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31.10.11
LOS MONSTRUOS SON BUENOS PARA MIS HIJOS
En el número 35 (1965) del mítico magazine Famous Monsters of Filmland se publicó una carta escrita por la Sra. Terri Pinckard en la que afirmaba con pasión que los monstruos eran buenos para sus hijos. Madre de cuatro hijos, no sólo escribía que no le parecía mal que sus retoños leyeran revistas como Famous Monsters, sino que además ella misma les animaba a leerlas. En su carta hablaba de que incluso acercarse a los monstruos de la ficción a edades tempranas era algo sano y beneficioso, que los nños siempre habían sido el público al que iban destinados la mayoría de cuentos y relatos de horror, que todos los niños tenían pesadillas y miedo a la oscuridad vieran o no películas de miedo, y que cuando las pesadillas se convertían en un problema nunca era por culpa de películas, tebeos o cuentos de miedo. De hecho, lo realmente horroroso era el mundo real. Y que por eso, para salvaguardarse de lo verdaderamente horroroso, ella y sus hijos se reunían cada semana ante el televisor para disfrutar de un nuevo episodio de The Twilight Zone.
Esta noche es Halloween y yo me dejo de zarandajas de si es una fiesta impostada o no, pagana o no, de si siempre ha habido tradición de explicar cuentos de miedo la víspera de Todos los Santos. Les digo la verdad: me suda la polla. Acepto Halloween con alegría y lo celebro junto a mis niños, por todo lo alto, casi como si fuera Navidad, porque yo también tengo la certeza de que los monstruos son buenos para mis hijos, así que dejo que se acerquen a ellos.
Les dejo la carta. Me hubiera gustado traducirla pero no he tenido tiempo. Feliz Halloween
Nota: Gracias especiales a Frunobulax. Los scans de este número de Famous Monsters se habían perdido en el insondable archivo ausente y en un plis plás don Fruno me lo ha hecho llegar.
30.10.11
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXXVII) : EL POST ESCOBA LLEGA CON RETRASO
Uno de los spots de Sitges 2011 que se proyectaba antes de las películas, el mejor de todos, mostraba a una pobre mujer que tras levantarse ojerosa y mirarse al espejo, contemplaba a su escuálido esposo en calzoncillos cortase las uñas de los pies. Tan tremenda visión le provocaba una crisis de combustión espontánea, ese fenómeno paranormal tan poco reivindicado pese a su asombrosa naturaleza. A continuación aparecía una acertada afirmación para un festival de cine fantástico: la realidad nos mata. Pues sí, la realidad nos mata, y de qué manera. Tras pasarme diez días en Sitges de sala en sala, de peli en peli, de conversación en conversación, siempre buscando algún hueco para escribir estas mis crónicas, que se conciben urgentes e inmediatas, la fiesta terminó, la terrible y asesina realidad me atrapó y me quedaron unas cuantas crónicas pendientes. Así que toca recuperar el tiempo perdido y, para zanjar el tema de una vez, todas juntas y de golpe.
Una película de zombis cubana a las ocho y media de la mañana. De entrada no parece un gran plan, por mucha curiosidad que despierte el asunto. Pero ahí estoy, duchadito y con un café doble, en peregrinación hacia el cine. Y oigan, lo cierto es que la película me entró suave suave, me reí, pasé un buen rato y se ganó todas mis simpatías. Lo cierto es que dentro del subgénero zombi resulta toda una curiosidad, más por su exotismo que por lo que cuenta, ya que no es más que una versión caribeña y salerosa de Shaun of the Dead, título clave y fundamental en el actual y prolongado renacer de los muertos que andan. En Juan de los muertos la infección zombi llega a La Habana, pero, como dice su protagonista, el resultado no altera demasiado en lugar, que está igual de siempre. La peli alterna el humor negro con el humor grueso de raíz cubana, mientras se permite los habituales chascarrillos sobre la situación social y política de Cuba, algo que puede sorprender a quien piense que allí no se puede hacer humor sobre eso. Pues no sólo se puede, sino que se puede jugar a la metáfora zombi, esa ficción subcultural tan propia del siglo XXI y del post 11-S. También es una película que está muy bien hecha, con una factura para nada cutre o barata, que es algo que se podía temer, y que tiene la virtud de que cuando las peripecias del grupo de supervivientes pícaros y truhanes empiezan a resultar repetitivas se acaban, y encima con unos excelentes títulos de crédito animados. Vamos, que como curiosidad zombi, ésta merece nuestra atención, simpatía y amor.
En una mañana de tintes hispanoamericanos, tras el desparpajo cubano nos llegó una ración de claustrofobia y depresión colombianas (en coproducción con Argentina y España). No negaré que la película tiene buenas intenciones y una esforzada labor de dirección, y que busca crear desespero, malestar y claustrofobia, pero deja tan pocos resquicios de aire y se excede tanto en la repetición de gritos y primeros planos que acaba por cansar, y mucho, al menos ese fue su efecto en mi maltrecha condición de espectador cinéfago en pleno atracón festivalero, a esas alturas bastante fatigado. Además, la historia de un grupo de soldados sitiados en una trinchera envuelta por la niebla que, ante la amenaza de una posible bruja que ha liquidado a los anteriores ocupantes, empiezan a deslizarse por los abismos de la locura para acabar matándose entre ellos víctimas de sus demonios interiores, los propios de unos soldados envueltos en un cruento conflicto bélico... esa historia, como digo, aquí en Sitges, en la última década la hemos visto ya un par de veces, y siempre con el mismo resultado, aburrimiento incómodo. La variación, en este caso, es que el conflicto es la lucha contra la guerrilla colombiana y, por tanto, tiene una carga de denuncia social que va más allá del mensaje antibelicista ambientado en una guerra mundial ya pasada. Además de referenciar a la Bruja de Blair sin ser, en este caso, una pieza de falsa telerealidad.
La falsa telerrealidad, de hecho, estaba a la vuelta de la esquina con una destacable producción noruega. Un equipo de reporteros en busca de cazadores furtivos de osos topa con otra cosa muy distinta, un funcionario encargado de evitar que los Trolls que pueblan los bosques nórdicos sigan allí, sin los límites forestales. O lo que es lo mismo, los trolls existen, comen carne humana si pueden (especialmente si es católica) y una agencia gubernamental secreta se encarga de controlarlos y exterminarlos si es necesario. Dentro del género de la falsa telerealidad resulta una pieza a tener en cuenta por lo inverosímil de su propuesta, por ir al grano y por su sentido del humor, virtudes nada despreciables en un formato narrativo tan contemporáneo como concurrido.
