El locurón japonés de este año no tiene rival y es mayúsculo: Why don't you play in Hell de Sion Sono, un festival de violencia pop y una bacanal zinéfaga que engoriló como nunca a los espectadores reunidos en el cine Prado. Alocada historia sobre la alianza entre un grupo de fracasados cineastas de guerrilla y una trasnochada banda de yakuzas, es una gozosa inmersión en el delirio que se atiborra tanto del cine japonés de género y serie bé como de las copias tarantinianas que lo regurgitan. Pantagruélica en el guiño y en el uso de bandas sonoras ajenas, toda descripción entusiasta que pueda escribir aquí no le hace justicia. En cierta forma, esto es el Holy Motors del cine japonés, y poca broma al respecto, porque con toda su sangre y delirio esconde una declaración de amor y pasión por el cine pocas veces expresada, en un cóctel imposible que aúna a Godard con las japonesitas con katana y minifalda. La única pega que podría ponerle es que tras una frenética media hora inicial, luego decae un rato hasta que enfila un clímax sin tregua alguna.
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20.10.13
CRÓNICAS DE SITGES 2013 (XXI): WHY DON'T YOU PLAY IN HELL
El locurón japonés de este año no tiene rival y es mayúsculo: Why don't you play in Hell de Sion Sono, un festival de violencia pop y una bacanal zinéfaga que engoriló como nunca a los espectadores reunidos en el cine Prado. Alocada historia sobre la alianza entre un grupo de fracasados cineastas de guerrilla y una trasnochada banda de yakuzas, es una gozosa inmersión en el delirio que se atiborra tanto del cine japonés de género y serie bé como de las copias tarantinianas que lo regurgitan. Pantagruélica en el guiño y en el uso de bandas sonoras ajenas, toda descripción entusiasta que pueda escribir aquí no le hace justicia. En cierta forma, esto es el Holy Motors del cine japonés, y poca broma al respecto, porque con toda su sangre y delirio esconde una declaración de amor y pasión por el cine pocas veces expresada, en un cóctel imposible que aúna a Godard con las japonesitas con katana y minifalda. La única pega que podría ponerle es que tras una frenética media hora inicial, luego decae un rato hasta que enfila un clímax sin tregua alguna.
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