Dos décadas más tarde y ya reconocido como cineasta de relumbrón, Kitano regresa a los yakuzas que le hicieron famoso entre los aficonados. Regresa con otro tono, menos contemplativo (recuerden Sonatine), y yo lo agradezco, para explicar una historia de traiciones y puñaladas traperas dentro de un mismo clan yakuza. Como me comentaban tras la película, en realidad la lucha y competencia por subir escalafones dentro de un clan yakuza no difiere demasiado de la que se da en otros centros de trabajo. El matiz está sólo en la violencia de las acciones, que Kitano representa muy bien e incluso con un humor negro muy particular. Poco a poco, pero sin descanso, la violencia de las puñaladas va aumentando mientras se teje una telaraña que atrapa a todos sus protagonistas. Buena película.
No sé exactamente por lo que habrá pasado Kitano con sus últimas pelis alejadas de los estándar. Pero me dio cierta sensación que su personaje en la peli tiene un paralelismo con lo que sintió en su vida real.
ResponderEliminarSPOILER
Sobre todo cuando dice que ha hecho todo lo que querían y ahora le expulsan. Me dio cierta sensación a que se refería a sí mismo cuando se metió en sus pelis personales que fueron recibidas más fríamente.
FIN DEL SPOILER