“La base de la cultura es amar el humor. En cuanto al dinero, con que ganes lo justo para vivir es suficiente.”
Una de las cosas que más me gusta del manga es fruto de mi desconocimiento. Creo que es algo compartido. Durante décadas ha estado ahí, naciendo, creciendo, mutando a nuestras espaldas mientras la mayoría de nosotros teníamos los ojos puestos en otro lado. Han pasado 20 años desde que lentamente nos fue invadiendo (el manga, que el anime llegó bastante antes), pero es un proceso gradual con una curiosa paradoja: recompensar la ignorancia. Me parece tremendo que un lector compulsivo de historieta como yo haya pasado hasta hoy desconociendo la existencia de
Shigeru Mizuki.
La explicación de mi desconocimiento está en que hasta hace nada la obra de Mizuki permanecía inédita por estos lares. Supongo que la reivindicación realizada en los últimos Angouleme (premios en 2007 y 2009) ha resultado vital para su recuperación. Y la explicación de mi entusiasmo está en que estos días me he acercado a los tres cómics publicado este año. Así que vayamos de uno a uno.
NonNonBa (Astiberri)
Maravilloso, una joya inexcusable. Mizuki nos explica detalles de su infancia, marcada por la presencia de una anciana que se pasa el día narrando cuentos de fantasmas. El resultado es delicioso, primero por la sutilidad con que el mundo adulto se inmiscuye en un relato de infancias mágicas. En ese aspecto destaca de manera esencial la figura del padre del autor, capaz de dar a sus hijos consejos como el que abre este texto o de hipotecar a su familia por el sueño de abrir un cine en le pueblo; por no hablar del tacto y sentimiento que sobrevuela la cruel historia que cierra el libro, la de la niña huérfana que va a ser vendida como aprendiz de geisha.
Y luego están los fantasmas, recogiendo la riquísima japonesa. Poco a poco me he ido enamorando de los fantasmas japoneses gracias a películas como la trilogía yokai de
Yoshiyuki Kuroda (con remake de
Miike hace pocos años) y, sobre todo, por
Miyazaki y esas joyas que son
El Viaje de Chihiro y
Mi vecino Totoro.
NonNonba está a la misma altura y el repertorio de cuentos que aparecen en sus páginas en un puñetazo de maravilla muy poco habitual. Y aunque no es una lectura infantil le leí a absencito el capítulo de
Don Betobeto, pase usted primero y mi hijo se quedó, claro, fascinado y con ese brillar en la mirada que sólo la fantasía es capaz de otorgar.
Operación muerte (Astiberri)
He leído reseñas en las que se afirma que este manga es mejor que NonNonBa. Siendo estupendo, no estoy de acuerdo. Quizá sea cosa de mi afinidad con la fantasía, no lo niego. También es cierto que si tenemos en cuenta que de nuevo es autobiográfico y conecta con la infancia feliz narrada en el anterior, este relato sobre lo vivido durante la Segunda Guerra Mundial supone una sacudida tremenda. Relato antibélico en la línea más clásica del género (
Senderos de Gloria podría ser una referencia clara), Mizuki expresa lo absurdo de aplicar en un conflicto armado el peculiar culto japonés a la muerte honorable. Con detalles de fino humor costumbrista, que aligeran la dureza de la historia, asistimos a la operación militar que da nombre al libro, aquella en la que todos los miembros de un batallón eran obligados a realizar un ataque suicida sin que este tuviera demasiado sentido estratégico. Mizuki lo sufrió en sus carnes, pero sobrevivió pagando el precio de perder un brazo, aquel con el que dibujaba. Necesitó aprender de nuevo para cumplir su vocación y contar su historia.
Gekiga Hitler (Glénat)
Aquí tiulado
Hitler La novela gráfica, me ha resultado una lectura también fascinante. Hay quien apunta que es un cómic de dudoso o ambiguo contenido, y no negaré que tiene sus aristas. Por ejemplo, y pese a que con ello se abre la historia, es una biografía del dictador alemán en la que el tema del exterminio judío, la decisión de llevarlo acabo, no aparece. Mizuki reconoce que en su juventud quedó hipnotizado por la figura del líder nazi, al fin y al cabo un victorioso y seductor aliado durante años. Como biografía, se preocupa por determinados aspectos (la extraña relación con una sobrina adolescente que acabó suicidándose, su pasado como pintor muerto de hambre) y avanza explicando su sorprendente ascenso al poder (del partido nazi primero y del gobierno alemán segundo). El Hitler de Mizuki es un ser infantil dominado por la locura, quizá porque la locura es la única forma de comprender la maldad que anidaba en su interior. A mi me ha parecido una lectura muy interesante.
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Para ir cerrando. Astiberri acaba de publicar el
primer volumen de Kitaro, al parecer su obra maestra. No podré aguantar demasiado sin zambullirme en sus páginas.