Apocalipsis y paisajes nevados aplicados al fantástico, dos de mis particulares filias, son eje central de esta película canadiense que no es nada del otro mundo pero que me ha entretenido (sin más), entre otras cosas porque no esperaba nada de ella. Es una serie bé de las de siempre, de las que has visto mil veces, y ni pasa de ahí ni sorprende. Respecto al relato de supervivencia post-apocalíptico, toca la mayoria de códigos del subgénero, en especial ese que nos dice que saca lo peor de nosotros mismos. Lo mejor es el paisaje, esas ciudades derruidas hace tiempo y enterradas en la nieve. Lo peor, el diseño de los malos, que los acerca más a criaturas fantásticas que a lo que son: humanos que han nacido y crecido con el apocalipsis ya instalado.
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