21.11.04
El Pérfido de Guadalix
Expliqué, en los inicios de este blog, que en la Mansión Ausente somos seguidores de Gran Hermano. También es cierto que a la que quedan en la casa cuatro o cinco participantes la cosa deja de interesarnos bastante. Los concursantes sobrevivientes asumen el destino y el poder de la audiencia y se dejan de discusiones, enfrentamientos e intrigas. Hay que decir que en ésto último, las intrigas, la edición de este año va sobrada y tiene un protagonista absoluto: el transexual Nicki.
Si la transformación, medicina mediante, de mujer (Ana Belén) a hombre le otorgaba ya de entrada una evidente característica pintoresca, ahora, en cierto punto, sería lo de menos. El concursante asturiano ha convertido la casa en un lugar de cuchilladas traperas, un palacio de la intriga donde primero la gestión de la información es poder y luego el poder es poder, en sí mismo. Esa pinta de hombre lobo achaparrado (fruto de las inyecciones de testosterona) ayuda al símil con el pérfido consejero deforme del emperador, el freak maligno aliado al poder, la lengua perversa que va de oreja a oreja posando las simientes del conflicto y el odio. Además, cuenta con la inestimable ayuda del banquero catalán, un babas que tampoco se queda corto y que, a la práctica, su cobardía hace más inteligente. A Nicki le pierde la soberbia y está borracho de poder.
El transexual asturiano ayudó a la división en grupos enfrentados, instigó a unos cuantos y luego cambió de bando, informó de falsas intenciones de nominación a unos y a otros, fue sacándose rivales de encima. Ha ido porfiando por detrás constantemente, gestionando la información siempre en su beneficio, mintiendo, labrando alianzas para que siempre el grupo de nominados, de futuribles expulsados, le benficiara; calculando complicados y efectivos juegos matemáticos con los votos. Y todo en exceso. Cizaña para dar y regalar. La audiencia empezó a darle la espalda, expulsando a la gente en contra de sus intereses. Aún así en la casa de Gran Hermano no se percataban aún de este hecho. Había generado cierto miedo, otorgándose una aureola de favorito y vanagloriándose constantemente de los beneficios de su condición sexual entre el público: “soy un referente para un colectiv", "Me llamarán para actos y conferencias”, “allí fuera hay muchas asociaciones apoyándome, de las grandes ciudades, de Barcelona”.
En el momento más indicado se convirtió en patrón, figura en el concurso que tiene el poder de salvar a un nominado (que es sustituido por el siguiente en más votos, información desconocida para los concursantes) y para asignar grupos de tareas. Las tareas las asignó, como no, maquiavélicamente, estableciendo parejas que se odian entre sí a la búsqueda de generar el conflicto afín a sus intereses y acercando a su esfera de influencia a gentes hasta el momento imparciales. Y luego, claro, el poder para salvarse a sí mismo de la expulsión.
Todo eso fracasó el jueves. El complicado crucigrama numérico de votos se vino abajo. No pudo salvarse a sí mismo al no estar entre los primeros nominados. Salvó a su compinche, el taimado broker barcelonés, y el destino quiso que fuera él quien le sustituyera. Y todo por un voto no previsto, por una ración de su propia medicina: la traición de una “teórica aliada” que aún no ha confesado su crimen. La culpable, una cubana de aparente sumisa actitud con la que ha mantenido una extraña relación de amor/odio que da mucho juego, y que es pieza útil para ver la complicada sexualidad del que fuera mujer: misoginia, comportamiento de machito ibérico, desprecio por lo femenino, envidia hacia los varones viriles. Hay quien ha llegado a decir que Nicki pasó de mujer a hombre y ahora es gay.
Nicki será, con toda seguridad, expulsado el jueves. La audiencia lo odia. Los colectivos de transexuales han brillado por su ausencia (y seguramente sienten vergüenza ajena). En la mansión ausente disfrutaremos con ello. Nos alegraremos de la muerte del villano. Y eso que a partir de entonces el programa será más aburrido. Nos da igual, estamos hasta los cojones del pérfido de Guadalix.
Nicki, estás nominado
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