A ver cómo enfoco esto, ya que Antonio Trashorras es amigo y su película debut tiene buenas intenciones y numerosos guiños al cine que me gusta. Las buenas intenciones son evidentes: estética eurotrash, iluminación a la Bava (más Lamberto que Mario) y un guión que va girando la tuerca hacia la sorpresa final. Y a eso añadan los títulos de crédito finales más descaradamente pOp que he podido disfrutar en mucho tiempo. También la sombra Brian de Palma corretea por ahí, y no solo por el buen uso de la fragmentación de la pantalla. La película, además, no rehúye el riesgo y asienta buena parte de su trama a partir de un largo diálogo entre sus dos protagonistas (ahí es brillante), y en un marco casi único, una solitaria lavandería automática. Pero hay algo que me falla. Quizá un detalle narrativo que me resultó confuso (la ropa interior ensangrentada que aparece en una lavadora) aunque igual es buscado o yo estaba ya cansado; quizá una falta de erotismo explícito (y más en una peli tan euro-voyeur como ésta) o quizá que el flashback del final me resultó algo ñoño. Aún así, es justo reconocer que la película es un sincero y entregado acto de amor al género de terror y al cine de serie bé que tanto me gusta.
Uno de los platos fuertes, desde el punto de vista mediático y mainstream, seleccionado para la gala de clausura. Es curioso, yo vi The Thing, la de Carpenter, en su estreno en Sitges, inaugurando el certamen de 1982, si no recuerdo mal. Y fue un impacto, claro. Veinte años después nos llega el remake, en forma de precuela, aunque no debemos olvidar que ya la hoy llamada clásica u original era a su vez un remake de la reivindicable y hawksiana El enigma de otro mundo, a la que la nueva también revisita con algún guiño que otro. La película, que ya se ha estrenado, está bien, entretiene, aguanta el tipo e incluso procura un festival de efectos especiales a la vieja usanza, que siempre es de agradecer; pero claro, es que la de Carpenter era muy buena y ahí cualquier batalla o comparación está perdida. Y de hecho es una falsa precuela, porque por mucho que sitúe la historia cronológicamente antes que aquella o que evite fotocopiar alguno de sus mejores momentos, en ocasiones evitándolo con cierta gracia, no deja de ser un remake camuflado que se entrega a los aciertos ajenos, los del clásico del Carpenter.
Quien me iba a decir a mí que el autor de la insufrible Valhalla Rising (hablo por mí, que tiene sus fans) me iba a regalar con su siguiente película tamaño disfrute cinematográfico. Drive, adaptación de una novela de James Sallis de la que todo el mundo me habla bien, es un noir bellísimo e impepinable, un peliculón que me dejó en estado de éxtasis. Parca en palabras, tanto como su protagonista, y excelsa en su narrativa visual, John Tones la definió a la perfección con un mensaje de twitter: “personajes de los setenta, ambientación de los ochenta, intenciones actuales, una maravilla que me atrevo a calificar de ETERNA.” Esta historia de un conductor profesional que se gana la vida trabajando como especialista cinematográfico y que se saca un sobresueldo participando en atracos flota en una extraña languidez, a ritmo de sintetizadores ochenteros, sacudida por conatos de inusitada violencia. Hay una escena que me tiene robado el encéfalo, la del ascensor, aquella en la que inmediatamente tras el esperado beso de amor puro y ñoño se desata un acto de violencia física seca u brutal. Eso es Drive, un brillante juego de contrastes encajado en los códigos genéricos de la serie negra y musicado con canciones como esta. Un gozo absoluto.
Tras Drive, otro thriller contemporáneo de raíces setenteras. La sesión sorpresa menos sorpresa de la historia de Sitges (las pistas dadas en la rueda de prensa de presentación no dejaban dudas) suponía la recuperación de una figura clave del Hollywood de los 70, es decir, de cuando el mainstream se dejó pasear por rincones oscuros justo antes de abrazar el ánimo infantil que hoy lo domina. Hablamos de William Friedkin, que ahora abraza su condición de outsider, de perdedor al margen del sistema, para adaptar una obra de teatro que es un auténtico bofetón a la corrección política. Mala leche, humor negro y provocación. Con estas cartas se gana a un tipo como yo mientras se condena voluntariamente al ostracismo de lo subterráneo. Cuando una película se inicia mostrando el parrús de Gina Gershon, las intenciones están claras. Si luego describe a una familia de palurdos White trash dispuestos al asesinato, sitúa a una deficiente borderline como objeto sexual (que encima es menor) y regala una felación fingida y violenta con un muslo de pollo frito (que quedará por siempre en mi retina), yo se le perdono todo, hasta el exceso de puesta en escena teatral de la que Friedkin no puede escapar.
Me despedí de Sitges con el largometraje ganador de la sección Animat, una película de enorme interés para los aficionados al mejor cómic. El título lo dice todo. Tatsumi es, claro, Totshihiro Tatsumi, uno de los padres del gekiga, movimiento manga que buscaba la historieta para adultos (pero de verdad, porque siempre que se escribe historieta para adultos uno piensa en tebeos de tetas y traseros). La película toma fragmentos de la indispensable autobiografía del genial autor japonés (aquí editada por Astiberri con el título de Una vida errante) y los jalona con la adaptación de media docena de historietas breves, justo aquellas que traspasaron las fronteras del cómic japonés y aterrizaron en las más inquietas revistas de comix de los 80s. Aquí, por ejemplo, se publicaron en El Víbora cuando lo del manga era más una leyenda urbana que otra cosa y Tezuka un absoluto desconocido. Tatsumi, una modesta delicia, no es, curiosamente, un anime japonés sino una coproducción entre Singapur e Indonesia y su animación es bella por humilde, tomando directamente las viñetas de Tatsumi y dándoles vida con ternura y respeto.
DESPEDIDA Y CIERRE
Y esto es todo. A estas alturas los premios ya son cosa pasada. Yo, como siempre, he disfrutado una barbaridad y pone muy contento ver que Sitges es, probablemente, el Festival de cine más popular del mundo. Casi todas las sesiones estaban repletas de un público entregado, y eso no tiene precio. Como atracón de cine, es un maratón físico y mental en la que yo, como espectador, vivo con entusiasmo pese a sufrir etapas de montaña y pájaras diversas. En la recta final me decía que quizá era un Sitges más flojo que otros años y entonces llega Drive y me desdigo y pienso que no, que ha sido un Sitges estupendo aunque quizá algo parco en experiencias extremas. No me quejo y lo comprendo. Con el escándalo serbio del año pasado y con nuevos políticos estrenándose en ayuntamiento y Generalitat, el equipo que ha hecho posible un Sitges tan triunfal hace bien en cubrirse las espaldas.
Como todos los años, la ingente cantidad de películas programadas me obliga a anotar títulos que debo recuperar de inmediato. Es el caso del nuevo Matsumoto (Scabbard Samurai), de la belga Bullhead (con esta me confundí y me metí en Murder Farm), Underwater Love (al parecer la propuesta más extravagante y bizarra), The Woman (sacrificada por fatiga, perdiendo así la oportunidad de participar en la polémica) o el Diamond Flash de Carlos Vermut que me perdí por gilipollas, así lo escribo y así me despido.
