20.2.14

GÓTICO MALAGUEÑO

Esto de Trash entre amigos va como va, y si la semana pasada estábamos en Bilbao con un gorila gigante con zapatillas, mañana viernes 21 de febrero estaremos en la Térmica de Málaga  dispuestos a maldecir al Séptimo Arte.

La película escogida es una de esas oscuras e infames muestras de eurotrash con que la industria italiana nos alegró la vida. Ya saben que siempre digo que hay que vincular el auge del delirante cine de explotación italiano con el ascenso de Berlusconi del mismo modo que Kracauer vinculó el expresionismo alemán como reflejo insconsciente y colectivo de la irrupción de Hitler.

La película, como digo, es algo inenarrable y se titula Terror en el castillo de las mujeres malditas (1974), también conocida internacionalmente como Frankenstein’s Castle of Freaks, un titulo mucho más acorde con el argumento… si se puede decir que hay argumento. Lo de las mujeres malditas quizá sea porque El castillo de las mujeres malditas fue el título italiano de The Ghost in the Invisible Bikini (1966), una joyita pop con Nancy Sinatra y Boris Karloff, pero vamos, los designios de la explotación son inexcrutables, y más cuando tenemos por en medio a Dick Randall, que ejerce aquí de director (cosa rara) pero que como productor estuvo envuelto en mondos infames, copias de Emmanuelle, clones de Bruce Lee y hasta en tres títulos del maestro Juan Piquer Simón: Supersonic Man, Mil gritos tiene la noche y Los nuevos extraterrestres.

Terror en el castillo de las mujeres malditas (Frankenstein’s Castle of Freaks) es, en términos de canon cinéfilo, una película pésima. De hecho, está considerada la más mala de todas las que se inspiran, de alguna manera, en la inmortal criatura de Mary Shelley. Pero como siempre, eso es muy matizable porque es una espléndida muestra de cine inaudito que te lleva a preguntarte POR QUÉ. Diálogos malos, música atroz, montaje infecto, actuaciones pésimas, tetas, argumento absurdo, enanos y cavernícolas.

Os dejo con una galería de bellos carteles.






11.2.14

EL GORILA ATACA BILBAO


Trash Entre Amigos celebrará San Valentín como Dios manda: en Bilbao y con gorilas gigantes. La sesión se enmarca dentro de las actividades de Tracking Bilbao, un sarao (sub)cultural que también es como Dios manda. Aquí tienen toda la programación, llena de cosas mucho más interesantes (y que también implican a los miembros del Trash juntos y/o revueltos) que esta infame subproducción entre Corea del Sur y Estados Unidos que, en su momento, quiso aprovecharse del remake de King Kong de 1978, el de John Guillermin.

En la web de Trash entre amigos tienen más datos, horarios y un excelente resumen de lo que nos espera con El Gorila Ataca, película que vi en su estreno y de la que aún no me he recuperado.

Muy importante: es gratis, es en versión subtitulada y no es en 3D, con lo que tendremos que imaginarlo.

La película tiene una de las elipsis más grandes de la historia del cine y, en palabras del gran James Wallestein: "es la película más mala que he visto". También está llena de descaro y falta de vergüenza. Promete un espectáculo que nunca ofrece, está llena de escenas de relleno y esos momento de feliz delirio bizarro que sólo este tipo de cine puede ofrecer. Metalenguaje incluido.

Les dejo con la crítica publicada en La Vanguardia y con algunas imágenes.

«El Gorila Ataca»Proyección en tres dimensiones. Color de Lux.El cine Fantasio nos ofrece con este filme una nueva proyección por el sistema del relieve, es decir, en tres dimensiones, para el que es preciso, como es sabido, que el espectador sea provisto en la taquilla de unas adecuadas gafas de plástico. Cada vez que se ha dado una de estas proyecciones, muy de tarde en tarde, constituye un éxito, que el público celebra. El procedimiento es muy atractivo, y justifica por sí solo que se asista a visionar el filme, independientemente de los mayores o menores méritos de éste. Lo interesante es el sistema. Un medio óptico que añade al cine un gran caudal de vibración, de seducción y de dramatismo. Gracias a este procedimiento el mundo de les imágenes, ya sean de objetos, personas o paisajes, adquiere una fuerza insuperable.La película El gorila ataca, no es artísticamente demasiado importante. Se trata de un filme con gorila gigante, un poco en el estilo de los recientes de King Kong, pero con menos grandeza en los artificios puestos en acción. Le historia es, naturalmente, fantástica: Un barco de carga lleva a bordo un gorila gigante que alguien ha conseguido apresar vivo. Lo traslada a San Francisco con el propósito de exhibirlo en un zoo. Pero el fenomenal personaje logra desencadenarse, medio hunde el barco y se lanza al mar. En éste, mientras nada rumbo a la costa, es atacado por un tiburón con el que sostiene sangrienta pelea, y al que acaba venciendo. Ya en tierra, ataca una ciudad de Corea, en la que produce enormes destrozos y cuantiosas víctimas. Y a continuación se encamina hasta Seúl, la capital. Pánico, carreras, huidas en masa... El paso del gorila, una bestia que mide doce metros de altura, se señala por devastaciones y ruinas. El empeño de volver a capturarlo vivo se revela inútil. Y tras una emocionante serie de peripecias, harto convencionales, se consigue abatirlo. Para lograrlo tienen que unir sus elementos la policía de Corea y las fuerzas armadas de los Estados Unidos destacadas en el país, incluidos aviones y helicópteros.Historia entretenida, un poco ingenua, dentro de un fantasismo elemental, pero atractiva, sobre todo, gracias a los alicientes de la proyección en relieve, en este caso bastante bien logrado.

