19.7.10

MISTERIOS PULP

Y, sí, era un mal verano para las novelas del oeste: una semana más tarde extravió misteriosamente otra: Rancho Drácula. ¿Cómo desapareció esa novela? Era un volumen doble y no era fácil perderlo así como así. Ocurrió por la mañana, paseando por el pueblo, allí donde había una explanada con bancos y árboles, más allá de la playa, en dirección opuesta a la cala. Él iba con su madre, y los acompañaban Zenón, Nereida y la madre de ellos. Gabriel llevaba la novela -la había comprado la tarde anterior-, por si se sentaban a tomar algo en una terraza. Al encontrarse con los dos hermanos y su madre, se unieron a ellos y fueron paseando y charlando. Zenón no prestó atención a la novela. Las madres iban delante, charlando de sus eternas cosas, y Nereida acababa de encontrar a alguna compañera del colegio y se había apartado de ellos. Gabriel y Zenón se sentaron en uno de los bancos y hablaron de lo que hablaban siempre. Al rato, oyendo que sus madres los llamaban, se levantaron, y fue entonces cuando Gabriel olvidó la novela sobre el banco. Unos instantes después reparó en ello.
-¡Me he dejado la novela en el banco! -le dijo a su madre. Y corrió hacia allí para recogerla. Pero no estaba. La novela había desaparecido. Buscó en el suelo, detrás del banco, a los lados. Nada. Miró alrededor, pero no había nadie cerca. Ni cerca ni lejos, de hecho. ¿Cómo había desaparecido su libro? Tal como si nunca hubiese existido.
-Ya habrá otras novelas -le dijo algo indiferente su madre.
-Pero ésta era muy emocionante -gimió Gabriel.
-Alguien se la habrá llevado -dijo la madre de Zenón y Nereida.
-¿Quién, si no hay nadie en el paseo?
Gabriel renunció, pues, a las novelas del oeste.
Leo este fragmento de Otro día sin noticias tuyas, excelente cuento de Joan Carles Planells y mi cerebro hace birp birp. El clásico sonido de conexiones neuronales. Rancho Dracula... ¿No era esta la novelita de Silver Kane que alguien buscaba... no diré desesperadamente, pero si con la necesidad de aquel que desea cerrar un misterio nacido en la infancia (y que yo entiendo porque viví algo parecido con una película de chinos). La llamada se producía aquí, se incluía foto de la portada, se narraban algunas investigaciones realizadas y se explicaba el porqué de la búsqueda:
"aquel ejemplar, reconstruido con papel de celofán, sobado, cuarteado y casi roído por los ratones, contenía una historia de Keith Luger (Miguel Oliveros Touan) titulada Fuego en las venas. O sea, que alguien había dado el cambiazo, y yo no podía leer esa historia de Drácula en el Oeste.
Rancho Dracula

Un niño pierde una novela de a duro en un relato de corte fantástico escrito en 1995 y diez años más tarde alguien busca una novela inencontrable de la que sólo tiene la portada. Como sincronía es potente y uno llega casi a dudar de su existencia, elucubrando un juego holmesiano bien urdido, si no fuera porque en la bibliografía de Silver Kane realizada por don Jesús Cuadrado, y publicada en la misma web del autor de la novela, se certifica su existencia.

No es el único misterio de novela de a duro que aparece recientemente. No hace demasiados meses me escribía Jordi Pastor trasladando la búsqueda que estaba haciendo el escritor Frank Caudett de una de sus novelas, Quichi Manitú... Wisky... Sangre. Aquí la cuestión tiene un matiz diferente, alejado de nostalgias compartidas por lectores (suponiendo que el párrafo de Planells en su cuento también sea un arrebato de nostalgia por un eurowestern de corte fantástico) porque quien busca la novelita inencontrable (no hay ni rastro) es su propio autor.

3 comentarios:

Matías. dijo...

"Un niño pierde una novela de a duro en un relato de corte fantástico escrito en 1995 y diez años más tarde alguien busca una novela inencontrable de la que sólo tiene la portad<span>a."</span>

Las casualidades no existen.

Dr.Max dijo...

 Comprendo al que lanzó la peticion de ayuda. Sientes como un vacio existencial y una irresistible necesidad de poder finalizar un ciclo vital unicamente al leer la novelita inencontrable. Por suerte este es el lugar indicado. Gracias al Blog Ausente he podido recomponer trozos de mi vida que creia haber olvidado o perdido para siempre. Cada visita a este Blog es como una sesion de Psicoanalisis pero mucho mas barata. El Guru Absence hace que visualicemos partes olvidadas en nuestro subconsciente adolescente y completemos las piezas que perdimos en las ruedecitas que hacen rodar el Karma.
Mr. Absence debe Ud organizar una busqueda de la novelita a nivel planetario. Busquemos por Rastros, Mercados de Sant Antoni y librerias de viejo (si es que aun existe alguna). La novelita debe aparecer. Y si no que alguien la reescriba como llegaban a pedir en otros Blogs. tambien pedian ayuda grafica en forma de portada para una supuesta secuela inventada titulada "Sherlock Holmes en el Rancho Dracula". Hahahaha muy buena ocurrencia. En seguida he visualizado a Lee Van Cleef como Dracula con sombrero mexicano, frente a un Sherlock-Peter Cuhisng con gorro de caza a rayas con orejeras y botas con espuelas. Frente a frente con la luna llena de fondo y las manos sobre los Colt 45 prestas a desenfundar. Me pongo enseguida manos a la obra. ¡¡¡Bolsilibros Bruguera For Ever!! :-D

Alberto López Aroca dijo...

<span>Amigos:</span>
<span></span>
<span>En efecto, amigo Absence, ésta no era una de mis artimañas holmesianas con que suelo deleitarme cuando la calor albaceteña se hace insoportable. Pero la pista de Joan Carles Planells puede ser buena... ¿Tendrá él un ejemplar de "Rancho Drácula"...?</span>
<span>Quizá sea cuestión de preguntárselo...</span>
<span>Con respecto a lo que comenta el Dr. Max, mi amigo Luis Miguez, historietista e ilustrador de este y de otros mundos, me envió una ilustración-portada para "Sherlock Holmes en el Rancho Drácula"... Cualquier versión más de este "clásico" del pastiche, será bienvenida. Aunque tengo un poco de lío, me pondré en breve a redactar este minipastiche... a ver adónde nos lleva esta idea. (¡Viva los bolsilibros, pardiez!)</span>
Y en efecto, amigo Matías: Las coincidencias no existen. No lo dudemos ni por un instante.
Saludos,
Alberto López Aroca