31.5.07

MASCARADA EN ORIENTE MEDIO (y VII)


Una vez en la furgoneta, Cora comprobó de nuevo sus bolsillos para asegurarse de que no contenían nada que mostrara su nombre real. Ella y todos los demás comenzaron a representar sus papeles. La única excepción era Joe Stafford, quien tenía sentimientos ambivalentes acerca de dejar atrás a sus colegas de la embajada. El plan no le entusiasmaba demasiado y se había negado a cambiar su aspecto. Pero lo peor de todo, parecía nervioso.



Mendez se adelantó. Su sección había estado poniendo a prueba la seguridad del aeropuerto de Mehrabad, enviando agentes que entraban y salían del país. Pero prefería ver las cosas por sí mismo. Igual que un ladrón de bancos valora un golpe, Mendez podía sentir inmediatamente si las cosas estaban en su sitio. Evaluaria las aduanas y mostradores de inmigración – ¿Cuán diligente, por ejemplo, era el personal? Pero más que los profesionales, le preocupaban el komiteh y la Guardia Revolucionaria detrás de ellos. Armados e impredecibles, hacían del aeropuerto en un lugar verdaderamente peligroso.

Pero aquella mañana parecía tranquila. Había miembros del komiteh en las aduanas, aunque prestaban toda su atención a los nativos que intentaban pasar alfombras y oro de contrabando. Mendez había elegido una hora de primera mañana porque alrededor de las 10, Mehrabad se convertía en el anárquico centro de transito típico de los países en desarrollo, con desordenadas colas de gente, bullicio, gritos y empujones. En ese momento la Guardia Revolucionaria aparecería para imponer su orden.

Cuando Mendez vio que la presencia militar era escasa, señaló al equipo que todo estaba despejado. Los americanos entraron en el aeropuerto turbados. Después de todo, no habían estado en público desde hacía casi 80 días. La mayor parte de los escapados trabajaba en el consulado y sabían perfectamente lo que significaba escrutar el papeleo oficial en busca de algún fallo. Aún peor, tres de ellos habían trabajado en la sección de visados. Habían sido vistos por miles de iraníes, la mayor parte de los cuales podía albergar cierto rencor hacia ellos por haber sido rechazados.

Todos respiraron más tranquilos cuando la facturación en el mostrador de Swissair y el paso por aduanas transcurrieron sin problemas. El grupo charlaba banalmente mientras Schatz se acercaba a inmigración presentaba su pasaporte y se lo sellaban. Los americanos se aterrorizaron momentáneamente cuando el agente desapareció con el resto de pasaportes. Pero poco después volvió al mostrador con aire despistado, portando una taza de te e indicó al grupo el camino hasta la sala de espera sin molestarse en comparar las formas blanca y amarilla.

La espera fue una agonía. Todos mantuvieron la cabeza agachada. Joe Stafford recogió un periódico local en un momento dado, pero entonces recordó que los equipos de rodaje canadienses no saben leer Farsi. También continúo utilizando los nombres reales de los demás, hasta hacerles ponerse nerviosos. Se hacía tarde y cada vez había más luz. El aeropuerto se estaba llenando de gente. Sabían que no había un plan de repuesto. Mendez ni siquiera llevaba una pistola, la Guardia Revolucionaria estaba llegando, merodeando con sus uniformes, acosando a los pasajeros. Miradles a los ojos, les había aconsejado Mendez en caso de que los seis fueran interrogados.

Permaneced confiados pero pareced inocentes. Pero sabía por las misiones de reconocimiento de la agencia que aquellos guardias podían ser muy duros, y que incluso sometían la gente a imprevistas exploraciones de sus cavidades corporales. Un problema mecánico produjo un retraso en el vuelo, y los Guardias Revolucionarios comenzaban a prestar atención a los pasajeros extranjeros.

Mendez desapareció. Tenía un contacto en el aeropuerto y quería comprobar la situación del vuelo. En el mismo momento en el que se enteró de que el retraso sería corto, escucharon el anuncio: “El vuelo 362 de Swissair, está preparado para su salida inmediata”. Mientras subían al avión desde la ventosa pista, Anders observó que la palabra AARGAU estaba pintada en el fuselaje – el nombre de la región suiza de donde provenía el avión era extrañamente similar al nombre de su tapadera. Y golpeándole en el hombro, le dijo a Mendez “¿Vosotros lo tenéis todo preparado, no?”
Mendez sonrió. Cuando el avión recogió sus alas, comprendió que había llevado a cabo una de las mas exitosas operaciones de engaño de su carrera. El bar abrió en cuanto abandonaron el espacio aéreo iraní y todos pidieron un Bloody Mary. Mendez se asomó al pasillo, miró al grupo y brindó. “Estamos a salvo”.



Unas pocas horas más tarde, Studio Six Productions recibió su primera y última llamada a través de la tercera línea secreta. Asustada, Andi cogió el teléfono. “Se ha terminado”, dijo una voz sin identificar. “Lo consiguieron.”



Mascarada en Oriente Medio (Intro)

1 comentario:

jjacobo13 dijo...

A partir de hoy 22 de septiembre de 2012y luego del estreno de la película "Argo", dirigida por Ben Affleck y basada en este hecho real, este blog va a ser muy leído y recomendado en FB y Twitter. Muy buena historia, gracias por compartirla. Saludos desde Venezuela