JUAN DE LOS MUERTOS
Una película de zombis cubana a las ocho y media de la mañana. De entrada no parece un gran plan, por mucha curiosidad que despierte el asunto. Pero ahí estoy, duchadito y con un café doble, en peregrinación hacia el cine. Y oigan, lo cierto es que la película me entró suave suave, me reí, pasé un buen rato y se ganó todas mis simpatías. Lo cierto es que dentro del subgénero zombi resulta toda una curiosidad, más por su exotismo que por lo que cuenta, ya que no es más que una versión caribeña y salerosa de Shaun of the Dead, título clave y fundamental en el actual y prolongado renacer de los muertos que andan. En Juan de los muertos la infección zombi llega a La Habana, pero, como dice su protagonista, el resultado no altera demasiado en lugar, que está igual de siempre. La peli alterna el humor negro con el humor grueso de raíz cubana, mientras se permite los habituales chascarrillos sobre la situación social y política de Cuba, algo que puede sorprender a quien piense que allí no se puede hacer humor sobre eso. Pues no sólo se puede, sino que se puede jugar a la metáfora zombi, esa ficción subcultural tan propia del siglo XXI y del post 11-S. También es una película que está muy bien hecha, con una factura para nada cutre o barata, que es algo que se podía temer, y que tiene la virtud de que cuando las peripecias del grupo de supervivientes pícaros y truhanes empiezan a resultar repetitivas se acaban, y encima con unos excelentes títulos de crédito animados. Vamos, que como curiosidad zombi, ésta merece nuestra atención, simpatía y amor.
EL PÁRAMO
En una mañana de tintes hispanoamericanos, tras el desparpajo cubano nos llegó una ración de claustrofobia y depresión colombianas (en coproducción con Argentina y España). No negaré que la película tiene buenas intenciones y una esforzada labor de dirección, y que busca crear desespero, malestar y claustrofobia, pero deja tan pocos resquicios de aire y se excede tanto en la repetición de gritos y primeros planos que acaba por cansar, y mucho, al menos ese fue su efecto en mi maltrecha condición de espectador cinéfago en pleno atracón festivalero, a esas alturas bastante fatigado. Además, la historia de un grupo de soldados sitiados en una trinchera envuelta por la niebla que, ante la amenaza de una posible bruja que ha liquidado a los anteriores ocupantes, empiezan a deslizarse por los abismos de la locura para acabar matándose entre ellos víctimas de sus demonios interiores, los propios de unos soldados envueltos en un cruento conflicto bélico... esa historia, como digo, aquí en Sitges, en la última década la hemos visto ya un par de veces, y siempre con el mismo resultado, aburrimiento incómodo. La variación, en este caso, es que el conflicto es la lucha contra la guerrilla colombiana y, por tanto, tiene una carga de denuncia social que va más allá del mensaje antibelicista ambientado en una guerra mundial ya pasada. Además de referenciar a la Bruja de Blair sin ser, en este caso, una pieza de falsa telerealidad.
TROLL HUNTER
La falsa telerrealidad, de hecho, estaba a la vuelta de la esquina con una destacable producción noruega. Un equipo de reporteros en busca de cazadores furtivos de osos topa con otra cosa muy distinta, un funcionario encargado de evitar que los Trolls que pueblan los bosques nórdicos sigan allí, sin los límites forestales. O lo que es lo mismo, los trolls existen, comen carne humana si pueden (especialmente si es católica) y una agencia gubernamental secreta se encarga de controlarlos y exterminarlos si es necesario. Dentro del género de la falsa telerealidad resulta una pieza a tener en cuenta por lo inverosímil de su propuesta, por ir al grano y por su sentido del humor, virtudes nada despreciables en un formato narrativo tan contemporáneo como concurrido.
EL CALLEJÓN
A ver cómo enfoco esto, ya que Antonio Trashorras es amigo y su película debut tiene buenas intenciones y numerosos guiños al cine que me gusta. Las buenas intenciones son evidentes: estética eurotrash, iluminación a la Bava (más Lamberto que Mario) y un guión que va girando la tuerca hacia la sorpresa final. Y a eso añadan los títulos de crédito finales más descaradamente pOp que he podido disfrutar en mucho tiempo. También la sombra Brian de Palma corretea por ahí, y no solo por el buen uso de la fragmentación de la pantalla. La película, además, no rehúye el riesgo y asienta buena parte de su trama a partir de un largo diálogo entre sus dos protagonistas (ahí es brillante), y en un marco casi único, una solitaria lavandería automática. Pero hay algo que me falla. Quizá un detalle narrativo que me resultó confuso (la ropa interior ensangrentada que aparece en una lavadora) aunque igual es buscado o yo estaba ya cansado; quizá una falta de erotismo explícito (y más en una peli tan euro-voyeur como ésta) o quizá que el flashback del final me resultó algo ñoño. Aún así, es justo reconocer que la película es un sincero y entregado acto de amor al género de terror y al cine de serie bé que tanto me gusta.
THE THING
Uno de los platos fuertes, desde el punto de vista mediático y mainstream, seleccionado para la gala de clausura. Es curioso, yo vi The Thing, la de Carpenter, en su estreno en Sitges, inaugurando el certamen de 1982, si no recuerdo mal. Y fue un impacto, claro. Veinte años después nos llega el remake, en forma de precuela, aunque no debemos olvidar que ya la hoy llamada clásica u original era a su vez un remake de la reivindicable y hawksiana El enigma de otro mundo, a la que la nueva también revisita con algún guiño que otro. La película, que ya se ha estrenado, está bien, entretiene, aguanta el tipo e incluso procura un festival de efectos especiales a la vieja usanza, que siempre es de agradecer; pero claro, es que la de Carpenter era muy buena y ahí cualquier batalla o comparación está perdida. Y de hecho es una falsa precuela, porque por mucho que sitúe la historia cronológicamente antes que aquella o que evite fotocopiar alguno de sus mejores momentos, en ocasiones evitándolo con cierta gracia, no deja de ser un remake camuflado que se entrega a los aciertos ajenos, los del clásico del Carpenter.
DRIVE
Quien me iba a decir a mí que el autor de la insufrible Valhalla Rising (hablo por mí, que tiene sus fans) me iba a regalar con su siguiente película tamaño disfrute cinematográfico. Drive, adaptación de una novela de James Sallis de la que todo el mundo me habla bien, es un noir bellísimo e impepinable, un peliculón que me dejó en estado de éxtasis. Parca en palabras, tanto como su protagonista, y excelsa en su narrativa visual, John Tones la definió a la perfección con un mensaje de twitter: “personajes de los setenta, ambientación de los ochenta, intenciones actuales, una maravilla que me atrevo a calificar de ETERNA.” Esta historia de un conductor profesional que se gana la vida trabajando como especialista cinematográfico y que se saca un sobresueldo participando en atracos flota en una extraña languidez, a ritmo de sintetizadores ochenteros, sacudida por conatos de inusitada violencia. Hay una escena que me tiene robado el encéfalo, la del ascensor, aquella en la que inmediatamente tras el esperado beso de amor puro y ñoño se desata un acto de violencia física seca u brutal. Eso es Drive, un brillante juego de contrastes encajado en los códigos genéricos de la serie negra y musicado con canciones como esta. Un gozo absoluto.
