta evidente que Park Chan-Woon se lo puso muy difícil con Oldboy, del mismo modo que aquella de la chica robot vista en Sitges hace un par de años me aburrió sobre manera. Afortunadamente remonta con Thirst, que me ha gustado bastante, por no decir mucho. Tiene ese ritmo reposado que le es propio, pero está claro que rueda de cojones y cuando se pone operístico es fascinante.
Otra de las bodades de Thrist es que toca diversos palos con igual soltura: historia de vampiros, crisis religiosa, humor negro, melodráma de pasiones, sexo calientabutacas... Por todo ello resulta filme de imprescindible visión para amigos de lo vampírico, aunque sólo sea por su punto de partida: el protagonista infectado de vampirismo es un sacerdote (encima protagonizado por el camaleónico Kang-Ho Song, que a estas alturas se ha labrado una filmografía de aupa). La película tiene muchos más detalles que prefiero que disfruten ustedes por su cuenta (y calma, que el ritmo fluye a su ritmo) pero tan sólo un apunte: desde el punto de vista de la vampirización da un sorprendente giro en el que la teórica víctima humana, la chica vampirizada, acaba por ser quien ejerce el control de la situación.
Comentario al margen merece ver de nuevo una película coreana en la que el catolicismo cobra protagonismo. Es algo que nadie ha sabido explicarme, ya que sólo lo practica un 10% de la población de Corea del Sur. Lo pregunté en una rueda de prensa hace unos años (no recuerdo de quién) y la respuesta fue que la carga simbólica de la rligión católica les era muy útil para explicar historias. Esa explicación funciona en esta extraña y facinante historia de vampiros coreanos con sotana.
11.10.08
SINCRÓNICAS DE SITGES (VII): LET THE RIGHT ONE IN
Levantarme a las ocho de la mañana, tras acostarme pasadas las tres, para ver una película sueca es, evidentemente, una apuesta de riesgo. Agradezco desde aquí que Lord MAB, autoridad en lecturas de género, me recomendara acudir porque "la novela era bonita". "¿Bonita en qué sentido? No me apetece nada ver praderas con cervatillos", fue mi respuesta. No voy a negar que Déjame entrar, título con el que se estrenará por aquí, es una película un poco sueca. Bueno, es sueca del todo. Supongo que me entienden. Los suecos tienen ese tempo pausado y ese actuar lánguido en el que transitan del mismo modo ya sea para ducharse que para sucidarse, que es un poco lo mismo según como se mire (en sueco). Pero no me hagan caso: hoy me decían que era sueca y que duraba dos horas. Pues miren, ni me enteré. Y como filme vampírico es inexcusable para aquellos interesados en un subgénero hoy de capa caída (jejé) porque lo zombi tira por razón contextual (aunque el proceso de nacionalización de la banca promete un interesante giro en el fantastique). A lo que iba, que Let the Right One In, además de sueca, une dos elementos raros de ver hoy en día: canonicismo vampírico y un punto de vista diferente que hace las delicias del aficionado de toda la vida. Y encima es bonita sin necesidad de cervatillos. Un pequeño clásico que merece premio, más allá del Melies que ya le han dado.
11.8.08
UN BOCADO A MEDIANOCHE
Por alguna razón (tirada amplia, posterior reedición a cargo de Círculo de lectores y un saldo generoso) El Vampiro en el Cine de David Pirie (Centropress, 1977) es un libro que no suele faltar en las estanterías del buen pajero. Yo recorrí sus hojas con frecuencia en mi adolescencia. En algún lugar lo había leído y luego lo encontré saldado en algún estante de la Feria del Libro de Ocasión. Siempre lo he tenido a mano por casa. Entre el mucho material gráfico que hay en sus páginas, hacia el final me atraía mucho un montaje con una viñeta y un fotograma:
La imagen era realmente impactante. Un grupo de vampiros habían pillado a un tipo y le habían ensartado en la yugular un grifo con el que servir copas de sangre. Una sobresaliente imagen vampírica en contadas ocasiones superada. La viñeta correspondía a Midnight Mess (Un bocado a medianoche) historieta de Al Feldstein (guión) y Joe Orlando (dibujo) aparecida en el número 35 del Tales from the Crypt de la EC (abril-mayo, 1953). Y el fotograma pertenecía a Vault of Horrors (Roy Ward Baker, 1973). Tardé mucho en ver la película (seguramente en vhs o grabada de algún intempestivo pase televisivo) y más en leer la historieta: la EC ha permanecido inédita en España hasta hace bien poco, cosa extraña si tenemos en cuenta lo mucho que se rescató en los Setenta, precodes ignotos incluidos.
