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3.9.07
JÓVENES PERDIDOS Y DROGAS MILAGROSAS
He pasado varios días en el infierno. Concretamente un hotel de la Costa Brava completamente abarrotado de autocares de jubilados y todo tipo de turistas (desde el megagrupal sevillano a la pareja de escandinavos). Una dura inmersión en la sociología borderline multitudianria y vacacional. Pagaba la suegra y era, obviamente, una condena familiar. Encima, no había wifi y los cinco minutos de internet cotizaban a euro. Y la palabra infierno hace justicia, aunque entre correría de absencito y correría de la suegra (ese ente vazquiano) yo andaba como drogado por esa fauna celtibérica feliz de asistir a espectáculos flamencos, bailes de los siete velos de andar por casa, orquestas de un sólo hombre organillo y el primario instinto sálvese quien pueda que se apoderaba del bufet libre de comida recalentada y aceitosa. Una experiencia que no puedo dejar de recomendarles. Pero la sorpresa salta en cualquier esquina...
En un rincón del hotel había una biblioteca compuestas de libros supongo que recopilados de la calle. Abandonos culturales que encuentran en la costa ampurdanesa un circuito bastante diferente al de las librerías de segunda mano de una urbe. Además, era evidente que estaban ahí para que la gente los robara sin contemplaciones. Pasé un buen rato escarbando entre las estanterías (Sven Hassel, Guillermo, Los Cataclismos cíclicos de la Tierra, Vázquez Figueroa) preso de mis instintos subculturales primarios (y pensando en mi amigo C. Rancio). Comuniqué su existencia a doña absenta. Al rato regresó con un coño bien grande dibujado en sus bellos labios. Había encontrado un incunable, un tomito recopilando el primer semestre de 1958 de la revista Jóvenes. Como lo oyen, la inencontrable revista juvenil católica de la que poco a poco he ido sacando artículos de increible valor histórico (les recuerdo algunos: robótica lúdica, el puro volador, el laborógrafo, las gallinas del billón de dólares) y la mayoría de las noticias que componen la sección Flash Mundial (tengo en mi poder los números de 1954 y 1955). Mi alegría fue inmensa e inmediatamente subí a la habitación para guardarlo en la maleta. Para celebrarlo, comparto con ustedes uno de los primeros artículos que ha llamado mi atención: La Droga que Cambia la Personalidad.
<span>¿En qué estás pensando...? ALGO PARECIDO PASA CON EL ICE DESPUES DE CONSUMIRLO UN TIEMPO DE CORRIDO.</span>
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