7.8.10

1974 - SITGES AÑO SIETE

Sitges 1974

Reemprendo la serie estival dedicada a la cronología del Festival de Cine Fantástico de Sitges a través de la recuperación de viejas crónicas del evento. En esta ocasión le toca el turno al VII Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror, que tuvo lugar en 1974. Las crónicas que les dejo a continuación proceden de las revistas Nueva Dimensión y Vampus (especializadas, por tanto, en el género), de las publicadas en La Vanguardia (procedentes de su maravillosa hemeroteca digital) y del semanario local El Eco de Sitges (no se la pierdan: su pintoresco cronista reclama el regreso de la censura ante el mal gusto exhibido).

Esta edición es la primera de la que tengo un recuerdo personal, ya que paseando por la localidad (tenía 8 años) me quedé fascinado con el cartel, una adaptación del juego de la oca en clave terrorífica ilustrado por Pierrot. Por aquella época yo ya era un niño adicto a los monstruos y revistas de terror.


Respecto a la edición en sí, hay que destacar que consolidó al festival como un éxito de público que obligó a ampliar las proyecciones a la otra sala de Sitges, El Casino Prado. Además de los aficionados al género, también acudían espectadores esperanzados en la visión de algún desnudo. Salieron contentos con la orgía satánica de la película canadiense. También se inauguró con Barbarella, filme de 1967 no estrenado en España por su contenido sexy. La censura que había vetado algunos títulos en ediciones anteriores se mostraba, así, más generosa. Las películas extranjeras se seguían pasando sin subtítulos en la mayoría de los casos y, por primera vez, hubo ruedas de prensa con los invitados. El detalle más divertido, como podrán leer, fue la obligatoriedad de la corbata en los varones para poder entrar en la sala.

Vista la programación en perspectiva, no es que fuera una gran edición (al parecer cinco películas se cayeron a última hora y fueron sustituidas con lo que se tenía más a mano) pero sí incluía algunos clásicos indiscutibles (No profanar el sueño de los muertos, Dr. Phibes rises again, Valerie a tyden Divu), un giallo, una monstruos japoneses, exotismos varios (¡una de zombies surafricana!) y un par de un Jesús Franco convertido ya en un outsider del género.


Jurado:
Peter Sasdy, Vaclav Vorlocek, Evelyn Scott, Luis Gómez Mesa y Fernando Sancho

Palmarés:
Clavel-Medalla de Oro al mejor director de largometrajes: Robert Fuest (Mr. Phibes Rises Again)
Clavel Medalla de Plata al millor director de cortometrajes: Marçal Moliné (Ta ta boom boom) (nota ausente: fue abucheado)
Clavel-Medalla de Plata a los mejores efectos especiales: Luciano Bird, Antonio Baladín (No profanar el sueño de los muertos)
Clavel-Medalla de Plata a la mejor fotografia: Denis Gingras, (The possesion of Virginia)
Clavel Medalla de plata al mejor guión: Igaal Nidda, Ives Navarre (Le troisieme cri)
Clavel Medalla de plata a la mejor actriz: Cristina Galbó (No profanar el sueño de los muertos)
Clavel Medalla de plata al mejor actor: Mark Burns (The House of the Living Dead)
Mención especial del Jurado a la atmósfera de la brasileña O Anjo da Noite (abucheado)
Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos: No profanar el sueño de los muertos

Sitges 74
Crónica de Carlo Fabretti para Nueva Dimensión (Núm. 61, diciembre de 1974)

Del 28 de septiembre al 4 de octubre ha tenido lugar en Sitges el VII Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror, con respecto al cual habría que empezar señalando el impresionante éxito de público: los abonos para el cine Retiro, sede del certamen, se habían agotado un mes antes de su celebración; además, todas las sesiones se repitieron en otra sala de Sitges, que también registró una afluencia masiva.
Sobre el extraordinario auge del cine de terror y sus inquietantes implicaciones he hablado ya tantas veces en estas mismas páginas que no me atrevo a insistir de nuevo en ello. Baste señalar que la cosa va a más.
Otra novedad ha sido la directa intervención ministerial (con el paso de Semana independiente a Festival oficial) que, por increíble que parezca, no ha redundado en una mejora del nivel medio de los filmes exhibidos, aunque, eso sí, ha contribuido a dar una nota de distinción al certamen con su consigna de corbata obligatoria en las sesiones de noche.

Este año se presentaron 19 largometrajes, 11 de ellos a concurso, y 7 cortos:

Largometrajes a Concurso


The posesión of Virginia (Canadá 1972), de Jean Beaudoin, con Louise Marleau, Daniel Pilon, Danielle Ouimet. (nota ausente: el título original correcto es Le diable est parmi nous)
Típica cinta sobre satanismo que pretende convencernos de que los males del mundo se deben a las sociedades secretas y a los diabólicos enanos infiltrados, y en la que la intervención de lo onírico acaba de confundir al indefenso espectador. El público retuvo el aliento en una secuencia que muestra detalladamente la ceremonia de «iniciación›› satánica de una neófita, que, como es de rigor, acaba en despelote general.

The House of the Living Dead (África del Sur, 1974), de Ray Austin, con Mark Burns, Shirley Anne Field.
El título ya es de por si bastante expresivo. Cabe añadir que la cinta está bien ambientada, dirigida con ritmo, y la interpretación es notable, por lo que obtuvo muy buena acogida, amén del premio de interpretación masculina, discutible pero no arbitrario, como el femenino.


Le Troisieme Cri (Suiza, 1974), de Igaal Niddam, con Jasques Denis, Myriam Mézieres, Roland Mahauden.
Diez personas de diversa extracción social quedan encerradas en un refugio antiatómico (que en principio estaba previsto para albergar a veinte mil) al declararse una situación de emergencia de la que desconocen los detalles. Un guión bien estructurado y una dirección ágil consiguen dar ritmo e interés a una situación difícil de desarrollar sin baches de lentitud, hasta llegar a un desenlace francamente sobrecogedor en su misma sencillez.