KILLER JOE
Tras Drive, otro thriller contemporáneo de raíces setenteras. La sesión sorpresa menos sorpresa de la historia de Sitges (las pistas dadas en la rueda de prensa de presentación no dejaban dudas) suponía la recuperación de una figura clave del Hollywood de los 70, es decir, de cuando el mainstream se dejó pasear por rincones oscuros justo antes de abrazar el ánimo infantil que hoy lo domina. Hablamos de William Friedkin, que ahora abraza su condición de outsider, de perdedor al margen del sistema, para adaptar una obra de teatro que es un auténtico bofetón a la corrección política. Mala leche, humor negro y provocación. Con estas cartas se gana a un tipo como yo mientras se condena voluntariamente al ostracismo de lo subterráneo. Cuando una película se inicia mostrando el parrús de Gina Gershon, las intenciones están claras. Si luego describe a una familia de palurdos White trash dispuestos al asesinato, sitúa a una deficiente borderline como objeto sexual (que encima es menor) y regala una felación fingida y violenta con un muslo de pollo frito (que quedará por siempre en mi retina), yo se le perdono todo, hasta el exceso de puesta en escena teatral de la que Friedkin no puede escapar.
TATSUMI
Me despedí de Sitges con el largometraje ganador de la sección Animat, una película de enorme interés para los aficionados al mejor cómic. El título lo dice todo. Tatsumi es, claro, Totshihiro Tatsumi, uno de los padres del gekiga, movimiento manga que buscaba la historieta para adultos (pero de verdad, porque siempre que se escribe historieta para adultos uno piensa en tebeos de tetas y traseros). La película toma fragmentos de la indispensable autobiografía del genial autor japonés (aquí editada por Astiberri con el título de Una vida errante) y los jalona con la adaptación de media docena de historietas breves, justo aquellas que traspasaron las fronteras del cómic japonés y aterrizaron en las más inquietas revistas de comix de los 80s. Aquí, por ejemplo, se publicaron en El Víbora cuando lo del manga era más una leyenda urbana que otra cosa y Tezuka un absoluto desconocido. Tatsumi, una modesta delicia, no es, curiosamente, un anime japonés sino una coproducción entre Singapur e Indonesia y su animación es bella por humilde, tomando directamente las viñetas de Tatsumi y dándoles vida con ternura y respeto.
DESPEDIDA Y CIERRE
Y esto es todo. A estas alturas los premios ya son cosa pasada. Yo, como siempre, he disfrutado una barbaridad y pone muy contento ver que Sitges es, probablemente, el Festival de cine más popular del mundo. Casi todas las sesiones estaban repletas de un público entregado, y eso no tiene precio. Como atracón de cine, es un maratón físico y mental en la que yo, como espectador, vivo con entusiasmo pese a sufrir etapas de montaña y pájaras diversas. En la recta final me decía que quizá era un Sitges más flojo que otros años y entonces llega Drive y me desdigo y pienso que no, que ha sido un Sitges estupendo aunque quizá algo parco en experiencias extremas. No me quejo y lo comprendo. Con el escándalo serbio del año pasado y con nuevos políticos estrenándose en ayuntamiento y Generalitat, el equipo que ha hecho posible un Sitges tan triunfal hace bien en cubrirse las espaldas.
Como todos los años, la ingente cantidad de películas programadas me obliga a anotar títulos que debo recuperar de inmediato. Es el caso del nuevo Matsumoto (Scabbard Samurai), de la belga Bullhead (con esta me confundí y me metí en Murder Farm), Underwater Love (al parecer la propuesta más extravagante y bizarra), The Woman (sacrificada por fatiga, perdiendo así la oportunidad de participar en la polémica) o el Diamond Flash de Carlos Vermut que me perdí por gilipollas, así lo escribo y así me despido.
20.10.11
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXXVI) : GRAVE ENCOUNTERS
Una más de falsa telerrealidad, y no quiero lamentos al respecto. ¿Vale? Aquí estamos por la explotación y el cine de géneros con sus claves y códigos. Así que por pura coherencia poco puedo criticar la repetición de un formato que es barato y que funciona en taquilla. Grave Encounters es una más, y ya llevamos unas cuantas, como bien sabemos los habituales de Sitges, que las acoge con el cariño que merecen. En esta ocasión seguimos a unos cazafantasmas magufos y televisivos en su visita a un enorme manicomio abandonado donde se dice hay fantasmas. Y los hay, claro, y se inicia el carrusel de sustos. Para juzgar este tipo de películas me temo que sólo hay dos vectores: ¿Da miedo? y ¿aporta algo nuevo al subgénero? Vayamos con lo segundo, y la respuesta es que poco. Está muy bien hecha, cierto, y la seguí con interés hasta que un giro en el guión, que quizá funcione a algunos, me alejó de ella; aunque reconozco que la contundencia de algunas escenas la rescatan. Respecto a si da miedo, bueno, pues supongo, aunque ese mismo giro hacia territorios irreales (lo cual no está mal telerrealidad mediante, ahora que lo pienso) me robo parte de la atmósfera. De todas formas, tengo la certeza personal de que todas estas películas con fantasmas dan mucho más canguelo si se ven en por la noche en casa, en soledad, silencio y oscuridad. Ahí si que funciona seguro y uno se ha de levantar a abrir alguna luz para no morir de canguelo.
19.10.11
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXXV) : RED STATE
Bueno, pues como me ha pillado el toro, escribo esto cuando ya se sabe que Red State, la nueva y sorprendente película de Kevin Smith, es la ganadora de Sitges (muy bien acompañada por Attack the Block con esos premios de crítica, público y mención especial del jurado). Nada que decir al respecto. Me parece bien, más allá que la etiqueta de cine fantástico es generosa, pero vamos, Sitges es así y si está en competición y es la que más gusta a quienes deciden el premio, nada que objetar.
Pero vayamos al grano. Red State es Kevin Smith contra todos. Lo cierto que yo le había perdido la pista y el interés al autor de Clerks o Mallrats, así que hay que agradecer que Sitges agite la mano y lo señale, porque me gustó mucho la película, un giro sorprendente en su carrera ya que funciona como crítica de la sociedad borderline, como película de acción y suspense de ritmo endiablado, donde no paran de pasar cosas, pero no deja de ser, en el fondo, una broma tremenda; porque claro, al final reaparece el Kevin Smith que todos conocemos, el de los diálogos brillantes y el dedo en la llaga. Red State, que en cierta manera mira un poco al cine de los Coen, salvando las distancias, empieza como un american gótic con cristianos fundamentalistas puteando al personal (con la sombra del tea party flotando por ahí), prosigue como metáfora de Waco y acaba como una tremenda burla al mundo entero mientras por el camino no muestra piedad alguna con sus personajes. Y a mí estas cosas me encantan. Aplaudí a rabiar.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXXIV) : SECTOR 7
Habiendo petado la taquilla coreana durante el verano y anunciada, en catálogo, como una película que supera a la ya mítica The Host, me planté en el cine más feliz que unas pascuas y me ajusté las dichosas gafas 3d dispuesto a disfrutar del espectáculo, y a la media hora, antes de que saliera el bicho, ya tenía claro que no, que mi gozo en un pozo. Sector 7 es una monster movie absolutamente convencional con bichejo gordo y malo asediando a la tripulación de una plataforma petrolífera en la que una obrera de armas tomar se convertirá en la heroína de la función al más puro Ripley style. A ver, que como peli de monstruos de toda la vida la cosa, vale, funciona por puro ralentí. Y sí, el bicho es majete en su diseño, hay explosiones y acción más o menos molona y el 3D, por una vez, está bien utilizado, y a la vieja usanza cincuentera, pero que vamos, que yo me aburrí lo suyo. Además, está mal explicada, porque el verdadero origen del bicho está narrado de manera patatera y abrupta. Quizá he mitificado mitificado el cine coreano porque nos llegan las joyas, y uno espera esa sorpresa, ese exceso, esa delicatesen visual que aquí nunca llega. También está bien llevarse el disgusto, porque significa que en Corea, como en Logroño, no todo el monte es orégano. Y luego está la comparación tan desafortunada con The Host, porque aquella si aportaba renovación y frescura al género del bicho chungo, y ésta, en cambio, es lo de siempre y a traición, que es lo que duele.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXXIII) : POULET AUX PRUNES
Pues oigan, qué bien lo de Satrapi y Paronnaud (como autor de cómics más conocido como Winshluss). Yo no las tenía todas conmigo, y a las ocho y media de la mañana entre en la sala entre temeroso y desganado. A ver, Persépolis es una gran novela gráfica, capital para entender el fenómeno, y la película no estaba nada mal. Pero con Pollo con ciruelas, que como cómic me gusta bastante (pero menos que Bordados), no sé, pensaba que no iba a funcionar, y más cuando la pareja de directores renunció a la animación tras una experiencia, la de Persépolis, que tildaron de agotadora. Así dudaba yo y casi sin darme cuenta me zampé la película bien, con alegría, mirando como jugaban a introducir pequeños guiños a la narrativa gráfica en plan Sin City de la Nouvelle Bedé, afrancesado y de andar por casa. Bueno, exagero, pero que la peli bien, vamos, bonita y tal. Encandiló a algunos de esos críticos seriotes de toda la vida, por cierto.
