6.11.08

TRAS LAS HUELLAS DE JAIME EL DESTRIPADOR

Police news 22 de septiembre de 1888

Me adhiero a la idea lanzada por Alan Moore en su soberbio From Hell: el siglo XX nació con Jack el Destripador, de cuyos crímenes estos días se cumplen 120 años (se produjeron entre el 31 de agosto y el 9 de noviembre de 1888). Arriba tienen la portada de The Illustrated Police News de 22 de septiembre de 1880, uno de los primeros tabloides británicos y que vio multiplicar sus ventas con esta especie de aleluyas (y a todas luces protohistorietas, como mínimo) dedicadas a los crímenes de Whitechapel. La figura del misterioso asesino fue clave para el desarrollo de la prensa escrita tal y como la conocemos hoy en día. Partiendo de ese hecho, me resulta fácil afirmar que también lo fue para la (sub)cultura pOp. Vamos, que no hay ninguna duda al respecto por mi parte.

El libre acceso a la hemeroteca digital de La Vanguardia me está proporcionando horas de disfrute sin igual. He indagado sobre Holocausto Caníbal o John Liu, pero otra de las pesquisas realizadas era más ambiciosa: el rastro de Jack El Destripador en las noticias de la época. Abajo les dejo el resultado, tremendo y maravilloso por un montón de detalles y contextos. Lean con atención, descubrirán que por error le llamaron gaitero en vez de destripador (piper por ripper), que se tradujo su nombre a Jaime o que era un nihilista. Por no hablar de un delicioso estilo de redacción ya más que centenario.

10 de septiembre de 1888

Londres.—Se ha descubierto aquí un horrible asesinato, del que ha sido víctima una mujer de mal vivir; tenía el cuello atravesado y el cuerpo abierto en canal; el estómago y el corazón en el suelo y los intestinos rodeados en la garganta á guisa de collar. La policía no ha capturado aun á los criminales.
(fuente)

1 de octubre de 1888

Los Crímenes de Londres
John-Fitzgeral, que había sido detenido como presunto autor del asesinato de la mujer degollada, ha confesado su delito; pero sin explicar aún los móviles que le indujeron a asesinar a la desgraciada Annie Chapman. De las pesquisas practicadas hasta el momento de descubrir al criminal, parecía resultar que las entrañas de la víctima habían sido arrancadas por mano muy experimentada en operaciones anatómicas. El coroner que dirigía la información ó sumario es del parecer que el asesino no es un loco sino que se apoderó de los órganos desaparecidos para venderlos. Da fuerza a tal suposición el hecho de existir una especie de mercado para la venta de vísceras abdominales de las mujeres. Dentro poco se sabrá la verdad de todo ello y si el asesino de Annie lo fue de las tres mujeres que, con intervalos más ó menos largos, aparecieron mutiladas tan horriblemente como la última.
(fuente)

6 de octubre de 1888

Los Crímenes de Londres
Nuestros lectores tienen ya noticia de los dos nuevos asesinatos perpetrados en aquella ciudad con circunstancias que difieren poco de las que concurrieron en los anteriores crímenes. El criminal continúa impune, y lo que, es más, libre y dispuesto a cometer nuevas atrocidades que hagan desbordar la indignación pública, ya excitadísima. Así lo manifiesta en una carta dirigida a la Central News, que como no es probable sea una lúgubre broma, es el colmo del cinismo pues en ella dice que desafía á que se dé con él y que seguirá en su tarea horrible. Firma Yack the Pipper, es decir, Jaime el Gaitero y la carta está manchada de sangre y tiene sabor siniestro de autenticidad.

Los medios empleados para descubrir al criminal son los más eficaces y originales que pueda darse. Ha sido organizada una sección de policías velocipedistas que de noche recorrerán los barrios que tienen mala reputación para ver si así de improviso, caballeros en su silenciosa montura, logran dar con el asesino. Por imitación se van á disfrazar algunos de mujeres con el objeto de que el asesino les acometa y puedan prenderlo. Esta idea se le ocurrió á un repórter y la puso en planta. Descubrió su disfraz la policía y lo llevó preso, creyendo que seria quizás el malhechor que se valdría de aquella artimaña para atraer á alguna desgraciada. Lo cierto es que hasta ahora ni las rondas armadas de vecinos ni las investigaciones y vigilancia del cuerpo de seguridad han dado resultado alguno.