Non si deve profanare il sonno dei morti (Hispano-italiana, 1974) de Jorge Grau, con Cristina Galbó, Arthur Kennedy.
Entre la masa de subproductos inspirados en La noche de los muertos vivientes, esta cinta de Grau destaca por su hábil dirección, una cierta dignidad artesanal y un comedido y ambiguo toque progre (el protagonista es un barbudo y el inspector de policía un carca obcecado). Los efectos especiales son realmente truculentos, como cuando un muerto muy vivo le mete mano a una enfermera en el sentido más literal de la expresión, ya que la mano penetra directamente hasta los riñones.


O Anjo DA Noite (Brasil, 1974), de Walter Hugo Khouri, con Lilian Lemmertz, Selma Egrei, Eliezar Gomes.
Increíble cinta que, a lo largo de hora y media de proyección, deleita al espectador con diversas vistas interiores (especialmente del techo) de una lujosa casa de campo brasileña. El otorgar una mención especial a la «atmósfera» de este film solo se puede interpretar como una tomadura de pelo por parte del jurado.

Il profumo Della signora in nero (Italia, 1974), de Francesco Barilli, con Mimsy Farmer, Maurizio Bonuglia, Mario Scaccia.
No tiene nada que ver con la homónima novela de Gaston Leroux, y tampoco tiene nada que ver con el cine. Fotonovela filmada de seudoterror con pretensiones, plagia descaradamente varias cintas famosas (Repulsión, La semilla del diablo), y para dar la nota original acaba con una secuencia de canibalismo colectivo.


La Maldición de Frankenstein (Hispano-francesa, 1973), de Jesús Franco, con Denis Price, Alberto Dalbes, Howard Vernon, Beatriz Savon.
Un increíble monstruo pintado de purpurina (excepto los sobacos, para que no se asfixie) propenso a practicar el salto del tigre sobre las macizas en camisón, y una caníbal ciega con garras de acero que grazna como un cuervo y se guía por el olor de la carne humana.


Battle for the Planet of the Apes (USA, 1973) de J. Lee Thompson, con Roddy McDowall, Claude Akins, Natalie Trundy.
Quinta en orden cronológico y en calidad de una serie que empezó a decaer desde la segunda, describe una ridícula batalla (que más parece una manifestación asilvestrada) entre simios y mutantes humanos, así como los conflictos internos entre los chimpancés, que invocando el idilio simbólico de Tarzán y Chita, aceptan a los hombres de buena voluntad, y los gorilas afiliados al KKK (King Kong Klan), que opinan que no hay más hombre bueno que el hombre muerto. Los espectadores que no dominan el inglés tuvieron la suerte de que la película no estaba subtitulada, con lo que se ahorraron un sufrimiento extra que añadir al de las tediosas imágenes.

Road in the Moonlight (Polonia, 1973), de Witold Orzechowski, con Juliette Mayniel, Jerzy Zelnik, Mieczystaw Voigt.
En general no es aconsejable pasar sin subtítulos un film extranjero en un certamen de asistencia multitudinaria, ya que ni siquiera en francés o inglés hay mucha gente capaz de seguir una película. Pero proyectar una cinta en polaco y casi toda ella basada en los diálogos roza lo surrealista. Como últimamente tengo un poco abandonado el polaco, y en vista de que no se comían a nadie, admito que me marché a la media hora escasa.


Satanás de todos los horrores (México, 1972), de Julián Soler, con Enrique Lizalde, Enrique Rocha, Illya Shanell, Carlos López Moctezuma.
Enésima versión libérrima (aunque en este caso se trata más bien de un atentado) de un relato de Poe (El hundimiento de la casa Usher), con invocación satánica al fondo. Un engendro digno de Jesús Franco.
Dr. Phibes Rises Again (USA. 1973), de Robert Fuest, con Vincent Price, Fiona Lewis, Terry Thomas.
El deliciosamente abominable Dr. Phibes sigue deleitándonos con los crímenes más originales de la historia del cine: un hombre encerrado en una gigantesca botella de ginebra y arrojado al mar cual siniestro mensaje, otro atravesado de oreja a oreja por un punzón con resorte instalado en el auricular de un teléfono, un explorador pulimentado en vida por un chorro de arena a presión que le deja el esqueleto mondo y lirondo... Con una logradísima ambientación —en la que se mezclan elementos «pop» con un modernismo deliberadamente distorsionado— y una excelente interpretación de Price, la cinta se sitúa en una línea sutilmente paródica, llevando a cabo un irónico inventario de los tópicos del cómic y el cine de terror y misterio. Es la continuación de la igualmente lograda El abominable Dr. Phibes, presentada en Sitges en 1971, y que le valió el premio de interpretación a Vicent Price.

SECCION INFORMATIVA

Barbarella (Franco-italiana, 1967), de Roger Vadim, con Jane Fonda, John Phillip Law, Anita Pallenberg, Ugo Tognazzi, David Hemmings.
No es extraño que Jane Fonda, tras su espectacular concienciación tardía y su cambio de peinado, se haya avergonzado públicamente de esta penosa cinta, que si hace siete años podía distraer gracias a su ambientación sugestiva (concebida por el propio Jean Claude Forest, autor del homónimo comic) y de algún «gag» afortunado, a estas alturas resulta poco menos que soporífera. Sólo un director tan torpe como Vadim podía malograr en una sola película un tema interesante, unos recursos estéticos notables y un excelente equipo de actores.

La noche de los asesinos (España, 1974), de Jesús Franco, con Alberto Dalbes, William Berger, Evelyn Scott.
Otro engendro del Franco, que sin embargo sería superado por su film a concurso. Al parecer «La noche de los asesinos» fue rodada en once días, simultáneamente con otra. No comprendo como se puede tardar tanto en hacer algo tan malo.

Operation Bororo (Checoslovaquia, 1972), de Otakar Fuka, con Svatopluk Mayás, Bo-zidara Turzonovavá, Vlastimil Brodsky. Tediosa cinta de ciencia-ficción, más bien en la línea del llamado «realismo fantástico», narra de la forma más lenta posible la lucha por la posesión de una panacea universal (cierto extracto de corteza descubierto por los mayas) entre una extraterrestre y un grupo de asesinos a sueldo de una gran empresa farmacéutica, que teme que se les hunda el negocio si se difunde el uso del curalotodo.