VIERNES 21 DE OCTUBRE: FIN DEL MUNDO Y TRASH ENTRE AMIGOS
"Un gran terremoto sacudirá la tierra. Las tumbas se abrirán y los restos de las personas que murieron como verdaderos creyentes resucitarán e irán al cielo. Los cuerpos de los que no se salvarán serán lanzados sobre estiércol y arena, y sus restos serán comidos por los gusanos y los animales".Lo dice Harold Camping, el fundamentalista cristiano que lleva dando la tabarra todo el 2011, primero avisando para el pasado 21 de mayo y luego matizando que se prolongaría durante seis meses. Pues ahora parece que sí, que por fin, que el próximo viernes 21 de octubre se produce el Apocalipsis. Quizá por ello el Canal SyFy, dentro del marco del Festival de Series, os invita a disfrutar de un nuevo Trash entre Amigos en Madrid, prosiguiendo una colaboración que tuvo su momento cumbre con el ya mítico pase de Megapiraña en Valencia. En esta ocasión podremos disfrutar de Megashark versus Crocosaurus, otra producción monstruosa de The Asylum, esa compañía que me ha devuelto la esperanza en el cine. Más datos, aquí. ¡Qué mejor forma para celebrar el Apocalipsis!
17.10.11
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXXII) : BURKE AND HARE
Uno le había perdido la pista a John Landis, así que lo mejor de Burke And Hare quizá sea su regreso. Landis hace mucho que no era aquel tipo que firmó algunas de mis películas favoritas (Blues Brothers, Desmadre a la Americana, Made in USA, Un hombre lobo americano en Londres) a las que antaño acudía una y otra vez. Tanto que uno guarda los obligados respecto y gratitud y se alegra de verle al mando de una comedia negra bien hecha y con unas cuantas risas garantizadas. Su humor, quizá, ha envejecido, pero hay algo muy valiente en seguir facturando risas de los 80s en pleno siglo XXI. Burke and Hare toma la historia célebre y real de una pareja de suministradores de cadáveres al servicio de la ciencia. Ejem. La misma historia que inspiró a Robert Louis Stevenson para su cuento Ladrón de cadáveres (también adaptada con Bela Lugosi y Boris Karloff) y que ya fue llevada al cine en una masterpiece descomunal: La carne y el demonio (The flesh and the fiends; John Gilling, 1960). Landis aporta su sentido del gag, toneladas de humor negro, una estupenda recreación de la Edimburgo del siglo XVIII, simpáticos cameos, una de sus marcas de fábrica (Ray Harryhausen, Christopher Lee, Costa Gavras) y un estupendo dueto protagonista con Simon Pegg y Andy Serkis. Más que visible y disfrutable, ciertamente.
16.10.11
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXXI) : THE RAID
Señores, esto es el festival de hostias como panes que el cine del siglo XXI estaba pidiendo a gritos (de auxilio) desde hace años. Esto es una cosa que no tiene nombre y un espectáculo superlativo pese a su condición de serie bé llegada de Indonesia. Un comando policial en plena operación antidroga queda atrapado en un complejo de viviendas en donde todos los vecinos iran a por ellos con la promesa de un alquiler gratuito para toda la vida (una idea muy zombi). A partir de aquí, tiros, explosiones, machetazos, cuchilladas, destrucción de todo mobiliario, columnas vertebrales que se aplastan, nucas que revientan, codazos, cabezazos. Yo que sé, es un no parar que puso el cine patas arriba como si aquello fuera la final del mundial. Yo mismo no pude aguantar más y grité "Esto es cine y no melancolia". Impresionante e imprescindible. La lista de stunts eternizó los títulos de crédito, y la de heridos durante el rodaje prefiero no saberla. Les dejo el tráiler, que ni siquiera hace justicia al festival de hostias definitivo.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXX) : LIVIDE
Hace unos años Julien Maury y Alexandre Bustillo triunfaron en Sitges con A l’interieur, aquel peculiar cuento de brujas que secuestran niños, o algo parecido. Así que había muchas ganas ante su regreso, Livide, que no fue muy bien recibido pero que yo aplaudo con cierta timidez, más que nada porque se le puede poner algún pero argumental. Del exceso no me quejo, que aquí estamos siempre dispuestos a ello. Pero oigan, Livide merece verse porque su poderío visual para los amantes del horror está ahí, que la cosa es un placer porque hay de todo: brujas decrépitas y marchitas, niñas con tutú ensangrentado que basculan entre lo zombi y lo vampírico, seres disecados que funcionan con artilugios de relojería y neblinas irreales que todo lo invaden. Por haber, hay una de las más bellas interpretaciones de la mesa de té y pastas que reunía al Sombrerero Loco, la Liebre de Marzo y el Lirón en Alicia en el País de las Maravillas. Porque, en cierta manera, en Livide está todo el fantaterror europeo, está Suspiria, está Jean Ray y está Jean Rollin, y demuestra una cosa: que en esto del nuevo horror francés ultraviolento Maury y Bustillo van por libre y que lo suyo es otra cosa.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXIX): EXTRATERRESTRE
A ver, soy amigo de Nacho Vigalondo, un tipo encantador además de creador hiperactivo. Lo señalo porque como mi entusiasmo ante su nueva película, tras la estupenda Los cronocrímenes, es evidente y notorio, quizá alguno de ustedes dude de mi sinceridad o crea conveniente añadir un filtro a mi opinión. Pero oigan, es que disfruté como un loco y me reí como un poseso (bueno, toda la platea lo hacía). La película, que con la excusa de una invasión extraterrestre plantea un original enredo de comedia romántica, está llena de virtudes y carece de defectos. Hay un montón de guiños al género, que van desde tópicos clásicos de la sci-fi a elementos más recientes como las conspiranoias, pero también propone un romance a cuatro bandas (vecino voyeur incluido) y gags enormes. El guión es perfecto y el casting más, y eso engrandece una película de extraterrestres y caos sin apenas ni lo uno ni lo otro. El apocalipsis va por dentro, y esta vez, por fin, de verdad y con frescura. Por eso el público de Sitges 2011 se rindió a sus pies.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXVIII): REVENGE: A LOVE STORY
Una de las razones que hacen de Sitges un gran disfrute cinéfilo es la selección de títulos orientales, así que uno tiene la buena costumbre de saltarse cosas de la sección oficial para meterse en El Retiro y siempre acaba por ser la decisión correcta. La china Revenge a love story se inicia con una brutal venganza y luego retrocede para explicarnos el drama que hay tras ella. Es curioso, porque uno empieza al lado de la ley y odiando al asesino (abyecto en sus acciones) para luego, tras conocer la historia, ponerse de su lado por atroz que haya sido su comportamiento. Este cuestionamiento moral que se arroja al espectador hace grande a un filme de contundente violencia, fragmentado en capítulos de hermosos títulos, con un plano de accidente automovilístico bello como pocos y un final propio del exceso oriental, tan propio como esa actitud casi de deleite ante la violencia y la venganza. Al final me entrego al aplauso junto al resto de la sala y pese a que la copia proyectada parecía casi un pixelado ripeo ilegal.
