11.6.06

ELLROY ME AGARRA POR LOS COJONES


"- ¿Qué significa eso?
- Que me gustas de verdad, Claire.
- ¿Por qué?
- Bebes como un hombre, dominas a (Karl) Marx al dedillo y tienes unas piernas sensacionales."

Como saben he pasado una semana con las amígdalas como pelotas de tenis. La culpa es de James Ellroy. Descubrí a Ellroy de la manera más mundanal, tonta y poco meritoria: con la adaptación cinematográfica de L.A. Confidential. Me gustó mucho. Cuando el violento poli perdedor y el poli pijo hijo de puta unen sus fuerzas y cuelgan boca abajo del rascacielos al abogado tuve un subidón de adrenalina y pensé "dad a los malos tanto por el culo como podais que yo voy a disfrutar con ello". Instintos primarios desatados en mi cerebro.

Al cabo de unos cuantos meses me puse con una de sus novelas más célebres: La Dalia Negra. Me duró un día. Intenso y absorbente. Veinte horas con la novela pegada a mis dedos. Sin parar. Hollywood está podrido. La policía de Los Ángeles también.

Me gusta espaciar las lecturas de un mismo escritor y/o género. Así que pasó como un año y medio y me puse con América (American Tabloid en el original). De nuevo el hijo de puta de Ellroy me agarraba por las pelotas, tiraba con fuerza y me metía dentro de la novela. Creo que en términos de body count (recuento de cadáveres) es casi un premio Guiness. La conspiranoia americana de los 50-60 desde el punto de vista de tres chunguísimos perdedores que actúan de proletarios corruptos del crimen político. Encajando realidad y ficción de manera contundente. El verano siguiente tocó Seis de los Grandes, la continuación. Segunda entrega de una trilogía aún por concluir. Mismas sensaciones ante la masacre sin igual. Pete Bordurant como uno de los más grandes antihéroes de ficción del siglo pasado.

He seguido comprando sus novelas (tengo unas cuantas en casa por leer) pero han pasado casi dos años. Quería continuar con El Gran Desierto, que con La Dalia Negra, L.A. Confiential y Jazz Blanco forman el llamado Cuarteto de Los Ángeles. El Gran Desierto es la segunda entrega; ojo, cada libro es independiente y el nexo en común es el tan célebre como corrupto departamento de policía de la ciudad. Pero yo quería seguir el orden con que fueron escritos. El problema es que, al menos en Barcelona, no lo encontraba por ningún lado. Hace unos meses me percaté de que Ediciones B lo había reeditado en bolsillo en verano del año pasado. Así que me hice con él y hace unos pocos días inicié su lectura. Y joder, hostia puta, de nuevo el puto Ellroy apretando mis testiculos y abduciendome al interior de su novela, titulada originalmente The Big Nowhere.

A los tres días me faltaban 300 páginas, eran las once la noche de un sábado, hacía algo de calor, en calzoncillos, en el sillón, al lado de la ventana abierta, y sin poder parar de leer. A las cinco de la madrugada leía el última párrafo. Extasiado. Sin darme cuenta de que había refrescado y que mi cuerpo se había girado. Y es que durante seis nocturnas horas no tuve cuerpo. Tan sólo unos dedos que pasaban páginas febrilmente y unos ojos enrojecidos por la lectura. El resto de mi yo era un voyeur febril tras los pasos de la para mí ya típica trinidad ellroyana de hombres duros que acabarán por establecer lazos a lo Grupo Salvaje: un joven detective obsesionado con un aterrador psicópata que mutila homosexuales siguiendo el comportamiento agresivo del glotón o carcayú; un policía retirado y corrupto, diestro en el uso de la porra, entregado a los chanchullos de Howard Hugues y de la mafia del condado; y un amargado y cobarde fiscal del distrito ansioso de gloria a través de la caza al comunista. Los tres en ese marco corrupto y malsano que reactualiza la serie negra a base de podredumbre política y administrativa, yonquis, bajos fondos, Hollywood como un engranaje del mal, perversiones inimaginables, mujeres fatales, psicópatas pasados de vueltas, clubes de jazz, policías envilecidos. Un salvaje festín de sangre, carne y pecado en las cloacas de L.A., narrado de manera contundente, sin concesiones, con una trama compleja llena de matices que acaba cuadrando a la perfección.

Miren. Tan sólo para acabar. Hace unas semanas, en el texto que le dediqué a Fantasmas de Palahniuk, los comments cobraron vida como no lo habían hecho hasta ahora. Nos llenamos la boca, yo el primero, alabando o polemizando sobre los Auster, Houllebecq, Chabon, Lethem, Foster Wallace y compañía. A la búsqueda del gran escritor de los últimas décadas. Y saben una cosa: que les den por el culo a los citados. La respuesta a esa pregunta tiene forma de un tipo con gafas redondiatas, de pasado poco recomendable, huérfano de una madre asesinada de manera violenta y que escribe literatura de género. Se llama James Ellroy y tiene la mala costumbre de apretarme los huevos si se me ocurre parar un momento una vez enfracado en la lectura de sus novelas.

2 comentarios:

mini dijo...

 <span style="color: #808080;">Perdone absence que haya llegado a su post con tanto retraso, pero empecé con Ellroy por la recomendación que hizo Ingram en el focoforo y ya me ha arrancado las pelotas el muy cabrón. Me acababa de llegar "El gran desierto" y quería ver que opinaban en internet y resulta que si pongo: -"El gran desierto" Ellroy- en google, la primera entrada es la suya. Es usted la puta biblioteca de alejandría en donde desemboca todo. Y, sí, ERllroy deja en pelotas a los titanes que usted menciona más arriba.</span>

Anonymous dijo...

<span style="color: #808080;">Coño, qué bien considerado me tiene google para esta novela de Ellroy. Yo a Ellroy lo voy leyendo poco a poco porque me secuestra cosa mala. Por cierto, ya tocaría coger otro libro suyo.
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