Valerie a tyden Divu (Checoslovaquia, 1969), de Jaromil Jires, con Jaroslava Schallerová, Helena Anzyova, Petr Kopriva.
Con mucho lo mejor del Festival, esta auténtica maravilla audiovisual se presentó fuera de concurso por haber sido exhibida ya en Benalmádena. En la actual línea de cine simbólico (qué remedio) checo, se trata de una alegoría sobre el amor y la muerte, el eterno juego de Eros y Tanatos en el marco de unas instituciones concretas. Con una fotografía y una música extraordinarias, el hilo argumental es apenas un pretexto para ensamblar una serie de secuencias y situaciones que se autojustifican a nivel estético y expresivo.

La Mansión de la locura (México, 1971), de Juan López Moctezuma, con Claudio Brook, Arturo Hansel, Ellen Sherman.
Dos películas mexicanas profanadoras de relatos de Poe es demasiado para un solo certamen. Esta se basa remotamente en el viejo tema del manicomio regido por locos (¿acaso no lo están todos?), e intenta mantener el interés forzando la mano en los aspectos granguiñolescos, cosa que no consigue en absoluto. Se pasó en la Semana de Cine en Color de Barcelona.


Ebirah (Japón, 1971), de Jun Fukuda, con Akira Takarada, Toru Watanabe, Hideo Sunazuka, Kumi Mizuno.
Típico cómic filmado, con su isla misteriosa, su organización secreta que intenta adueñarse del mundo y sus simpáticos monstruos de plástico (en este caso un cangrejo y una mariposa gigantes, amén del veterano Godzilla), fue como un paréntesis de candor entre tanto caníbal y tanto satanista infiltrado.

Sección Retrospectiva

Incluyó dos cintas de indudable calidad: Signé Arsene Lupin, de Yves Robert, y Judex, de Franju, pero que no tiene ningún sentido pasar en Sitges, ya que no tienen nada que ver con la temática del certamen, y por otra parte han sido exhibidas sobradamente en el país.


Si en cuanto a las películas a certamen hay que hacerse cargo de que los organizadores no tienen más remedio que contar con lo poco que hay disponible de la producción reciente, organizar una retrospectiva interesante no seria difícil, y podría constituir uno de los mayores alicientes del certamen.

Cortometrajes
En cuanto a los cortos, destaco el belga de dibujos animados Pegasus, de Raoul Servais, que estuvo a punto de obtener el premio, aunque al final el jurado se decidió por el mediocre Ta Ta Boom boom, de M. Moline (decisión que, por cierto, fue sonoramente pitada).


Conclusión


Aparte de la sublime horterada de la corbata obligatoria, este año hay que señalar una mejoría en la organización: varias ruedas de prensa, más atenciones e información a la crítica, más cócteles, y un par de eficientes azafatas de uniforme.

Como agudamente señaló el Director de Cinematografía en el acto de clausura, la Semana de Sitges ha cumplido siete años, por lo que alcanza, si no la mayoría de edad, al menos el uso de razón.
Y, para celebrarlo, le han puesto pantalón largo y corbata (obligatoria). Esperemos que a la 218 Semana no nos hagan ir de uniforme.


Crónica de Luís Vigil para Vampus Núm. 41

Como cada año al final de la temporada turística, Sitges se ha llenado con los aficionados al Cine de Terror. Claro que este año los turistas no habían sido muchos, por aquello de la crisis, y buena parte de los comerciantes locales ya habían cerrado sus puertas, lo que contribuía a dar a Sitges ese aspecto de ciudad fantasma que tienen todos los pueblos veraniegos al llegar el frío... un ambiente, todo hay que decirlo, muy apropiado al desarrollo de una Semana del Cine Fantástico.
Pero antes de que se inaugurasen los actos de la misma, iba a producirse un incidente que estuvo a punto de crear dificultades al desarrollo del Festival: una parte de la crítica cinematográfica barcelonesa, al parecer temiendo la existencia de “listas negras” de periodistas a los que no iba a darse invitación a la Semana, anunció un vacío informativo a la misma, hasta que no cambiase la política de sus organizadores para la Prensa. Este incidente surgió, a mi entender, por un deficiente contacto entre los informadores y la Organización, tan penoso como innecesario, porque, sin duda, este año ha sido en el que más facilidades hemos contado los informadores, que no sólo hemos tenido la entera colaboración del Delegado de Prensa Don Francisco Montaner, sino que hemos disfrutado de una serie de conferencias de prensa con los profesionales del cine asistentes a la Semana, cosa, antes ni soñada.
Total que, entre la desconfianza de buena parte de la prensa, y “en olor de multitudes” (un mes antes del inicio de la Semana ya se habían agotado los abonos para el Cine Retiro, uno de los dos locales en los que se pasaron los films), se inició el 28 de septiembre el VII Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror, con la concurrencia al mismo de 19 largometrajes (de los que 11 se presentaban a concurso) y 7 cortos.
Y, ya sin más preámbulos, pues la extensión que me está permitida no da para más, voy a iniciar el comentario de las cintas que vi en Sitges.

Cartel italiano de The Posesión of Virginie

The Posesion of Virginie
es una película canadiense sobre satanismo. Se trata de una cinta con un arranque muy prometedor, pero que acaba cayendo en un confusionismo tal, que indica que el argumentista no sabía muy bien como salir del lío en que se había metido. Sin embargo, quedaba claro que pretendía hacernos creer que todos los males del mundo provienen de la infiltración en todos los ambientes de los servidores de Satanás. El público acogió muy bien una ceremonia de “Misa Negra” por el destape de la misma.
The House of the Living Dead (La casa de los muertos vivos), cinta sudafricana, es, en cambio, una cinta muy lograda, dentro de ese estilo artesanal al que nos han acostumbrado las productoras británicas (la Hammer, la Tigon, etc.) y que nos descubre la existencia de una industria cinematográfica en el punto más lejano del Continente Negro. El argumento es el del clásico científico loco, que esta vez atrapa las almas de animales y seres humanos en frascos de laboratorio, pero que es horriblemente destrozado por esas almas cuando logran escaparse.