CRÓNICAS DE SITGES (XXVII): TWIXT
Uno de los nombres propios que daban relumbrón a Sitges 2011 era Francis Ford Coppola y su aproximación al terror fantástico 3D mediante. Bueno, de 3D poco, pues apenas eran un par de secuencias de pocos minutos dentro de una amalgama de experimentación visual bastante maja para un cuento de terror que, por desgracia, hubiera ganado enteros de ser narrado de manera más convencional, mira tu por donde. Una especie de Stephen King en decadencia visita un pueblo azotado por fantasmas del pasado (un crimen múltiple de infantes) y psicópatas que creen cazar vampiros. El alcohol y espíritu de Poe guiarán al escritor hacia la resolución de ambos enigmas, pero todo de manera muy desordenada pero dejando por ahí imágenes de bello fantastique y aguna buena reflexión sobre las claves del terror, entre ellas la muerte de la belleza que justifica liquidar jovencitas góticas. La cosa es fallida, cierto, y uno casi tiene la sensación de encontrarse frente a una especie de cuento de Halloween exclusivamente destinado a que los bachilleres escriban redacciones tras su visionado. Coppola está viejecito, mecachis.
14.10.11
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXVI): MELANCHOLIA
No es la primera vez que lo escribo, pero vaya por delante que Lars Von Trier me parece un simpático hijo de puta. De hecho, en sus películas, tan alejadas del cine que suele aparecer por aquí, percibo a uno de los grandes humoristas cabrones. Su Melancholia no aporta sorpresas al respecto. Dividida en dos partes, la primera es el Lars Von Trier de toda la vida sacando a relucir las miserias de una familia ultrapija durante la celebración de una boda. La segunda aporta una cierta ruptura, la del fin del mundo, al mostrarnos ese Apocalipsis pijo, que previamente iba por dentro (el apocalipsis interior, concepto importante en Sitges 2011) con momentos de un preciosismo visual que lo acercaba a la vieja Europa que triunfo en Sitges hace ya sus décadas. Silencio absoluto durante la proyección y bravos al final. Los fans son así. Da igual que sea Lars Von Trier que Isabel Pantoja. Uno se levanta y grita bravo. Por cierto, la película tiene un mensaje cristalino: llegado el cataclismo final, los depresivos recobrarán la entereza mientras que los que tocamos con los pies en el suelo nos pondremos de los nervios.
CRÓNICAS DE SITGES (XXV): EMERGO
William Castle, uno de los reyes de a serie bé de los 50s, se hizo célebre por sus gimmicks, trucos de feria que tenían por objeto atraer a los espectadores con la promesa de una experiencia que iba más allá de la simple exhibición de una película. Uno de los más conocidos fue el bautizado como emergo, un esqueleto que atravesaba el techo de la sala colgado de una cuerda que amenizaba los pases de The House of the Haunted Hill. El dato revela a quienes lo conocían las intenciones de Carles Torrens y Rodrigo Cortés con su Emergo, estrenado en Sitges. La peli no es otra cosa que un nuevo relato con forma de reality sobre la visita de unos cazafantasmas profesionales a la casa de una familia asediada por fantasmas. Es un buen cuento de fantasmas, con sus buenos momentos, sus sustos, un excelente trato de lo paranormal, muy bien hecha en un espacio físico muy reducido pero con un problema. Al principio hablaba de atracciones de feria y esta es una, el tren de la bruja, pero el recorrido es el de siempre, sin variaciones. La presencia de Rodrigo Cortes (Buried) como guionista también prometía un plus que no llega, pese a la tremenda corrección final. También es posible que vista en soledad, por la noche, en casa y a oscuras, inquiete lo suyo.
13.10.11
CRÓNICAS DE SITGES (XXIV): THE MOTH DIARIES
La directora de American Psycho regresa a Sitges con un cuento de miedo bastante canónico en su punto de partida: adolescencia traumada (por el suicidio del padre), internado femenino y espectro vampírico suelto. Las intenciones son buenas y no negaré que seguí bien la proyección e incluso despertó mis simpatías, pero es muy poca cosa, probablemente porque el público al que va dirigido es adolescente y femenino, y aunque se dota de pinceladas de poética fantástica y atmósfera gótica, los subrayados son de brocha gorda y menstruante. Para que me entiendan: se sugiere vampirismo lésbico y la escena siguiente se habla de Carmilla. Luego comentan Drácula y se presenta a la amiga vampirizada como Lucy mientras el presunto espectro luce Bloch como apellido. Vale, son guiños, pero es todo muy básico y cierra mal las dos historias paralelas que le dan estructura, por no hablar de los penosos flashbacks en blanco y negro. En fin, pasemos página y quedemonos con la presencia de Lily Cole.
CRÓNICAS DE SITGES (XXIII): BELLFLOWER
Tras dos películas de más de 120 cada una (Yelow Sea y Hara Kiri), entro bastante agotado a Bellflower, que se anuncia como candidata a título de culto. Unos jóvenes admiradores de Mad Max andan construyendo un lanzallamas para cuando legue el fin del mundo quemar su barrio. Son jóvenes yanquis borrachos y repulsivo que se van de juerga, se enamoran y se desengañan. Me causan tanto repelús y conecto tan poco que decido declarar mi huida de la sala a media proyección teniendo claro que el prometido fin del mundo va a ser más bien un Apocalipsis interior, un nuevo concepto al que habremos de acostumbrarnos. Luego me confirman que sí, que el Apocalipsis va por dentro. La mayoría repudia la película pero algunos afirman que es lo mejor del festival. Iba a escribir “algunos iluminados” pero me autocensuro: al fin y al cabo no vi terminar la peli y sería una falta de respeto.
