LA REALIDAD ES DE SERIE BÉ

En el lapso de tiempo que estuve viviendo en el Japón fui usado con la tecnología cibernética mas avanzada, a través de implantes de microchips cerebral en contra de mi voluntad, sin mi consentimiento. (...) Esto significa que he sido usado como conejo de laboratorio y ahora estan tratando de destruir mi cerebro usando armas de radiación electromagnética que es tortura cerebral, formando grupos de personas para hostigarme día y noche tratando de acallar y que este crimen quede impune. Estos criminales viven, trabajan solo para destruir a los seres humanos. Estos actos inhumanos no tienen excusas, son sin Dios ni ley.

Lo dice el señor Arakaki en los comentarios al texto sobre infartos inducidos por electromagnetismo del que hablábamos ayer, como muy bien nos hizo notar Fuzzylogic mientras Crazy Japan también se hacía eco. Y claro, nosotros mucho jajaja y jijiji, pero hago una llamada a la reflexión: ¿y por qué no? Si algo he aprendido en los casi cuatro años que esto está en marcha es que un género como el realismo en realidad enmascara la realidad. Suena un poco raro, amén de reiterativo y cacofónico, pero es así: la realidad es una explotación de bajo presupuesto. ¿Pruebas? Ninguna, pero prosigamos.

Cuando el mega acelerador de partículas Large Hadron Collider (LHC) entre en funcionamiento (se prevé que en mayo de 2008) podría crear un agujero negro que literalmente se tragara al planeta y podría originar una "materia extraña" que convertiría la tierra en una estrella de neutrones sin vida.

Lo dicen dos de los científicos implicados en el proyecto (llegué a la noticia vía Flora y Fauna hace ya unas semanas). Más allá de que se trate de un estado de catastrofista pajerez transitoria, la noticia que me parece tremandamente inquietante porque me recuerda algo. Verán ustedes: cuando yo era un adolescente virgen (o casi) en desesperada (e infructuosa) búsqueda de toqueteos con el sexo opuesto (no, no está traido por los pelos: el sexo es parte primordial de la explotación de serie bé) me conformaba pensando que en esos mismos momentos de desesperación, en algunos lugares del mundo miles (millones) de seres humanos se estaban provocando orgasmos (en pareja o en grupos). Y casi intuyendo, sin conocer, las teorías orgónicas de Wilheim Reich, pensaba en toda esa energía de la que habitualmente yo sólo formaba parte en solitario. Con los años, uno se vuelve más cínico, y así me descubrí con el tiempo fabulando con una perversión de esa idea, maldad humana mediante: en estos momentos, en muchos lugares del mundo, hay muchos seres humanos, colgados o no, haciendo el mal. En definitiva: que de la misma manera que la gente hace el amor, construye sótanos austríacos. Y ahora es cuando retomo el hilo del asunto: la notícia del acelerador de partículas me llevó a una inquietante revelación: en estos momentos, en algún lugar del mundo, hay mad doctors construyendo aparatos y rayos de la muerte que causarán el fin del mundo, incluso sin quererlo.


La pirámide iluminati del dólar, símbolo de toda conspiración en la sombra. Jijiji y jajaja. Mi fascinación por las conspiranoias viene dada por ser el reflejo de una frase dicha mil veces: la realidad supera la ficción. En toda conspiranoia subyace implíto el deseo de convertir la realidad en una novela de bolsillo. El error del conspiranoico estriba en que esto ya es así, no hace falta imaginarlo. Sentimos fascinación por los acrónimos del mal y por las bases secretras de HYDRA o SPECTRA por un puro mecanismo de defensa: así nos olvidamos de que en un desolado páramo de Dakota del Norte Nixon mandó construir una pirámide de hormigón, hoy abandonada, que lanzaba misiles y rayos por su ojo frontal para desviar bombas atómicas.