Le Troiseme Cri (El tercer grito) fue, para mí, una de las mejores películas de la Semana. Film suizo, nos narra la vida de veinte personas atrapadas en un refugio antiatómico con capacidad para veinte mil. Los atrapados no saben lo que ha pasado fuera y su microcosmos se ve sujeto a los enfrentamientos que les produce la tensión de la situación. El final resulta alucinante: cuando uno de ellos logra salir, se encuentra con que el refugio está bajo las aguas... ¡porque estas cubren todo el planeta, ya que se han deshelado los polos! Entonces da el grito del título, el tercer grito que se lanza “después del grito del miedo y del de la desesperación”.


Non si deve profanare il sonno dei morti (No se debe profanar el sueño de los muertos), cinta hispano-italiana, presentada - afortunadamente - en su versión italiana, ya que la española me la imagino mucho más “corta” Jorge Grau, el director de esta cinta, se ha propuesto hacer una especie de nueva versión (en colores, que así se ve más la sangre) de La noche de los muertos vivientes, y logra un buen producto, que fue rabiosamente aplaudido por el morboso público que llenaba el cine, cada vez que a alguien le sacaban las tripas (y se las comían a continuación). .Con unos toques “progres”, tales como una defensa de la Ecología y unos ataques a los policías que abusan de su poder, la cinta logra su cometido, divertir al respetable.

O Anjo da noite (El ángel de la noche) fue la contribución brasileira de este año... que me defraudó mucho (sobre todo recordando las cintas de Brasil de ediciones anteriores) pues apenas si se limitaba a enseñarnos los bellos techos de una mansión de campo... lo que hace realmente absurda la mención por la “atmósfera” concedida por el Jurado a esta cinta.

Il Profumo Della Signora in Nero (El perfume de la señora de negro), es una cinta italiana que, recordándonos durante su proyección a varios antecedentes famosos (Repulsión, La Semilla del Diablo), hubiera logrado, a pesar de ello, quedar discretamente, de no ser por una escena final de canibalismo, tan gratuita, que uno no concibe como el director se ha atrevido a incluirla en su película... ¿hasta dónde llegaremos en busca de la comercialidad a través de lo morboso?

De La Maldición de Frankenstein, una de las dos cintas españolas dirigidas por Jesús Franco, prefiero no hablar, por dos motivos: porque no pude verla (por lo que fui calurosamente felicitado) y porque el monstruo de marras aparecía pintado de purpurina y con manchas de sudor en los sobacos... y cuando alguien se toma tan poco en serio un género, sin que la intención de la cinta sea satírica, no merece ni un comentario despectivo.

Battle for the Planet of the Apes (La batalla por el planeta de los simios) es la quinta cinta de la serie de “los monitos” y, lamentándolo mucho, ya muestra una degeneración tal en su argumento que espero que sea la última, pues no sé si ya se puede caer más bajo, cualitativamente hablando. Una batalla muy movida entre mutantes y simios no logra salvar una cinta floja en su planteamiento y en su argumento.

Otra de las cintas que me hubiera podido saltar impunemente fue Road in the Moonlight (Camino a la Luz de la Luna) cinta polaca que, como resulta bastante lógico, venía hablada en polaco... ¡y sin subtítulos! Claro que según parece hubo que echar mano de ella al fallar cinco de las cintas ya inscritas, pero, aún así... es un poco fuerte, ¿no creen?


Satanás de todos los horrores es una cinta mejicana que pretende narrar la historia de Poe El hundimiento de la casa Usher, sazonándola con unos toques de satanismo, que sólo contribuyen a hacer más grotesco el engendro.

Y, en sesión de clausura, vimos Dr. Phibes Rises Again, segunda parte de las aventuras del Dr. Phibes, ese singular personaje creado por Vincent Price, que sigue con su racha de crímenes, a cual más espectacular y que nos alegró la despedida de de la Semana.

Pero no se acaban aún las cintas que pudimos ver en Sitges, pues hasta aquí les he hablado de las que entraban a concurso. También hubo otras en sesión informativa:


Barbarella, la divertida cinta de Roger Vadim y Jane Fonda, nos llegó con considerable retraso (siete años) pero aún así animó mucho la velada inaugural, con el strip-tease de la Fonda, los diversos modelitos que nos muestra a lo largo de la cinta y las divertidas aventuras en Sogo, basadas en el cómic de Jean-Claude Forest.


La Noche de los Asesinos era el segundo engendro de Jesús Franco, cinta que, según se nos dijo, había sido rodada en sólo once días... ¡Al mismo tiempo que otra que también dirigía Jesús Franco! Es una pena ver que este director, que prometió mucho en los inicios de su carrera, ha caído tan bajo que su cine ya no es ni comercial de consumo, sino simplemente horrendo.


Checoeslovaquia presentó fuera de concurso Operation Bororo, una cinta de Ciencia Ficción que, aunque realizada correctamente, sufre de la habitual lentitud del cine del Este, y que no logra divertirnos con su complicada historia de panaceas universales en manos de una tribu de indios amazónicos y de alienígenas en lucha con una gran empresa farmacéutica para hacerse con el secreto del medicamento.


Valerie, cinta también checa fue, sin duda alguna, lo mejor que pudimos ver en la Semana, ya que se trata de una obra de una plasticidad como pocas veces nos es dado ver en nuestras pantallas. Fue presentada fuera de concurso, por haber concurrido ya a Benalmádena y esto fue una verdadera pena; ya que se habría merecido varios premios.

La Mansión de la Locura fue otro intento mejicano de destrozar un relato de Poe, que ya habíamos tenido la oportunidad de sufrir en la Semana del Cine en Color del año pasado. Sin embargo, el público soportó bien el rollo, a causa de los abundantes desnudos y las extrañas decoraciones del manicomio revolucionado.


La inevitable participación japonesa estaba compuesta este año por la cinta Ebirah, una más de monstruos gigantes, que alcanzaba algunos momentos de gracia inocente en las luchas entre los monstruos que, en este film, se muestran como unos excelentes futbolistas, chutándose rocas y despejándolas a cabezazos.