La Vanguardia el 10 de septiembre de 1977








2.2.14

LECTURAS MALDITAS


Leo Los libros condenados de Jacques Bergier movido por las ganas de diversión e interés por el concepto de libro maldito. Ese deseo de conocimiento debe matizarse, y mucho, porque lo que hay en sus breves páginas está en el confín extremo de cualquier metodología científica y es pura fantasía con forma de ensayo de no ficción. Vaya por delante que siento una enorme simpatía (y recuerden que yo soy persona escéptica) por Jacques Bergier por su condición de coautor, junto a Louis Pauwels, de El retorno de los brujos (1960). Éxito de ventas mundial y piedra angular de la eclosión del llamado realismo fantástico, que llenó las estanterías de charlatanes, desarrollaba teorías e historias dispares en cuatro apartados: los paralelismos entre alquimistas y científicos del átomo (era la época), continentes perdidos, nazismo esotérico (creo que fueron los primeros en hablar de ese vínculo enajenado) y poderes paranormales a raíz de unos supuestos experimentos de la marina norteamericana (que haberlos, los hubo, otra cosa es que llegaran a alguna parte). Una de las cosas que me gustan de El retorno de los brujos además de su sentido de la maravilla  es el uso de relatos de ficción de Arthur Machen o Arthur C. Clarke como apoyo a sus tesis. Es algo que me resulta maravilloso.


Los libros condenados es una obra de redacción acelerada hasta el punto de hacer evidente que está escrita deprisa y corriendo para llegar pronto a las estanterías y sacarse unos dineros. En ella Bergier habla de una serie de libros desaparecidos a lo largo de la historia (y de dudosa existencia, añado) para establecer la existencia de una conspiración centenaria llevada a cabo por los que bautiza como Hombres de Negro. Esto es muy divertido porque luego a penas los cita ni habla de ellos. De hecho, cualquier razonamiento lógico o demostrable brilla por su ausencia y su argumento más recurrido es que a él le parece creíble. Y hablamos de alguien que cuando aparece el tema de un supuesto poder de invisibilidad custodiado por los miembros de la Orden de la Golden Dawn lo justifica diciendo que él no tiene nada que objetar a que eso sea posible. Y ya está. Eso sí, subraya un par de veces que el Necronomicón no existe como si eso fuera la prueba de que el resto sí.



Los libros condenados a los que dedica un capítulo a cada uno de ellos son El libro de Toth (la destrucción de la Biblioteca de Alejandría da mucho juego), Las estancias de Dzyan (aunque en realidad sea un capítulo sobre Madame Blavatsky), la Esteganografía del Abad Tritemio (y eso lleva a una biografía del singular John Dee), el famoso Manuscrito Voynich (que desaparecido no está), El Manuscrito Mathers de la Golden Dawn (que aprovecha para atacar con dureza a Aleister Crowley), el Excalibur de Ron Hubbard que vuelve loco a quien lo lee (no conocía esta leyenda sobre el escritor pulp que fundó de la iglesia de la cienciología), los libros del sabio revolucionario ruso Filipov (una especie de Tesla soviético) y acaba con La doble hélice de James Watson, que tampoco es un libro desaparecido sino el relato personal del premio Nobel por sus estudios con el ADN que critica con dureza a la comunidad científica (no por nada esotérico sino por la personalidad mezquina y engreída de muchos científicos) y que fue objeto, como tantos otros, de numerosas trabas ante su publicación.


Los libros condenados de Bergier carece de rigor y no aporta argumentos, si a eso añadimos su redacción apresurada, desde una perspectiva seria y objetiva es muy fácil decir que es un mal libro. No tengo nada que objetar a ello, como diría el propio Bergier, pero por lo que a mí respecta me ha resultado una lectura muy divertida porque ofrece un buen puñado de historias y biografías de asombro disparatado muy estimulantes para la fantasía y la imaginación.