Lo inconcebible de estos crímenes es la rapidez con que los ejecuta, al criminal. La última víctima, llamada Mary Anne Kelly; una hora antes de ser asesinada había salido de un cuartelillo de policía donde se la llevó por embriaguez. Casada y separada de su marido vivía en compañía de un obrero Kelly contra el que nada resulta y el que la noche del crimen, para dar de comer á la desgraciada, empeñó en dos chelines un par de botas. Después de cenar se marchó Marie Anne y de taberna en taberna fue á parar al cuartelillo. Salió de él y á los tres cuartos de hora era asesinada en Mitre Square. Parece que va á ordenarse un escrupuloso registro en todas las casas vecinas á Withechapel por creerse que en alguna de ellas debe tener su guarida el criminal, pues no se comprende sino que pudiera hacer perder su rastro con tanta facilidad y se imagina además que debe ser conocido de las mujeres del barrio citado, ya que de otra manera, temerosas de sufrir la suerte de otras infelices no se aventurarían con un desconocido, á altas horas de la noche, por los sitios poco concurridos en que son degolladas.
(fuente)

11 de octubre de 1888

Telegrafían de Inglaterra que desde que se verificaron los recientes crímenes en Londres han sido presas doscientas personas, siendo puestas todas en libertad por no resulta pruebas contra ellas. Las autoridades inglesas han resuelto cazar el asesino por medio de perros; pero los ensayos que ha hecho la policía no han resultado satisfactorios pues no se ha logrado capturar al autor de los crímenes.
(fuente)

15 de octubre de 1888

Los Crímenes de Londres
No se ha descubierto aún el autor ó autores de los asesinatos de que tienen noticia nuestros lectores. Hay sólo un indicio, no relacionado con el criminal, sino con una de las víctimas, que puede dar quizá alguna luz, siquiera débil, sobre ese asunto. La falda de seda en que estaba envuelto el cuerpo de la mujer asesinada en Whitehall ha sido reconocido por las obreras de un taller del West-End, como confeccionado por ellas.

No cabe ya casi duda alguna que ese tronco mutilado lo fue por el siniestro personaje que opera en Whitechapel. Como á los cadáveres hallados en este barrio, faltan á aquél, parte dé las entrañas. Una de las piernas, encontrada en un túnel, muestra señales de haber sido sometida á la acción del agua hirviendo por espacio de una hora cuándo menos.

El Standart cree posible que esta víctima, que por cierto ha sido descuartizada por mano experta, sea una joven que hace cosa de dos meses desapareció de la casa paterna sin que se haya podido averiguar su paradero. Llamábase Lily Vass y vivía en el barrio de Chelsea.
El día 8 por la tarde fue reducido á prisión un individuo sobre quien recaían vehementes sospechas. Opuso resistencia desesperada á la policía antes de entregarse, y acabó esto de hacer creer que por fin se había dado con el asesino de Whitechapel. Muchos, casi todos los periódicos dieron como buena la captura, pero después de presentado al tribunal y juzgado, resulta que es un ladrón y no un asesino.

Si, como es probable, son las cartas recibidas por los periódicos obra de algún chusco de mala especie que se firma Yack The Ripper —Jaime el Destripador y no el Gaitero como por equivocación de caja de un periódico inglés tradujimos el otro día— no se comprende que se les dé publicidad como se hace. Menudean estas cartas, y comparando el estilo de unas con el de otras y los caracteres de letra respectivos, se conoce que no están escritas por la misma mano, y sirven sólo, y sin intención seguramente, para despistar más y más a la policía.