Por último se nos ofrecieron dos cintas en sesiones retrospectivas que, a pesar de no tener nada que ver con los temas tratados por la semana, eran de indudable interés para quien no las hubiese visto, pues se trataba nada menos que del inefable Judex de Franju, (cinta de la que algún día espero hablarles en un artículo, pues se lo merece) y Signe Arsene Lupin de Ives Robert.


Los cortos fueron, como siempre, una mezcla de buenos y malos, destacando entre ellos el de dibujos animados Pegasus que, a mi parecer, se merecía con mucho el premio... que fue concedido en cambio a la repelente cinta Ta Ta Boom Boom en la que un no menos repelente niño hacía estúpidas travesuras, como si se tratase de una de esas cintas de accionado que, a veces, hay que soportar en casa de algún amigo, padre primerizo.


Y nada más sino decir que, este año, la Semana contaba con el apoyo oficial del Ministerio de Información y Turismo, cuya primera intervención no fue dotar de poderosos medios de todo tipo al Sr. Rafales, Director del Festival, para que cumpla con su difícil misión (no hay que olvidar que ha estado llevando la Semana a pulso y con míseros medios materiales durante los seis años anteriores), sino ordenar que, por la noche... ¡no se dejase entrar a quien no llevara corbata!
Con la terrible sospecha de que el año que viene habrá que llevar smoking (que a mí me está fatal), cierro ya este breve comentario de lo que ha sido la séptima edición del único Festival dedicado al Cine Fantástico por nuestras latitudes, tan poco pródigas en cintas de estos géneros.

Crónicas de Ángeles Maso para La Vanguardia

Los Crímenes del diablo
La Vanguardia, 1 de octubre de 1974

Ha dado comienzo el Festival del Terror y la Fantasía. Se inauguró con «Barbarella», de Roger Vadim, programada a título informativo. Un entretenido «cómic» en imágenes reales —y qué imágenes las de la presentación— interpretado por Jane Fonda, en 1967 antes de convertirse en militante antibelicista. Mujer objeto al servicio de Vadim, Fonda demuestra su capacidad para el papel que se le confió en Barbarella. Fonda deba renegar de su «strep-tease» espacial. Barbarella es una astronauta —nada menos que del año 40.000— encargada por el presidente de la Tierra de una difícil misión. Película que supone una creación interesante y original en el terreno de la fantasía en la que asoma el temperamento voluptuoso de Roger Vadím.


La primera película importante a concurso fue la canadiense «La possession de Virginie», dirigida por Jean Baudoin. En este film lo satánico está en primer plano. Baudoin sabe crear una atmósfera de inquietud que capta el interés del espectador. El terror se sitúa en medio de los condicionamientos y apetitos de la moderna organización social.
Un hombre intenta averiguar la razón del suicidio de su amigo y se encuentra él mismo dentro de una serie de sucesos extraordinarios. Fantasía y realidad se confunden. El film vibra en función de lo inexplicable atribuido a la intervención del diablo. Vemos una misa negra, compuesta de imágenes de gran crudeza que aúnan lo erótico con los ritos mágicos y que forma parte de la alucinante historia de Paulo, el protagonista.


Cartel USA de La possession de Virginie

Como cierre, la película cuenta con una nota informativa que señala la lista de los crímenes sin solución que se dan en diversas capitales del mundo. Estos asesinatos son una incógnita para las normales investigaciones y se atribuyen a una intromisión diabólica. Entré las diversas ciudades se cuenta Munich, Londres, Nueva York. De París se decía: «no contabilizados». De otras ciudades europeas no se habla por lo que deduzco que el diablo no actúa en ellas.
La película cuenta con una gran riqueza de imágenes, y una buena interpretación de Daniel Pilon, Louise Marleau y Danielle Oumet.

África del Sur, 1808

«La casa de los muertos vivientes» explica un relato de terror de corte clásico. Una mansión de colonos ingleses afincados en África del Sur tiene su sótano misterioso donde parece ser que trabaja uno de los hermanos que permanece oculto. Se suceden en el lugar misteriosas muertes atribuidas a un caballo escapado de su establo. Pero las gentes supersticiosas piensan en el hermano tenebroso y una posible unión con el diablo. La novia del hermano normal, intenta averiguar los misterios y descubre horrores que el director Ray Aistin retrata con mano hábil.
Película que pudiera llamarse clásica dentro del cine de terror, elaborada con pericia en lo que se refiere a la ambientación y relación de los personajes, pero dentro de una cierta sencillez ingenua en determinados aspectos. Los principales actores son Mark Burns y Shirley Anne Field que cumplen bien su cometido.


En la sesión inaugural los asistentes acudieron de gala. Para las sesiones de noche basta con llevar corbata. El reglamento lo pide así. Lo normal en todo caso. Quienes parece ser que han de desvestirse, y lo hacen, son los actores y las actrices de los filmes de terror y fantasía. — Angeles MASO.

Orgía de Sangre
La Vanguardia, 2 de octubre de 1974

El filme más aplaudido hasta el momento ha sido «Non si deve profanare i sonno dei morti». Película hispano-italiana que dirige Jorge Grau. Se ha proyectado en versión italiana. Repito lo que escribí en anteriores etapas, del Festival: hay que, ser políglota en Sitges. Se han programado hasta el momento cuatro largometrajes a concurso. Dos en versión francesa, uno en inglés y el de Grau, en versión italiana. «No se debe profanar el sueño de los muertos» entra por completo en la cinematografía de terror, pero bajo premisas fantásticas. Se plantea desde un punto de vista que tiene mucho que ver con lo ecológico. La fantasía juega dentro de este terreno.
Aunque formalmente se exprese en términos tradicionales dentro de la cinematografía de monstruos, en su planteamiento existe una preocupación por la responsabilidad del hombre en el respeto que se debe a la naturaleza. (…)

En el filme de Grau hay una orgía de sangre. Macabras escenas. Muertos que andan, devoran las entrañas de sus víctimas, que no tardan en revivir también. Escenas que Grau ha logrado construir dándoles la dimensión terrorífico-fantástica qué el tema requiere.
El director español mantiene un buen ritmo también en lo que el filme tiene de relato policiaco. Los actores se mueven con soltura, siempre convincentes en su interpretación al servicio del sangriento relato. El diálogo que siempre ha sido problema de los filmes terroríficos españoles tiene dignidad y en ocasiones se baña en cierta ironía que nos llega a la italiana con ventaja para el filme según el modo de calibrar el filme español que tiene la parte receptora, o sea, el público del Festival de Sitges.
Objeciones al filme de Grau: a mi juicio hay excesivas repeticiones de escenas macabras: demasiado movimiento de muertos vivientes. A pesar de que insisto en el logro de la cinta, en conjunto, como exponente de la cinematografía de terror.

