21.11.06

COHESION GRUPAL EN GRAN SUPERFÍCIE

Durante el Festival de Sitges opté por no ver Exiled de Johnnie To dada su condición de secuela. No había visto The Mission. Luego, los comentarios entusiastas me pusieron muy nervioso, así que una de las primeras cosas que hice fue recuperar la primera, que ya tenía unos pocos años, es de 1999, y está rodada justo antes de la reunificación de Hong Kong y la China. Es evidente, creo que no se le escapa a ningún fan del cine oriental, que ese proceso político hizo pupa a la industria cinematográfica de HK. En cuestión de cine de tiros, por ejemplo. Los maravillosos festivales de pistolas a dos manos que nos regalaron Woo y compañía a lo largo de los 80 y los 90, y que tan tiese me (nos) la(s) ponían brillan por su ausencia y sólo Johnnie To parece dispuesto a darnos esas alegrías de forma regular. Pero viendo la soberbia The Mission me descubrí, en medio del goce, de que no es exactamente cine de acción al puro estilo HK. En The Mission hay mucho de cine de samurais y de polar francés. Hay un reposo, una especie de tranquilidad cuasi budista. Buena prueba de ello es el impresionante tiroteo que les dejo en el tutubo de aquí abajo. Esos delicados movimientos de cámara me perturban cosa mala. También hay otro detalle, y es la función narrativa de ese mismo tiroteo, es decir, me encanta que se peguen tiros porque sí, pues claro, el tiroteo, como la pelea a dos sables o las tetas de la ducha, son esencia misma sin necesidad de argumentos que la sustenten, pero si encima se sustentan con algo que, de nuevo, me la pone tiesa, como es la cohesión del grupo violento, pues coño, de puta madre. Y es que las pelis de grupo tienen algo que me emociona. Grupo Salvaje, Asalto a la Comisaria del Distrito 13, Río Bravo, La Cosa, Zombi, Los 7 Samurais, Doce del Patíbulo... Esa línea que une, por ejemplo, a Sam Peckimpah, Howard Hawks y John Carpenter. Esa solidaridad que nace de la violencia. The Mission es eso, un grupo de pistoleros que no se conocen y que son contratados para proteger a un capo mafioso asediado, y cómo, poco a poco, el instinto de cohesión grupal se apodera de ellos e, incluso, se sobrepone a la misión en sí (¡el metamcguffin!). La escena clave del filme, de hecho, es aquella en la que juegan con una pelota de papel a la puerta del despacho de su protegido... ¿Se imaginan algo tan tremendamente alejado del paradigma del cine de acción mainstrema que eso? Y luego llega este tiroteo, en el que por primera vez actuan como un único ente, con comunicación telepática... y con pistolas. ¿Qué? ¿Montamos una banda, queridos lectores? Bang Bang.


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