11.10.11
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXII): HARA-KIRI
Uno de los títulos más esperados, sin duda, a cargo de un hijo predilecto de Sitges como es Takashi Miike. El público ha salido entusiasmado con este condundente, sobrio y demoledor drama de samurais, y es cosa justa, pero no está de más ejercer de abogado del diablo y recordar que no es más y si algo menos que el original de 1962, una de las películas más buenas que he visto nunca, como bien escribí hace tiempo por aquí. El remake de Miike no es más porque sigue el original paso a paso, sin salirse ni una coma, y es algo menos porque le falta el tono espectral que redondeaba la vieja. A cambio, quizás para paliar la imposibilidad de superar aquel glorioso blanco y negro, se opta por un ejemplo de 3D absurdo. Primero, porque las gafitas son un coñazo, eso es así, y más cuando son innecesarias en un filme de japoneses sentados. Vale, es cierto, la escena final, con la nieve, es espectacular y hermosa, pero llega a las dos horas de película.Pero vamos, al margen de todo eso es un peliculón, claro está.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXI): THE YELLOW SEA
Si se jugara a las apuestas con el cine se programa en Sitges, el coreano aportaría pocos beneficios por su condición de apuesta segura. The Yellow Sea aporta pocas novedades al respecto. Es estupenda. Thriller coral de mafias y asesinatos, la acción va aumentado poco a poco hasta alcanzar esas dosis de exceso que yo tanto alabo, además, demuestra algunas cosas. La primera, que cuando veas a un coreano pillar un martillo has de salir corriendo por patas. La segunda, que su director, responsable de The Chaser, rueda unos accidentes automovilísticos cojonudos. La tercera, que los coreanos son más listos que nosotros, porque las tramas siempre son complejas y nada mascadas. En esta misma, por ejemplo, hay un detalle al final que no acabo de entender y que me obligará a meditar para acabar de cerrar cabos. También hay un elemento de contexto social que se nos escapa. Lo del océano amarillo del título arroja algo de luz a una trama que enfrenta a un pobre miembro de una etnia repartida entre china y Corea del Norte, un grupo de mafiosos chinos vulgares y salvajes y otro clan de origen surcoreano de aspecto más elegante pero tan hija de puta como cualquier banda de crimen organizado. Como apunte personal, anotar que no faltan las clásicas collejas del cine coreano.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XX): HELL
No se oyen cosas buenas sobre esta película alemana, así que me veo en la obligación de romper una lanza a su favor por su condición de honesta serie bé. Es cierto que no es nada original, pero hay respeto por los códigos del subgénero de supervivencia tras el Apocalípsis y, sobre todo, reverencia por clásicos como La Matanza de Texas. El resultado es un híbrido entre ambas. Las tormentas solares han convertido el planeta en un páramo desolado en el que es imposible viajar de día (Hell, en alemán, también significa resplandor). Un grupo de supervivientes que busca huir a las montañas se topará con la típica familia chunga. Es modesta y escasamente original pero hay honestidad y amor por el género, así que por mi parte todo aceptable en esta aportación germánica al cabrón del campo enfurecido tras el fin del mundo.
10.10.11
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XIX): THE SORCERER AND THE WHITE SNAKE
Decepción total. Una de mis debilidades siempre han sido las pelis de chinos voladores, así que entré a la sala prometiéndomelas muy felices y aún con el gran regusto que el Mr. Dee de Tsui Hark me dejó el año pasado. Pero mi gozo acabó en un pozo. En The Sorcerer and the white Snake, cuento de monjes tibetanos que luchan contra demonios y diosas serpientes que se enamoran de humanos, el almíbar rosa toma posesión del asunto en desmesura. Además, se traiciona estilo y tradición sacrificando efectos de cable y otras lindezas de toda la vida por una saturación de efectos digitales y cromas realizados al estilo occidental. Mal, muy mal. La presencia de unos animalitos (una ratita, una tortugita) digitalizados en pos de un efecto Disney se me atragantó bastante. Al menos me conformo porque la sesión se abrió con la entrega de un premio honorífico al maestro Ching Siu-tung. Poca broma.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XVIII): SMUGGLER
Si la adaptación de Gantz me deja un poco frío, la de Smuggler, un manga que por otro lado no conozco, me hace salir del cine contento y refrescado. La cosa gira alrededor de un chaval que para pagar sus deudas con la mafia de los tragaperras debe aceptar un trabajo muy especial, ayudar a un tipo cuya misión consiste en hacer desaparecer los cadáveres que las trifulcas del crimen organizado deja a su paso. Eso, claro, lo inmiscuye en el conflicto interno de un clan yakuza y dos asesinos muy peculiares contratados para liquidar al jefe. La cosa es un desmelene de acción, humor y locura. Con escenas de esas que hacen aplaudir la platea de El Retiro. Yo soy uno de los que aplaude. Además, la conexión tarantiniana enriquece la función no sólo porque los protas emulen al Sr. Lobo, también por la fragmentación en capítulos, una escena de tortura y, sobre todo, porque su director fue el encargado de la secuencia animada de Kill Bill.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XVII): GANTZ
Gantz, el manga (aquí editado por Glénat), es un delirio brutal, una de esas bizarradas orientales que abruman por su locura. La película, que no es de animación, no consigue ni de lejos ese tono, en parte porque me temo han querido domesticarlo para acercarlo a un público adolescente sin resultar inquietante. Encima, me aburría en las escenas que funcionan como interludio entre combate y combate. Así que poco más hay que añadir, más allá de que no creo que me acerque a la continuación (también programada) o de destacar el combate con un robot alienígena amigo de su transistor de radio.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XVI): ANOTHER EARTH
Sin haber podido dormir lo aconsejable, me meto entre pecho y espalda, a las 8:30 de la mañana, una de las aportaciones indies de Sitges 2011, la consabida ración de listillos de Sundance que casi siempre se me atragantan. No es el caso, pero casi, y si hago el esfuerzo es porque luego estas películas ganan premios y uno se queda sin nada que decir. Another Earth es un dramón de tomo y lomo. Una joven provoca un accidente en el que mueren la esposa y el hijo de un tipo que era feliz hasta ese momento. Tras salir de la cárcel, la chica le buscará e intentará hacer más feliz su vida sin confesar nunca la cruda realidad. Como ven, una cosa muy de Estrenos TV si no fuera por su coartada sci-fi, porque paralelamente al tremebundo drama resulta que en el cielo ha aparecido un nuevo planeta, una réplica y reflejo del nuestro. Todo para aportar más metafísica indie. Aún así, debo reconocer que no me produce la esperada dentera y que sigo con algo de interés y poco entusiasmo el relato. Y sí, la cosa podría mojar en el palmarés a poco que el jurado tenga el día tonto. Eso sí, que conste en acta que el uso del elemento fantacientífico no me parece honesto, sino una coartada artie.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XV): SEX AND ZEN 3D
Salgo de The Divide y recorro el trecho que lleva de la sala El Retiro al Auditori a paso ligero para llegar por los pelos al momento en que empieza la oportuna maratón golfa que se inicia con Sex and Zen 3D. Las prisas tampoco es que estén muy justificadas, más allá de ver una película erótica en 3D. Bueno, dicho así, es cierto, estaban justificadas. El problema es que entro con las luces recién apagadas, debo sentarme al fondo de la sala, en la última fila, y leer los subtítulos electrónicos con las gafas 3D me resulta imposible, y eso que mi buena vista es legendaria pese a la edad. Eso y el cansancio acumulado (he visto la primera peli a las 8:30 de la mañana y ahora son las 2 de la madrugada) harán que decida retirarme antes de tiempo. La curiosidad estaba saciada. La película es como las dos anteriores, que tienen ya unos veinte años (y que también vi en Sitges), una simpática adaptación de cuentos eróticos chinos con elementos fantásticos, una especie de Mil y una noches con tetitas, fantasías chinas y kamasutras. Sobre el uso del 3D, pues simpáticos: un pezón casi rozó mi cara y todo.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XIV): THE DIVIDE
Primera de las aportaciones de la cosecha 2011 de la corriente del horror oscuro francés, que de nuevo reincide en esa búsqueda del peor mal rollo posible. The Divide es aburrida para unos, gozosamente abyecta para otros, me decanto más hacia los segundos. Algo está claro, Xavier Gens, también director de la polémica Frontier(s), tiene difícil que algún día se proponga su nombre para trabajar en una guardería. La historia la conocemos todos: se desata un Apocalipsis nuclear y un dispar grupo de personas va a parar a un refugio donde el obligado encierro desata lo peor de las personas. Como digo, nada nuevo en ese aspecto más allá de un elemento inquietante que el filme no resuelve (y bien que hace), así que la cosa queda en como se resuelve esa espiral de supervivencia chunga y abyecta, y ahí Gens sabe cómo incomodar al espectador y el tema actoral, que es vital, mantiene la tensión. A mi lado una chica lo estaba pasando realmente mal, así que podemos dar por válido el resultado: cine degenerado. ¡Viva!