El hombre, hacia la autodestrucción

«Le Troisième Cri», de Igaal Niddam (Suiza), es seguramente la película más difícil y mejor realizada de las presentadas hasta ahora. Diez personas sin ningún lazo en común, se encuentran aisladas en un refugio cerrado al exterior. No tienen problema de subsistencia sino de relación. Con sus compañeros y con el exterior muertos para ellos.
El relato se centra en las reacciones psicológicas de los personajes, motivadas por el medio ambiente. «Le Troisiéme Cri» ofrece interesantes puntos de vista sobre la comunicación, el «allanamiento» (sic) de la persona, la incapacidad del hombre de realizarse cerrado sobre sí mismo. El hombre, se nos dice, no debe limitarse o, va hacia la autodestrucción.
Un cuadro de actores que actúan en perfecta labor de conjunto, y en los que destacan Jacques Denis, Myriam Méziers y Roland Mahauden, sirven al relato al que Igaal Niddam ha sabido dar el clima de angustia preciso dentro de un tono medido que le acredita como realizador en ciencia-ficción.


Fuera de concurso se proyectó una cinta, del mismo género, checoslovaca titulada «L'Operation Bororo». La película, dirigida por Otakar Füka, explica el encuentro de un hombre de la actual civilización con los extraterrestres. Otakar Tuka, nacido en 1936, ha realizado antes de' «L'Operation Bororo» «El testimonio de los ojos muertos», adaptación de una novela de Zdnek Vesely y Jan Brabenec.

Sitges conserva todavía bastante turismo a pesar de lo avanzado de la temporada. Pero la Semana de Cine centra la atención en lo extraordinario, lo fantástico, lo sangriento. En la noche tranquila, el Cau Ferrat, el Palacio Maricel —en el Recó de la Calma—, la iluminada iglesia frente a| mar se nos aparecen con un brillo mágico. —

Un Género al que le falta imaginación y novedad
La Vanguardia, 3 de octubre de 1974

Sitges, 2. (De nuestra redactora enviada especial.) — Una película brasileña entra en concurso. «O Anjo da noite», de Walter Hugo Khouri, que está en Sitges y va a mantener hoy una rueda de prensa con los informadores que se encuentran en el Festival.
Desde que el certamen comenzó las ruedas de prensa se han celebrado diariamente en la sala de convenciones del Calípolis. La primera con Paul Naschy, el intérprete más señalado del cine español dé terror. La segunda con el director español Jorge Grau, a propósito de la cinta que presenta a concurso. También con Monique Nizard Florack, delegada en Sitges del certamen «Rencontres internationals Filme et jeneuse» que se celebran en Cannes.
La película de Walter Hugo Khouri pudiera ser un cortometraje de terror de gran categoría. Como largometraje no tiene suficiente contenido. Es decir, adolece de morosidad y excesivas repeticiones.

Sin embargo, hay que destacar la capacidad de Khouri para crear una atmósfera de terror en un momento determinado. Pero a la película le sobra ingenuidad. No se desvela misterio alguno. A pesar de que el realizador brasileño insiste en querer despistarnos.
Logra sí inquietarnos con continuos juegos de miradas. Nos preguntamos que hay detrás de ellas. Resulta que no, que lo que hay es lo que hemos adivinado desde el primer momento.
El principal defecto de la película es, repito, que el tema no da para la hora y media de proyección.
El filme cuenta la última noche de una muchacha estudiante de psicología que se traslada fuera de la ciudad un fin de semana para hacer de «canguro» de unos niños de familia de gran posición. El servicio tiene el descanso semanal. Sólo quedan los hijos —niños sensibles y con rarezas—y el guarda nocturno, un negro de rudo aspecto. El drama se fragua desde el comienzo de la noche y se consuma en la madrugada. Los intérpretes que se encargan del reparto son Lillian Lammertz, Selma Egrei —que está también aquí— y Eliazar Gomes.

«II profumo della signora en nero» con Mimsy Farmer

Una película de actriz, a cargo de Mimsy Farmer y dirigida por Franceso Barrilli representa a Italia. La Farmer lo es todo en «Il profumo della signora en nero». Desde las primeras, secuencias,
Barilli nos da la clave. Silvia, que dirige un laboratorio, es una mujer atormentada por los recuerdos de su infancia, y además tiene un complejo de culpabilidad. Su mente está predispuesta a las obsesiones, a las alucinaciones.


Barilli tiene habilidad para sobresaltar al espectador. Sin monstruos. Con un suspense sutil que mantiene al público en tensión. Basta para ello con seguir el atormentado rumbo que toma la existencia de Silvia desde que asiste a una recepción en la Embajada del Senegal donde la joven —que tiene lo que en la sinopsis del filme se llama un prometido, aunque lo que une a la pareja son más que promesas— traba conocimiento con un grupo de personas que hablan de magia negra, extraños ritos y maleficios. Desde entonces la realidad y los recuerdos se mezclan en la existencia cotidiana de Silvia que comienza un peregrinaje mental que ha de destruirla.
Este recorrido lo realizamos con Mimsy Farmer, actriz de gran sensibilidad y belleza, que no tiene apenas ocasión de sonreír. A su lado, Maurizzio Bonuglia y Mario Scaccia. La película no deja de ser un relato de obsesiones, pero al final el realizador nos reserva una sorpresa, que en cierto modo conecta este filme con el de Jorge Grau. Aquí, sin embargo, son los vivos los que practican la costumbre de darse un banquete con las vísceras ajenas.
Lo visto hasta ahora confirma que la diferencia que existe entre una y otra película desde el comienzo del festival, radica en la realización, en la mano del director al mover sus personajes. Pero tratándose de un cine de terror, hay que pedir más. En este género se advierte lo mismo que en la cinematografía en general. Falta de imaginación, repeticiones. Películas que parece que ya las hemos visto. Al cine de terror le está sucediendo lo que al «western»: que se repite excesivamente.