Aprovechando la estancia en Bruselas del alcalde de Londres, un redactor de Le Independance Beuje le ha interrogado para saber su opinión respecio de los repetidos y atroces crímenes. M. de Heiser no cree que mueva al asesino ninguna idea científica que, por los beneficios que reporte al traducirse en práctica, pueda hacer olvidar la brutalidad de las pruebas. Tampoco imagina que puedan atribuirse los crímenes á algún moralista que quiera extinguir el vicio exterminando á cuantas mujeres hacen de él modus vivendi; ni que sean obra de un Proudlion-carnicero que por medios extremos quiera llamar de todos modos la atención pública sobre las miserias sociales. Opina mas bien que se trata de un loco, diestro como todos ellos en lo que atañe á su manía, poseído del furor de derramar sangre. Espera que si cometa otro asesinato caerá indefectiblemente en manos de la policía, y cree que si reconoce la imposibilidad de perpetrarlo volverá contra sí mismo el arma que tantas veces ha hundido en las entrañas de sus víctimas.

Dice que la recompensa ofrecida para muy poco ha de servir, pues no cree que el malhechor tenga cómplices, y antes bien puede suceder, como ha pasado otras veces, que algún malvado invite á cometer nuevos crímenes á un desgraciado para delatarle luego y ganarse el premio ofrecido. Afirma que es natural que Londres sea la ciudad de los grandes crímenes, pues en su centro hallan seguro asilo todos los criminales del mundo, por ser muy difícil su captura entre los millones de habitantes que encierra.

La alarma en el East-End no puede ser mayor; los cafés conciertos no se ven concurridos como antes, y en Whitechapel y barrios vecinos no hay mujer que se aventure sola por las calles después de anochecer. La policía confía muchísimo en los blood hounds— lebreles de sangre— y expresa que, de cometerse un nuevo crimen, sabrán seguir la pista y dar con el asesino.
(fuente)

(Nota al margen para historiadores del cómic: fíjense en el uso del globo o balloon)

13 de noviembre de 1888

El Times y los crímenes de Whitechapel
Un nuevo crimen han anunciado los telegramas de Londres hace muy pocos días, crimen más horrible y repugnante si cabe que los varios cometidos hace dos meses en el distrito de Whitechapel, de la gran metrópoli inglesa.

El Times comunica algunos detalles acerca del mismo que son verdaderamente horrorosos. Parece que la victima ha sido también esta vez una mujer perteneciente á la misma clase que las infelices que fueron asesinadas en Agosto y en Septiembre pasados, y su cuerpo ha sido mutilado de un modo aun más horrible que las anteriores victimas. Un sujeto que llamó el día 9 del actual á la puerta del 2Q de Durset-street, habitada por Mary Ann Kelly, con objeto de hacer efectivo el importe de algunos meses atrasados de alquiler, no obteniendo respuesta miró al través de una ventana destrozada del piso bajo y vio los restos mutilados de aquella mujer encima de la cama.

El resultado del examen hecho por la autoridad, dio á conocer que se había cometido allí hacia poco un asesinato con las circunstancias más atroces que puedan imaginarse. En efecto, encontróse encima da la cama y enteramente desnudo el cuerpo de Kelly y encima de una mesa todas sus entrañas que habían sido arrancadas por completo, apareciendo las cavidades toráxica y abdominal vacías del todo. La nariz de la victima estaba cortada lo propio qua ambos senos, los cuales se veían también colocados encima de la mesa. El cuerpo y la cama estaban completamente cubiertos de sangre y la escena en conjunto dejó horrorizados aun á los mismos individuos de policía que habían ya visto las mujeres asesinadas anteriormente. Todo demostraba haber sido ejecutado el crimen con la mayor celeridad y destreza, no apareciendo rastro ni indicio alguno que permitiese seguir la pista al asesino, y notándose varias circunstancias más misteriosas aun que en los anteriores crimines de Whitechapel. Kelly había sido vista el día anterior á las 11 de la noche en compañía de un hombre que nadie puede decir quien era, y nada más se sabe de ella hasta que fue encontrada muerta y horrorosamente mutilada al día siguiente á las 11 de la mañana.

