2.9.06

EL PAPA Y SUS BASTARDOS


Hace un par de día entré en una librería de cómics sin citerio definido y con prisas. Andaba por allí pululando cuando mis ojos se percataron de la unión de Milo Manara y Alejandro Jodorowsky para recrear la turbia historia de Los Borgia. Me quedé un rato divagando alrededor de la conjunción de esos tres factores. La faceta de guionista de tebeos del sicomago chileno, Santa Sangre a aparte, siempre me ha interesado (aunque a menudo flaquée en los finales de saga). Manara... bueno... dibuja unas jamonas de órdago pero hace tiempo que sus tebeos no me interesan demasiado (colaboraciones con Hugo Pratt al margen, claro). La idea de verlos a ambos explicando una saga familiar tan sangrienta a la par que página negra del pontificado católico me daba la sensación que sería de mi agrado.

Y sí. Manara y Jodorowsky están como pez en el agua en un álbum (primero de tres) excesivo y barroco no apto para mentes cándidas. Vaya por delante que deben borrar de su mente la idea de una historia bien hilvanada, inteligente y sutil. Já. Já. La historia de Rodrigo Borgia (aka Papa Alejandro VI) y sus hijos bastardos (donde destacan, claro, César y Lucrecia) es una cosa muy burra y muy básica. Depotismo, poder, podredumbre papal, decapitaciones, castraciones, lesbianismo, sodomía, sadomaso, blasfemia e intrigas palaciegas inmediatas que apelan, directamente, al bajo instinto. Y eso me hace mucha gracia: al fin y al cabo no es otra cosa que una de esas exploitation italianas tan tan burras, zafias y malsanas de finales de los 70 traspasada a papel y envuelta en bonito cartoné. Una obra muy bruta que sólo despertará el interés y la gracia entipos de mente perturbada como quien esto escribe. Bueno, y en los pajilleros adictos a Manara, claro.

Por cierto, hay una escena que me ha llamado súmamente la atención. Como no estoy en casa no puedo escanear, así que les explico. Se produce en la elección de Rodrigo Borgia como nuevo Papa en un cónclave que tiene de todo menos buenos sentimientos y divinidad trinitaria, al contrario, es cosa muy humana y perversa. Tras la elección uno de los cardenales pide la Sedia Stercolaros, es decir, la silla excremental. Una silla papal con un agujero en donde se asienta el papal trasero y otro orificio frontal, por debajo y entre las rodillas de quien se sienta. Alejandro VII se aposenta, y uno de los cardenales introduce la mano por el frontal para palpar los testículos papales que cuelgan del orificio excremental. Comprobada vía tocamiento la existencia de cojones, el cardenal exclama "Penis est. Testicula habet. Hominus Est". Aunque la idea de comprovar que el nuevo Papa no fuese un eunuco o una mujer disfrazada me parecía verosímil (ei, eran los estentores de la edad Media, época bruta por excelencia), he estado buscando antecedentes del ritual por internet y no he encontrado nada, así que habrá que otorgar la feliz ocurrencia a la fértil, para estas cosas, mente de Jodorowsky. También es una buena muestra de lo que encontrarán entra sus páginas: estoy seguro de que la posibilidad de cambio de papa mientras se gestaba el tebeo avivó la imaginación de sus autores en términos de eso tan bonito que es la provocación gratuita.

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