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11.10.06

SINCRÓNICAS DE SITGES 2006 (XV): BLACK BOOK

"Hacía películas en Holanda y comencé a tener problemas para financiarlas porque decían que hacía cine decadente. Me largué a los EEUU, tuve la oportunidad de rodar un par de grandes éxitos pero, a partir de Showgirls, empecé a tener problemas porque mi cine era decadente. Así que he regresado a Europa para rodar al estilo americano una película sobre la ocupación nazi en Holanda. Por supuesto se trata de un filme decadente". Con estas palabras, más o menos, presentaba ayer el gran Paul Verhoeven su última producción. Verhoeven es siempre grande, muy grande. Pocos directores mainstream han jugado a la provocación coñona como él saliendo victoriosos del asunto. Y en un tipo como él ya era raro que no se hubiera acercado al nazismo-pop y al resistance-pop (porque la Resistencia, con sus chupas de piel, su anarquía y sus reuniones en sótanos planeando grandes golpes al uniformado y pérfido ocupador también es un rato pop). Lo mejor del caso es que Verhoeven es fiel a sí mismo y antes que ponerse a plañir como un pianista coge el tema por donde debe cojerse: por las tetas. Black Book es, antes que nada, pura diversión que nos regala unos nazis malísmos (impresionante Comandante de las SS Gunther Franken) que celebran el cumpleaños de Hitler con toda la, sí, decadencia que merece el asunto y una Resistencia efectuando ataques imposibles al Cuartel General de las SS en Holanda. Y encima tiene los santos cojones de ser inteligéntemente provocador y plantearnos la ambivalencia humana con personajes nazis que no son malos y miembros de la Resistencia que son más tan o más ruínes que su enemigo. Y por encima de todo un pedazo de hembra protagonista, una judía miembro de la resistencia y convertida en Mata hari infiltrada que se pasea a sus anchas entre cruces gamadas, enésimo ejemplo de la grandeza y el ojo clínico de Verhoeven para escoger a sus jamonas y producirnos malos pensamientos. Nos regala con ella un par de morbosidades antológicas mientras el filme avanza a un ritmo trepidante que se decanta, de largo, por la aventura antes que por el drama. Cine de espías, thriller policíaco, un tono aventurero a lo Indiana Jones, sexo, lujuria, nazis con metralletas, el punto justo de desemelene y una película que me hizo pasar un rato divertidísimo. ¡Vive La decadence!

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