Miike no falta a su cita con Sitges, de nuevo por partida doble. Lo apretado de la programación me impide ver la segunda parte de Zebraman, así que el visionado de 13 assassins resulta obligado. Remake de un clásico del género de samarais de 1963, los que busquen al Miike pasado de rosca pueden llevarse una decepción, los que disfrutamos con el género japonés por excelencia, tan emparentado con el western, no nos quejaremos. De hecho, la película tiene tres partes bien claras. La primera es de confección clásica, media hora de samurais sentados y hablando. La segunda es el periplo de los 13 guerreros que deben asesinar al hijo bastardo (en todos los sentido) del anterior shogun. Y es en la tercera en la que los fans de Miike le encontrarán más desmadrado, y aún así contenido en su locura, que no en su capacidad para el espectáculo. Más de media hora de batalla espectacular, con los 13 protagonistas enfrentados a un ejército de 300 soldados. Podríamos decir que se puede hacer el bodycount, el recuento de cadávares, de la batalla. Resulta contundente aunque uno llegue algo cansado al climax, y supone una reactualización del género, que nunca fue tan espectacular y sí más contenido. Otros retazos del Miike añejo los encontramos en el dibujo del villano de la función, absoluto adicto a la violencia, en la muchacha amputada (una imagen de impacto) o en la escena de los toros. Buena película.
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