Comentando el Times el crimen en cuestión, dice que existen los mejores deseos, por parte del público, para ayudar á la policía, y que no se perdonarán esfuerzos para descubrir á los criminales, pero que no hay que sorprenderse si la policía se ve nuevamente burlada.
El maniaco, si lo es el asesino, está dotado de una gran sagacidad, capaz de desafiar las más activas pesquisas de la policía. Sin embargo, es indudable que el mismo que mató y mutiló varias mujeres en Whitechapel hace poco tiempo, sea el autor del asesinato de Dosset street. Dos monstruos semejantes no pueden existir en la Tierra. El cuerpo de Kelly presentaba, como hemos dicho, las huellas de furor y encarnizamiento que caracterizaron los anteriores crímenes. Sólo puede explicarse lo sucedido por una inmensa sed de sangre ó una extraordinaria manía de destrucción. Además se han notado en el último crimen las mismas señales de destreza en manejar el cuchillo. Las mujeres asesinadas anteriormente tenían todas la cara desfigurada para hacer más difícil la identificación del cadáver, y lo propio ha sucedido ahora. Otra circunstancia notable es la de que todos los asesinatos, han sido ejecutados á fines de semana, lo que hace suponer que el asesino es forastero. Termina el Times defendiendo calurosamente á la policía inglesa dé los cargos que se la dirigen por no haber sabido encontrar al misterioso asesino, y dice que, en vez de atacar á la policía debería el público ayudar á ésta por todos los medios á su alcance en las pesquisas que está haciendo para librar a la sociedad de un ser tan repugnante como el asesino de Whitechapel.
(fuente)

19 de noviembre de 1888

Jack the Ripper, ó Jaime el Destripador, como por aquí llamamos ya al misterioso asesino que preocupa la atención de todo el mundo en Inglaterra y fuera de ella, es objeto, ínterin escapa a la persecución de la policía, de las más encontradas y raras opiniones.

Los aristócratas dicen en Londres que es un nihilista, ya por su terrible manera de realizar los crímenes, ya porque éstos parecen ser la obra de una Sociedad oculta más bien que de un solo hombre. En los salones hablase, pues, de una conspiración nihilista de que los recientes asesinatos no serían más que el comienzo.

Un doctor atribuye los crímenes á una especie de epilepsia que se traduce por la manía del homicidio y sobre todo por la mutilación de la victima. Esta es la opinión más adoptada entre la clase media.

Entre los obreros anda muy válida la idea de que la causa de todo es la venganza y los celos conyugales, resultado de la frecuencia con que las desgraciadas en las cuales se ceba únicamente el asesino, atraen hacia su género de vida á mujeres honradas de la clase pobre.

No falta quien haya declarado que un americano ha ofrecido quinientas pesetas por cada uno de los órganos que han desaparecido de las mujeres asesinadas y que este ofrecimiento previo, ha sido la única causa de los crímenes.

Sin perjuicio de compaginarlo con algo de lo dicho parece que corre también con insistencia el rumor de si el asesino es un marinero de los barcos que hacen viajes semanales, por el Támesis, entre el Continente é Inglaterra.

Pero lo cierto es que todo ello no pasa de suposiciones y que no se sabe nada cierto sobre el autor de tan misteriosos crímenes.

Sin embargo, según las últimas noticias, la policía conoce ya las señas del asesino.
Débese este importantísimo servicio á un groom conocido de la mujer Kelly últimamente asesinada, quien la vio entrar en su casa á las dos de la madrugada en compañía del supuesto asesino. Parece ser éste un sujeto de estatura regular, unos siete á ocho palmos, de treinta y cuatro á treinta y cinco años de edad, de color aceitunado, y usando bigote negro retorcido por los extremos. Llevaba en la noche del crimen sombrero hongo de fieltro, paleto largó forrado de astrakán, corbata negra con un alfiler en forma de herradura, botas con botones, cubiertas por botines ó polainas de color oscuro, y pendía del bolsillo de su chaleco una maciza cadena de oro con deje de piedra roja. Tiene los ojos negros y las cejas muy espesas. Concédese gran importancia á esta deposición, porque da el primer indicio serio sobre aquel misterioso y terrible personaje, y la policía sigue con el mayor ardor su pista.

La impresión producida en Inglaterra por los asesinatos de Witechapel ha determinado allí una de esas epidemias morales que parecen ser el epílogo de todo drama criminal. Son varios los sujetos que se entregan de buena fé por Jack the ripper, y esta monomanía alcanza especialmente á los beodos que en gran número se encuentran todas las noches por las calles de Londres.