Quedan todavía tres jornadas que guardan títulos «prometedores» en el género que estamos tratando, «Satanás de todos los horrores», «La mansión de la locura», «Road in the Moonlight», y «Un nuevo doctor Phibes». Puede que aparezca algo terrorífico y nuevo bajo el sol. Lo último no es simbólico, porqué Sitges está viviendo en esta semana de cine un clima magnífico.

Una jornada poco brillante
La Vanguardia, 4 de octubre de 1974

A la hora de calificar un filme del género que nos ocupa no es original decir que no se trata de una película de horror, sino horrible. Me reafirmo en lo que dije ya: faltan ideas. Por desgracia es mucho más original la vida que la imaginación de los escritores cinematográficos. La vida nos presenta un horror diario formado por violencias, agresiones de todo tipo que si pasaran al celuloide nos horripilarían.
Seguramente de ahí se desprende el que las buenas ideas se exploten y se alarguen en demasía. Asimismo ocurre que si una película de terror aparece desequilibrada en cuanto a los elementos que la integran, y no se han dosificado los ingredientes del terror, la película de terrorífica pasa a cómica. Esto último es lo que ocurrió con el filme que presenta Jesús Franco, el especialista español en terrores.

Otra vez «El planeta de los simios»

Una buena idea que se ha repetido al máximo ha sido llevar a la pantalla la obra de Pierre Boulle en torno al planeta de los simios. En este caso Battle for the Planet of the Apes, que se proyectó ayer en sesión de noche. Y en versión original. Por lo que quienes no conocieren bien el inglés se perdieron los alegatos pacifistas de César, el simio civilizado. J. Lee Thompson consigue con su habitual buen pulso llevar a cabo una labor encomiable en la creación de ambiente en lo fantástico, y también en el movimiento de la tumultuosa grey. En cierto modo la civilización de los simios es más avanzada que la nuestra. Ya en la escuela se aprende que nunca un mono ha de matar a otro.
Pero no todo es paz en el planeta de los simios. Los gorilas quieren destronar a César. Los humanos que quedan en una ciudad destruida quieren acabar con César y con los gorilas. De ahí las batallas en las que Lee J. Thompson se luce como de costumbre.
Hay un sentimentalismo que pone de manifiesto lo que en cierto modo son tópicos: el mono es al hombre lo que el negro al blanco en una sociedad racista. De todo ello se extrae un mensaje pacifista y antidiscriminatorio que ha hecho popular la serie. Pero el tema es suficientemente conocido para que merezca más atención.

Frankenstein y su hija

La maldición de Frankenstein, de Jesús Franco, llega como coproducción hispano-francesa. Es un cuento de terror que mezcla toda clase de elementos, de conceptos de terror, magia, mitología.
Filme que logró arrancar más de una carcajada. Diálogos grotescos, ingenuas deducciones de la policía, ampulosidad. No creo que se trato de un filme de terror al gusto español, según la clasificación que de las distintas clases de cine de «miedo» hacía hoy mismo Peter Sasdy, gran director y presidente del jurado.
¿Por qué se ha incluido esta película? El Festival de Sitges ha visto desfilar a lo largo de estos años lo mejor del, terror en el panorama internacional. Debería hilarse muy fino en cuanto a la selección de las películas a concurso.


Falta una Jornada para que finalice el certamen; un Festival que fue el primero en calibrar las posibilidades plásticas de lo fantástico y lo terrorífico. Lo mejor de la jornada, el corto español «Ta-ta Boom Boom» de Marçal Moliné. Sobre todo en cuanta a novedad.


Lo mejor, en la penúltima jornada
La Vanguardia, 5 de octubre de 1974

Sities, 4. (De nuestra redactora enviada especial.) —La película de Jorge Grau va a figurar en el palmares, seguramente.- Su nombre esté sonando en estos momentos en que al público le quedan por ver todavía tres películas. Una japonesa, informativa y dos a concurso.
La mejor cinta que se programó ayer no entraba en concurso. «Valerie a tyden Divu», de Jaromil Jires (Checoslovaquia), es la historia de una jovencita que vive una semana extraordinaria. Pudiera ser una especie de desmitificación de «Alicia en el país de las Maravillas» que se encuentra en el reino de lo fantástico-terrorífico, en lugar de andar por el mundo de lo absurdo. Lo que ve Valerie a través de la cerradura es muy distinto a lo que ve Alicia. La película cuenta con la gracia de Jaroslava Schallarové, gentil intérprete de Valerie. Esta no pierde jamás la sonrisa, ni el aire ingenuo y candoroso.


Realidad, y fantasía, una realización cuidada y rica en detalles, clima barroco, Jires logra dar a la película un tono mágico que más que suscitar el interés mueve a la contemplación.

Un drama polaco producido por la TV.

La película se ha presentado aquí con el tÍtulo de «Road on the Moonhght». Pero es polaca, y ha sido producida por la televisión. Dura poco más de una hora.
Pulcra la realización de Witold Oizechowski que se muestra hábil también en la dirección de los actores: Juliette Maymel, Jerzy Zelmk, Mieczystaw Voigt.

Más que un filme de horror es un drama de pasiones. Se entra en la descripción de las reacciones psicológicas de tres personajes, un hombre maduro, casado en segundas nupcias, su esposa y un hijo del primer matrimonio que regresa al lugar después de una larga ausencia a causa de sus estudios. Vivimos en 1836. La revolución queda cerca pero el drama que se vive en el seno de la familia polaca nada tiene que ver con la política. La madrastra se enamora de Julian y éste le corresponde. El padre llega a saberlo y finge un viaje para sorprender a la pareja. Mata a la mujer, supongo que instigado por el espíritu de la primera esposa que pulula por el lugar.
El drama no finaliza aquí y pone de manifiesto la naturaleza teatral de la película. Realización de TV para un público de mayor desarrollo cultural que el nuestro.

