«Cuando Polansky realizó La semilla del diablo, Hitchcock, ante la carga de suspense y de terror de la película, comentó que iba a tener que dedicarme a los dibujos animados. Polansky podría decidir otro tanto ante este filme de George A. Romero. Así como hay una escalada de la violencia y del erotismo, existe también, en un cierto cine anglosajón, otra del terror. Una espiral de lo espeluznante, disparada hacia metas cada vez más repulsivas. Night of the living Dead es, sin duda, lo más horroroso que haya pasado hasta ahora por nuestras pantallas.»Texto promocional (fuente).
Tres días más tarde, el 18 de diciembre, la película ya era un éxito de público.
(fuente)
Ese mismo día se publicaba la crítica cinematográfica, firmada por A. Martínez Tomás. Una crítica, que me permito reproducir, bastante elogiosa y, al mismo tiempo, desacertada: explica la película de cabo a rabo e incluso se atreve a explicar las causas de la resurrección de los muertos, algo que en el filme no queda tan claro. Supongo que en 1970 el por qué era casi una necesidad. Lo que es evidente es que la crítica ha envejecido muchísimo más que la película, y su estilo resulta hoy añejo.
«Utilizando en su propósito una mezcla de géneros cinematográficos George A. Romero expone en este filme una interesante teoría sobre los conceptos del terror, teoría que llega hasta sus últimos extremos en el desarrollo de esta producción, altamente lograda y con múltiples aciertos tanto en la técnica como en la estética. La historia surge de un enunciado científico, que en realidad no pasa de la hipótesis, pero que, en este momento de realizaciones inimaginables, podría llegar a ser verdad. Por el momento se desenvuelve, sin embargo, en el terreno de la ciencia-ficción.(fuente)
La explosión de un colosal ingenio nuclear provoca un aumento de la radiactividad que envuelve al mundo. Incluso llega a devolver a los cerebros muertos el poder de reintegrarse de nuevo a la vida. Esta alucinante situación desencadena una serie de crímenes toda vez que los muertos vivientes necesitaban para alimentarse de los elementos vitales de otros seres humanos, a los que despedazan. No hay que decir que estas secuencias desencadenan los resortes psíquicos del terror hasta extremos delirantes.
En esta espeluznante situación, un grupo de personas se encuentra aislado en una casa, rodeado de enemigos que desean devorarlos, mientras ellos recurren a los más variados recursos defensivos. En la lucha irán desapareciendo uno tras otro. Unas veces víctimas de su propio terror; otras de su egoísmo o de su incomprensión.
El único superviviente caerá frente a las fuerzas que han acudido en su ayuda y que acabarán por destruir a la insólita legión antropófaga.
El filme sigue una serie de peripecias que son abordadas en distinta medida, según cada caso. Estas vivencias van desde el arranque inicial, con la explosión desordenada del miedo colectivo, hasta la última secuencia en que la injusticia se consuma en la figura de la única persona que supo enfrentarse con coraje a una realidad atroz.
Independientemente de su tremenda fuerza emocional, el filme resulta también un interesante documento de exploración psicológica, y a través de estas experiencias llega a alcanzar las más altas cimas del horror. Horror que se obtiene sin tener que recurrir a chillidos, a apariciones fantasmales ni delirios vampirescos.
La labor del realizador, sobria pero expresiva, ha conseguido efectos muy superiores a los que son normales en este cine oscilante entre la fantasía y el terror. También los actores, la mayor parte de ellos poco conocidos, consiguen efectos aterrorizantes gracias a una perfecta identificación con los extraños papeles que interpretan.
En sú conjunto el filme, de una tremenda «garra», sorprende por su fuerza, la riqueza de imaginación y el dominio técnico con que está realizado. En suma, «La noche de los muertos vivientes» demuestra una vez más que en el cine únicamente hay un elemento fundamental para alcanzar el triunfo: la inteligencia.»
Lo que quizá sorprenda a muchos es que la película resultó un auténtico éxito de público que sobrepasó, con mucho, el por entonces reducido grupo de aficionados a la versión original subtitulada. Casi cuatro meses después La Noche de los Muertos Vivientes seguía llenando los pases de la sala Aquitania de Barcelona.
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