9.10.11
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XIII): THE UNJUST
Y regreso de nuevo a ese cine coreano que tanto suele gustarme y que se ha convertido en ingrediente indispensable de Sitges. The Unjust es un intenso thriller policial alrededor de la corrupción endémica del país asiático. A partir del caso de un asesino de niños que la policía quiere cerrar cuanto antes se genera el enfrentamiento entre un fiscal pijo y con lazos empresariales y el jefe de una unidad antifraude sobre el que flota la sospecha de corrupción anidado a mafias locales que dan el salto a los negocios financieros. El argumento es complejo y hay que poner todos los sentidos en ella, pero la recompensa merece la pena. El cine coreano se niega a dar las cosas mascadas, y eso es meritorio. El día menos pensado los norteamericanos hacen un remake llano y subrayado. y la nominan a un Oscar. Esto es así. Como anécdota, su director pidió al público que le cantara Cumpleaños feliz a su esposa. La gente que llenaba la sala respondió con la intensidad que merecía el momento.Ah! como es habitual, no falta en la cinta el habitual reparto de collejas.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XII): JANE EYRE
Pocas sorpresas aporta esta cuidada adaptación de Jane Eyre, la célebre novela de Charlotte Brontë, un melodrama victoriano rodado con esa puesta en escena tan propia del cine británico. Como adaptación es muy buena y comopelícula, es lo que es, nada que objetar, o sí. No supera a la adapatción más clásica, la de 1944 con Joan Fontaine y Orson Welles, en parte porque aquella utilizaba el secreto que oculta la mansión como un elemento de terror y suspense de raíces tremendamente góticas, aquí en cambio se desprecia bastante porque lo que interesa es el drama romántico por encima de todo, gozosamente desmelenado. Una pena. Me gustó mucho la iluminación de las escenas con velas y candelabros, por cierto
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XI): MIENTRAS DUERMES
Escribí pidiendo al cine español un espíritu más coreano y lo primero que veo al día siguiente se aproxima a mis deseos. Mientras duermes de Jaume Balagueró es un filme de alma turbia y oscura sobre la maldad que puede anida en nuestros ámbitos más cotidianos. Aunque es cierto que no todo el mundo opina lo mismo, a mí me pareció estupenda. Al margen de un Tosar que se lo come todo, es de recibo aplaudir a Balagueró por su dominio de los espacios físicos cerrados, convirtiendopisos y porterías en un personaje más de la función. De hecho, ahí hay un punto evidente de conexión con REC, e incluso diría más, con ambas ha conseguido hacer visible la maldad oculta que acecha en los pisos de Ensanche barcelonés, en sus porterías, en sus escaleras, en sus habitantes. Una Barcelona espectral más real que la que vendemos en catálogos turísticos.
7.10.11
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (X): EL FUTURO ESTÁ EN COREA
Una reflexión rápida que dejo por aquí y que me ha venido provocada por el visionado de Haunters. Miren, el cine español disfruta en la actualidad de una generación de directores que han sabido y han podido sacar adelante, muy dignamente, proyectos de vocación universal. Son unos cuantos y en tan sólo dos días de Sitges 2011 hemos podido comprobarlo con Eva y con Intruders. Ambas tienen una factura equiparable a muchas películas norteamericanas o británicas. Aplausos. Pero al mismo tiempo ambas adolecen de lo mismo, y es el no ir más allá, explicar historias que ya conocemos y hacerlo de la misma manera que ese cine que hemos tomado como meta. Lo primero no es grave porque no hay demasiadas historias nuevas que contar, lo segundo es un logro. Bravo, lo hemos conseguido, podemos hacerlo igual de bien, ahora toca sorprender, dejarnos con la boca abierta, maravillar y guiarnos por caminos inesperados. Ahora toca hacer cine coreano.
CRÓNICAS DE SITGES 2011 (IX): HAUNTERS
Mi segundo gran disfrute de Sitges 2011 lo he tenido esta tarde con la coreana Haunters. Lo de los coreanos empieza a ser tremendo y esta es otra muestra, y en este caso poco pretenciosa y abocada al entretenimiento. Hay aventura, emoción, acción, humor, de todo, vamos, sin que la cosa decaiga sino todo lo contrario. Si van a verla en breve, les diría que no sigan leyendo para que la disfruten como yo, sin tener ni puta idea de qué iba la cosa.
Tras la advertencia, y si quieren saber más, el nudo de la cuestión, que se traza con gusto y sin prisas, es la existencia de un tipo con superpoderes, en concreto el control mental de las personas a través de su mirada. El tipo es un villano en toda regla y se dedica a cometer atracos sin dejar rastro hasta que un buen día se topa con un pobre infeliz que resulta ser inmune a sus poderes. A partir de ahí la cosa se dispara. Miren ustedes, los americanos llevan ya bastantes años rodando una y otra vez la misma película de superhéroes, lo del cine coreano es otra cosa que pone lo pone todo patas arriba porque deja espacio para la sorpresa, para la imaginación. También es cierto apuntar que la película tiene un referente bastante evidente, El Protegido, que era americana, sí, pero que también supo apartarse de contar una historia de superhombres apartándose del molde común.