Un manicomio original

Juan López Moctezuma dirige «La mansión de la locura». Película mejicana a concurso que nos sitúa en un ambiente delirante. Un manicomio dirigido por un doctor extravagante que tiene unos métodos terapéuticos muy especiales es visitado por un periodista. La investigación le lleva a descubrir que el verdadero doctor está prisionero en el foso y que los enfermos viven en libertad, en tanto que los cuerpos han sido recluidos en las mazmorras.


El filme posee un tono muy pintoresco y bastante infantil en su desarrollo. Moctezuma tiene habilidad por las escenas de conjunto y para la creación de determinados ambientes en tanto que en otras ocasiones se le va la mano en lo que no son mas que despropósitos.
Con todo, la idea es original. Aporta más creación fantástica que otras cintas que hemos visto a lo largo del Festival, mejor realizadas en conjunto.
En tanto, los Jurados deliberan. Restan por ver tres filmes. Por tanto no es el momento de hacer balance de la VIl Semana de Cine Fantástico de Terror de Sitges, que esta noche se clausura.


TERROR MANUFACTURADO
Rafael Monzó para El Eco de Sitges, 13 de octubre de 1974.


Terminó el impresionante viaje hacia el terror y la fantasía. No escribimos en función de críticos sino como comentaristas. Manifestaremos complacencias y desagrados. He aquí nuestra visión del conjunto: Fallo del Jurado acertado, pero con reparos. Tónica media del Festival: más cerca de lo mediocre que de lo excelente. «Clavel Medalla de Oro» para Robert Fuest (portento de facultades imaginativas) por el film Dr. Phibes Rises again que merece el subtítulo de «Fantasía maligna», leído con cierta ironía. Sin escatimar medios se ha confeccionado una estructura cinematográfica fabulosa, entrelazada con leves tonos de humor. Clima justo y adecuado. Medidos momentos de terror. Film interesante, espectacular y ameno, sin besos ardientes ni revolcones en la cama. Conseguido con maestría. Como además, la técnica cuenta mucho a la hora de calificar, el premio nos parece bien concedido.


Existe un terror auténtico, angustioso, sobrecogedor; un terror que nos corta la respiración y que no es ficción, sino que se encuentra en la vida misma. Y existe un terror cinematográfico, inventado, fabricado por directores más o menos imaginativos: el terror que ha imperado en el Festival. Aunque reconocemos que el oficio de crear ficción no es nada fácil preferimos el terror psicológico y táctil: el del film brasileño O anjo da noite, con la expresiva interpretación de la joven actriz Lilian Lammertz. Muy poco diálogo. El cine es arte de presencia, de expresión, de gesto. El terror no nace de la sangre generosa de los asesinados en tantas cintas, sino de la atmósfera de soledad que se respira en esa inquieta noche de la película que comentamos, de los impresionantes silencios que rodean a la fastuosa mansión, de los leves e inesperados ruidos, de las –en fin- descubiertas intenciones de un demente, del desamparo en que se encuentra la joven estudiante de Psicología… Y también sin besos ni escenas eróticas. Un terror real y con dignidad artística. Este es el film que merecía una de las primeras distinciones del Festival.

Sin detenernos en otros importantes aspectos, consideremos brevemente alguno de los films más destacados: Le troìsieme cri. Suizo. Estudio de diez personas, hombres y mujeres, sometidos a alta tensión y presas de inmensa angustia. Cinta de valores psicológicos muy estimables. No se debe profanar el sueño de los muertos. Hispano-italiano. Una grotesca orgía de sangre. Sentimos nostalgia por una censura contra el mal gusto. Il profumo Della signora in nero. Italiano. Excelente interpretación. Acción en creciente interés. El buen ritmo de la cinta, se quiebra al final con un festín de vísceras y sangre. Sentimos mucho que se comieran a Mimsy Farmer, tan exquisita, tan sensitiva… USA nos fatigó con La batalla del planeta de los simios. Lo peor de un film es que sea aburrido. Valerie. Checo. Vampirismo con resonancias de esperpento valleinclanesco, de picaresca, de automatismo psíquico. Barbarella. Franco-italiano. Fantasía para que Jane Fonda luzca sus gracias mediante un destape discreto. Ebirah. Japonés. Fantasía para niños. Ta Ta Boom Boom. Español. Patético y estremecedor. Una inesperada irregularidad de la proyección nos privó del final. Nos resultaron gratas, Arsenio Lupin y Judex, entrañables muestras retrospectivas.

Para ediciones sucesivas se impone el doblaje o los subtítulos. El público asistió a borbotones tanto en El Prado como en El Retiro. Los esfuerzos e inquietudes de Antonio Rafales durante todo un año merecen esa multitudinaria acogida. Para él nuestra más amplia felicitación.



En anteriores entregas de esta serie:

1967 - Sitges Año Cero
1968 - Sitges Año Uno
1969 - Sitges Año Dos
1970 - Sitges Año Tres
1971 - Sitges Año Cuatro
1972 - Sitges Año Cinco
1973 - Sitges Año Seis

2 comentarios:

miusicpitusi dijo...

<span>Grandisimas estas imprescindibles crónicas, gracias por recuperarlas, son geniales, me he partido la caja con algunas de las críticas, sobre todo con las de Fabretti, que monsturo d ela palabra escrita !!!</span>
Y geniales las imágenes que acompañan sr Absence nuevamente a sus pies.
De ese lote de filmes me quedo con la de no profanar el sueño de los muertos y con la continuación del Dr Phibes, dos filmes sin duda entrañables

Chicochandal dijo...

<span>Muchas gracias por descubrirnos estas crónicas pasadas. Fabulosas! Las sigo con mucha atención, esparamos ansiosos el año Ocho!!!</span>