La británica Amicus nació con Dr. Terror (1965) y, aunque tras los pasos de la Hammer, se especializó en películas de episodios, todas ellas de terror. Un formato, el del cuento corto, que acostumbra a funcionar bien en el ámbito del terror; de hecho, casi que la tradición es esa y no la historia larga. Y con la modesta Amicus funcionaba muy bien. El formato siempre era el mismo: un grupo de tipos se reunía, se explicaban sus sueños o les leían el futuro (cada personaje, un episodio) y al final descubrían que ya estaban muertos. La estructura de las historias también era la misma y siempre se encaminaba a la conclusión de impacto, al final de horror, como todos los cuentos de terror, como todas las historietas precode o de la Warren. La última viñeta. El último fotograma. Vampiros celebrando la vendimia de un humano al que desangrar con estilo.
Con unas cuantas películas a sus espaldas, la Amicus miró a los cómics y decidió adaptar historietas de la EC con Tales from the Crypt (Freddie Francis, 1972) y al año siguiente Vault of Horror, que es donde se adaptó Midnight Mess (aunque la procedencia original se publicara en la otra cabecera). Resulta interesante comparar original y adaptación. En el tebeo, se inicia con el protagonista, Harold, de visita al pueblecito donde vive su hermana.
En cambio, en la adaptación fílmica la historia comienza con el protagonista asesinando al detective privado que ha contratado para localizar a su hermana.
El visitante llega al pueblo, llama a la puerta de su hermana y no recibe respuesta. Un hombre por la calle le advierte que está anocheciendo y que saldrán los vampiros. Entra en un restaurante donde le niegan la cena porque ya está anocheciendo... y luego los vampiros recorren el pueblo. Curiosamente, en la adaptación fílmica no se habla explíctamente de vampiros, sino de "los asesinos que salen de noche y sangran a sus víctimas".
A la salida del restaurante encuentra a su hermana en casa. En ambos casos la hermana incide en el tema de los vampiros (historieta) - asesinatos nocturnos (adaptación cinematográfica); en ambos Harold recibe la información con total escepticismo.
La diferencia está en el motivo de la visita. En la historia de Feldstein el protagonista va de paso. En la película el móvil es criminal: asesina a su hermana para cobrar la herencia del padre recién fallecido.
Una vez realizado el crimen, el protagonista sale de casa. En la historieta, donde no hay asesinato, la razón para salir a la calle de noche es sólo el insomnio.
Al salir ve que el restaurante donde se negaron a servirle esta abierto, y con notable afluencia de público.
El metre le recomienda el menú, compuesto de zumo y sopa.
El zumo sabe raro, y la sopa le resulta asquerosa.
Es la referencia a la sangre la que desata el final. Por si alguien no se ha dado cuenta (lo dudo), Harold está en un restaurante para vampiros. Los comensales ya se han percatado y una mirada al espejo basta para que Harold se dé cuenta del asunto.
La segunda sorpresa es la aparición de la hermana. En la historieta da explicaciones y casi le pide disculpas por lo que va a pasar. En la película, nada de eso: al fin y al cabo su hermano acaba de asesinarla.
Historieta y película terminan con el asalto de los vampiros y la imagen con que abría esta entrada y tanto me sedujo hace años.
En un primer momento, la adaptación cinematográfica del cuento me convencía. Uno ya parte de la base de que es difícil superar el impacto gráfico de los dibujos de Joe Orlando. De hecho, eso funciona bien. Que no se hablara de vampiros me daba la impresión que reforzaba la sorpresa final. Los asesinatos, bueno, intuía que servían al despiste y daban más agilidad al relato. Pero eso fue en un primer momento. Enseguida me percaté de que es todo lo contrario. En la historia de Feldstein no se rehuye la palabra vampiros porque así toda la escena del restaurante goza de un genial humor negro y macabro. Pero eso no es lo peor. Lo que daña la adaptación fílmica, como pasa casi siempre, es la introducción del elemento moral. En el episodio de la película de la Amicus el protagonista recibe, al fin y al cabo, su merecido: es un asesino. En la historieta, y ahí está el detalle vital, el protagonista es un pobre tipo de visita, movido por los lazos familiares. El comic siempre es más subversivo. Dicho lo cual, dejemos a los vampiros con su grifo.
La imagen era realmente impactante. Un grupo de vampiros habían pillado a un tipo y le habían ensartado en la yugular un grifo con el que servir copas de sangre. Una sobresaliente imagen vampírica en contadas ocasiones superada. La viñeta correspondía a Midnight Mess (Un bocado a medianoche) historieta de Al Feldstein (guión) y Joe Orlando (dibujo) aparecida en el número 35 del Tales from the Crypt de la EC (abril-mayo, 1953). Y el fotograma pertenecía a Vault of Horrors (Roy Ward Baker, 1973). Tardé mucho en ver la película (seguramente en vhs o grabada de algún intempestivo pase televisivo) y más en leer la historieta: la EC ha permanecido inédita en España hasta hace bien poco, cosa extraña si tenemos en cuenta lo mucho que se rescató en los Setenta, precodes ignotos incluidos.
