Los directores de Amer dan un paso más en su obsesión por el giallo italiano. El resultado es un ejercicio de estilo muy experimental y radical e igual soy el único al que le ha gustado la propuesta. Me gusta porque es un arriesgado ejercicio de alquimia que despoja las esencias del giallo y las arroja sin contemplaciones de manera del todo abstracta. El giallo, que en realidad ya tenía mucho de abstracción, convertido en una experiencia sensorial extrema y estridente (muy estridente): la mano enguantada, el filo del cuchillo, espejos que desdoblan el rostro, vidrieras modernistas, memorias que han de ser reconstruidas, edificios con puertas secretas, muros oscuros, habitaciones con viejas, mujeres asesinas, dobles y triples pantallas, fetichismo sexual. Todos esos elementos repetidos en loops a los que regresa una y otra vez en un scratch montado sobre Suspiria o Rojo Oscuro. Reconozco que tiene mucho de epatante ejercicio de estilo, pero acude a una estética que siempre me ha seducido visualmente y que aquí está llevada al extremo y sin ninguna concesión.
Soy yo o el cartel recuerda a los de Drouillet para Jean Rollin?
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