26.10.12

CRÓNICAS DE SITGES 2012 (XXVI): COSMOPOLIS


No vi Cosmopolis en las mejores condiciones. Esto es así y debo señalarlo porque resta puntos a mi opinión sobre ella. Es indudable que el corpus literario que David Cronenberg lleva al cine es para sacarse el sombrero. Burroughs (El Almuerzo desnudo), Ballard (Crash) y ahora DeLillo conforman una trinidad nada santa y una declaración de principios por sí misma. Y conste en acta que no he leído Cosmopolis, lo cual es una putada no sólo porque me reste capacidad de análisis, sino porque la tengo por casa (por partida doble, en un despiste) y no me gusta leer libros mientras tengo frescas las adaptaciones cinematográficas. Cosas mías. De la película me encanta la escena de la inspección anal y me fascina lo que se ve por la ventana de la  enorme limusina (segunda peli de Sitges 2012 con el vehículo de lujo por excelencia) en la que viaja el joven millonario especulador. Esa civilización que de fondo vemos pasar del atasco a la revolución violenta con insonorizada parsimonia es hipnótica y bella, sobre todo en términos de sociología borderline contemporánea (y de narrativa cinematográfica pura). A cambio, debo decir que por cansancio fílmico no llegué a disfrutar del todo con ella, y que incluso en su tramo final  (cuando salen definitivamente la limusina) percibí un cierto tono teatral que quizá me distanció un poco, aunque no lo suficiente para dejar de percibir que es una de las más acertadas visiones de nuestro peculiar apocalipsis, dominado por próstatas asimétricas y la cotizaciones del yuan.

1 comentario:

Sisterboy dijo...

A mí me ha parecido como el típico caso del deportista de élite que tras una larga ausencia vuelve a competir, casi nunca es lo mismo que antes