La británica Amicus nació con Dr. Terror (1965) y, aunque tras los pasos de la Hammer, se especializó en películas de episodios, todas ellas de terror. Un formato, el del cuento corto, que acostumbra a funcionar bien en el ámbito del terror; de hecho, casi que la tradición es esa y no la historia larga. Y con la modesta Amicus funcionaba muy bien. El formato siempre era el mismo: un grupo de tipos se reunía, se explicaban sus sueños o les leían el futuro (cada personaje, un episodio) y al final descubrían que ya estaban muertos. La estructura de las historias también era la misma y siempre se encaminaba a la conclusión de impacto, al final de horror, como todos los cuentos de terror, como todas las historietas precode o de la Warren. La última viñeta. El último fotograma. Vampiros celebrando la vendimia de un humano al que desangrar con estilo.
Con unas cuantas películas a sus espaldas, la Amicus miró a los cómics y decidió adaptar historietas de la EC con Tales from the Crypt (Freddie Francis, 1972) y al año siguiente Vault of Horror, que es donde se adaptó Midnight Mess (aunque la procedencia original se publicara en la otra cabecera). Resulta interesante comparar original y adaptación. En el tebeo, se inicia con el protagonista, Harold, de visita al pueblecito donde vive su hermana.
En cambio, en la adaptación fílmica la historia comienza con el protagonista asesinando al detective privado que ha contratado para localizar a su hermana.
El visitante llega al pueblo, llama a la puerta de su hermana y no recibe respuesta. Un hombre por la calle le advierte que está anocheciendo y que saldrán los vampiros. Entra en un restaurante donde le niegan la cena porque ya está anocheciendo... y luego los vampiros recorren el pueblo. Curiosamente, en la adaptación fílmica no se habla explíctamente de vampiros, sino de "los asesinos que salen de noche y sangran a sus víctimas".
A la salida del restaurante encuentra a su hermana en casa. En ambos casos la hermana incide en el tema de los vampiros (historieta) - asesinatos nocturnos (adaptación cinematográfica); en ambos Harold recibe la información con total escepticismo.
La diferencia está en el motivo de la visita. En la historia de Feldstein el protagonista va de paso. En la película el móvil es criminal: asesina a su hermana para cobrar la herencia del padre recién fallecido.
Una vez realizado el crimen, el protagonista sale de casa. En la historieta, donde no hay asesinato, la razón para salir a la calle de noche es sólo el insomnio.
Al salir ve que el restaurante donde se negaron a servirle esta abierto, y con notable afluencia de público.
El metre le recomienda el menú, compuesto de zumo y sopa.
El zumo sabe raro, y la sopa le resulta asquerosa.
Es la referencia a la sangre la que desata el final. Por si alguien no se ha dado cuenta (lo dudo), Harold está en un restaurante para vampiros. Los comensales ya se han percatado y una mirada al espejo basta para que Harold se dé cuenta del asunto.
La segunda sorpresa es la aparición de la hermana. En la historieta da explicaciones y casi le pide disculpas por lo que va a pasar. En la película, nada de eso: al fin y al cabo su hermano acaba de asesinarla.
Historieta y película terminan con el asalto de los vampiros y la imagen con que abría esta entrada y tanto me sedujo hace años.
En un primer momento, la adaptación cinematográfica del cuento me convencía. Uno ya parte de la base de que es difícil superar el impacto gráfico de los dibujos de Joe Orlando. De hecho, eso funciona bien. Que no se hablara de vampiros me daba la impresión que reforzaba la sorpresa final. Los asesinatos, bueno, intuía que servían al despiste y daban más agilidad al relato. Pero eso fue en un primer momento. Enseguida me percaté de que es todo lo contrario. En la historia de Feldstein no se rehuye la palabra vampiros porque así toda la escena del restaurante goza de un genial humor negro y macabro. Pero eso no es lo peor. Lo que daña la adaptación fílmica, como pasa casi siempre, es la introducción del elemento moral. En el episodio de la película de la Amicus el protagonista recibe, al fin y al cabo, su merecido: es un asesino. En la historieta, y ahí está el detalle vital, el protagonista es un pobre tipo de visita, movido por los lazos familiares. El comic siempre es más subversivo. Dicho lo cual, dejemos a los vampiros con su grifo.
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