Si yo fuera una persona sana en vez de un tipo de salud endeble capaz de estar siete días seguidos a 38 de fiebre, en estos momentos tan tempranos de la mañana estaría entrando en el Auditori de Sitges para ver The Host, la gran producción coreana del año, en la que el director de la genial Memories of Murder se atrave nada más y nada menos que con un kaiju o monster movie. Luego quizás me hubiera visto Tzameti, aunque no puedo garantizarlo. Y a la una, Scanner Darkly, adaptación visualmente potente de una de las mejores novelas de Philip K. Dick. Otra duda sería si entrar a ver la húngara a concurso Taxidermia o hacer la siesta para luego irme al Orient Express a ver Ghost of Mae-Nak (fantasmas tailandeses) y como colofón el documental sobre la lucha libre enmascarada mexicana Tres Caídas. Pero no ha sido así.
Leyendo la prensa veo que El Laberinto de Fauno ha sido acogida con aplausos y ovaciones. Jordi Costa (no se pierdan sus crónicas en El País, compararlas con las del resto de la prensa periódica debería provocar verguenzas varias) llega a considerarla la mejor peli de Del Toro hasta la fecha, También alaba la francesa Ils y la marcianada swordplay Duelist (mierda, otra que quería ver y que ya me he perdido). A Pumares en La Razón también le gusta El Fauno hispano-mexicano pero nada más anota. En resumen, que ayer me perdí tres que probablemente me hubieran gustado y que El Fauno ha triunfado en su pase sitgetano. Dicho esto, me vuelvo a la cama a revolcarme de dolor.
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