Este espíritu de invitación no radica exclusivamente en las palabras sino también en los gestos. Hace pocas noches tuvo que desarmarse á un campesino que blandía un enorme cuchillo y amenazaba acabar con todo. Abundan también las personas que importunan continuamente á la policía, pretendiendo conocer al culpable y delatarlo, pero hasta ahora nada más se sabe acerca de él que lo que hemos dicho al principio.

Aparte de esto parece que en vez de ser hallado el asesino ha aparecido otro en Estados Unidos, tan inconcebible como el inglés y que ceba su sed de sangre únicamente en individuos de la raza negra, de los cuales ha dado ya muerte á algunos en poco tiempo.
(fuente)

25 de noviembre de 1888

Otro crimen en Whitechapel
El jueves pasado circuló por todos los ámbitos de Londres la noticia de que el famoso y misterioso criminal de Whitechapel había llevado á cabo otra de sus horrendas fechorías, y el público de la gran Metrópoli creyó por espacio de dos horas que el hecho era cierto. Pronto, sin embargo, circularon rumores más tranquilizadores, y por fin púsose en claro que si bien había ocurrido un hecho criminal en aquel barrio, que se ha hecho célebre de algún tiempo á esta parte por los sucesos que en él se han desarrollado, éste se reducía á algunas cuchilladas inferidas en el calor de una disputa por un individuo a una de las innumerables mujeres perdidas que habitan en las Lodging-houses de aquella parte de la ciudad. La mujer dio voces de socorro y el agresor fue perseguido, pero consiguió escapar con fortuna, á pesar de que el hecho ocurrió entre siete y nueve de la mañana en uno de los barrios más populosos de Londres, y de que todo el mundo se lanzó en pos del supuesto asesino.

Al dar cuenta de este hecho la prensa inglesa, duélese con razón de lo ocurrido, porque lo mismo hubiera escapado el asesino de haber sido el misterioso personaje que con tanto ahínco busca la policía.

La escena del suceso, dice el Daily News, fue George Street, es decir, el centro de un barrio que todos suponíamos recorrido constantemente por patrullas de policía, tanto de día como de noche después de los últimos sucesos. El agresor salió de una de las habitaciones superiores de una casa de vecindad, tuvo que atravesar una cocina ocupada por gran número de personas, entre ellas varios hombres, salió á la calle perseguido por algunos de éstos, y llevaba tan poca prisa que tuvo tiempo para volverse y abofetear á uno dé sus perseguidores antes de eclipsarse definitivamente.

Nada le sucedió; ningún ciudadano indignado se le echó encima, y lo que es más grave aun, ningún policeman le interceptó el camino. A este paso, pregunta el Daily News, ¿llegará á cogerse nunca al verdadero asesino de Whitechapel? Una de dos, añadimos nosotros, ó la tan decantada policía inglesa resulta ser completamente inútil, ó el terrible asesino no es hombre de carne y huesos, sino un fantasma que se desvanece como el humo.
(fuente)

14 de diciembre de 1888


Los asesinatos, de Londres

Un nuevo asesinato, cometido sin motivo alguno que lo justificara, ha puesto en emoción al vecindario de Londres. Esta vez, sin embargo, el asesino ha sid-j detenido y la victima no ha muerto. No se sabe por ahora si se ha dado con Jaime el destripador ó si se las há la policía con un individuo que tiene igual manía que aquél.

El martes al mediodía un hombre entró en un cafetín, y después de pedir café á la muchacha que estaba en el mostrador, apenas esta sé volvió para traérselo, cerró la puerta de la calle, y echándose sobra ella la dio una tremenda cuchillada que le cortó lo carótida, y esto con tal fuerza que un trozo de oreja quedó cortado. Pudo sin embargo gritar la victima, y á sus voces corrió una mujer que se hallaba en la trastienda, la que abrió la puerta y pidió socorro. El asesino había ya escapado; pero la muchacha pudo dar su nombre y señas y fue detenido. No confiesa ni niega su crimen; llámase Bill Aikins y es oficial empapelador. Se le encontró únicamente un cortaplumas, que no tenía señal alguna de sangre. Dentro de ocho días se verá el asunto ante el tribunal competente.
(fuente)

Nota: el material gráfico ha sido escaneado de los archivos de la Mansión Ausente.

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