Inicio la edición del Blog Ausente de fin de semana con una obra maestra de la animación. Una maravilla incomparable de visionado imprescindible: la adaptación de El Corazón Delator de Poe que realizó la United Productions of AMerica, más conocida como UPA, en 1953. Insisto en que es una joya inigualable, perfectamente narrada por James Mason, con un estilo gráfico que retoma el expresionismo al mismo tiempo que antecede el inminente goticismo de la Hammer y la etapa Poe de Corman. Por entero experimental, se atreve a jugar a la abstracción gráfica como maquinaria expresiva y tiene los santos cojones de dejarnos 20 segundos sumidos en la negritud porque el personaje está en la negritud. y esa es otra: pocas veces veran un relato tan perfectamente subjetivado como este. Y como cuento de horror funciona a las mil maravillas. Es curioso porque este corto lo vi decenas de veces en mi infancia, emitido por televisión española siempre de improviso y en horario infantil. De hecho, creo que es un recuerdo generacional compartido igualable a aquel mítico pase de Queen of Blood la tarde de un sábado de hace más de treinta años. El inglés que declama Mason es de aquellos para correrse de gusto, pero para evitarles el problema linguístico a los perezosos me he atrevido a traducir el texto y se lo dejo justo debajo del TuTubo. Así no tienen excusa. Disfrútenlo como merece, que es una joya. Por cierto, considerénlo mi pequeña aportación sincrónica a los temendos fastos lovecraftianos que La Petite Claudine anda celebrando hoy.
La película está basada en una historia real relatada hace cien años por el maestro norteamericano del drama y el suspense.
La historia está narrada por un loco, que, como todos nosotros, creía estar cuerdo.
Sí, estoy nervioso.
Terriblemente nervioso.
¿Diríais que estoy loco?
Mirad qué calma, con qué precisión os relato esta historia.
Escuchad. Comienza con el anciano.
Un viejo en una vieja casa.
Un buen hombre, supongo.
Nunca me había hecho daño.
No quería su oro, si es que había oro.
Entonces ¿ qué fue?
Creo...
Creo que fue su ojo.
Sí, ese ojo. Ese ojo. Eso.
Su ojo, observando.
Un lechoso filamento blanco.
El ojo, por todas partes.
Por todas partes y por todo.
Debía dehacerme de él.
Así que esperé.
Observé. Esperé.
Nunca fui muy amable con el viejo.
Lo observaba cada minuto, cada segundo.
Y esperé.
Pero noche tras noche...
...a la hora en que el reloj va más despacio
...abría la puerta del viejo.
El ojo siempre estaba cerrado.
Esperé, durante siete días.
¿ Pensáis que estoy loco?
¿Qué loco podría esperar, tan pacientemente...
... tanto tiempo...
... en la casa del anciano...
... con el viejo y el ojo?
Entonces, en la octava noche, lo supe.
Esa era la noche.
De todas formas, esperé...
...mientras lentamente el tiempo...
...se paraba...
...se consumía.
La manecilla de reloj se movía más rápido que yo.
Entonces...
¿ Qué? ¡ No!
Durante una hora, no moví un músculo.
Podía sentir la Tierra girar.
El ojo.
Podía oír a la araña trepando.
En la casa...
... el sonido sordo de la putrefacción.
Entonces, algo.
Apagado, y sin embargo...
Claro.
Era el latido del corazón del viejo.
Él lo sabía.
Demasiado fuerte para un anciano.
El sonido aumentaba.
Y aumentaba.
Para que todo el mundo lo escuche, lo sepa.
¡Debía pararlo!
Y Entonces se acabó.
El corazón estaba quieto.
El ojo estaba muerto.
Era libre.
Pero todavía había trabajo que hacer.
Reemplacé el parquet tan ingeniosamente...
Ningún ojo, incluso el suyo, podría haber visto algo fuera de lugar.
¿ Tan pronto?
- Los vecinos han oído un grito. Tenemos que investigar.
- ¿ Un grito? El mío, caballeros. Una pesadilla de niño. Pero pasen, por favor. Querrán echar un vistazo.
- Es nuestro deber. ¿Dónde está el anciano?
- Ha ido a la ciudad. Se ha levantado muy temprano esta mañana. La pesadilla de la que les hablé me despertó.
- ¿ Cuándo se fue?
- ¿El viejo? Ayer.
- ¿Cuánto tiempo estará fuera?
- Dos semanas; Quizá más.
- ¡Nada fuera de sitio por aquí!
- Aquí está su cama. Aquí, su armario.
- ¡Todo está en orden!
- Sí, no falta nada. Todo está en orden.
- Todo está en orden. Cuando se hace un informe, no tenemos otra alternativa que...
- ¡Quédense, por favor! Estaba preparando té. Una bebida caliente para contrarrestar el frío. Se sorprendería la gente si supiera el mal que esconde la noche en sus ojos. Pero no los suyos, seguro.
- ¿Qué ha dicho, señor?
- Sí, sí, por supuesto, eI agua caliente. No dañará el parquet. Cuando el viejo está fuera me vuelvo menos cuidadoso.
Entonces lo oí.
Podría haber sido la manecilla de un reloj.
Pero no, más fuerte...
Y más fuerte.
Lo deben de oír,
y sin embargo se sientan y hablan.
Deben de oírlo.
Claro que sí.
Lo saben. Lo saben.
Me están torturando, observando.
Dejándolo latir hasta que yo...
¡Parad! ¡Parad, malditos!
¡Sí! ¡Sí!
¡Lo he hecho!
¡Está ahí, bajo el suelo!
¡ Parad!
¡Es el espantoso latido de su corazón!
Sí, estoy nervioso.
Terriblemente nervioso.
¿Diríais que estoy loco?
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