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14.8.05

DONDE LAS PUTAS SON ÁNGELES (CON METRALLETAS)

Sin que sirva de precedente, y por segunda vez en pocos días, voy a hablarles de un estreno reciente. Si son ajenos al mundo del cómic quizá crean que el Sin City (tebeo) de Frank Miller es el no va más en narrativa gráfica unánimente aclamado. No es así. La primera novela gráfica (la historia de Marv y Goldie) sí fue aclamada, pero luego muchos han acusado al creador de Born Again de repetirse y generar historias sin demasiada chicha. Sepan que yo me alíneo en los que disfrutan con casi la totalidad de novelas gráficas de Sin City, entre ellas las otras dos adaptadas al cine: Ese cobarde bastardo y La gran Matanza. Miller subjetiviza un ficticio mundo noir de duros perdedores, mujeres fatales, prostitución, violencia y corrupción. Un mundo en que las putas son ángeles con metralletas, el poder (político, religioso) corrompe por naturaleza y por el que pululan (anti)héroes perdedores necesitados de una causa moral a la que aferrarse. En mi opinión recrea la serie negra en un imiginario propio y le añade cosas que son de su gusto: el honor samurai, la violencia desde un punto de vista moral y la estética ninja o del punk postnuclear. Son las cosas que le gustan a Miller de toda la vida (es de lo poco suyo que quedó en sus guiones para las secuelas de Robocop). Y visualmente juega, en Sin City, al contraste de blancos y negros de corte expresionista. A jugar con la narrativa y con la estética aplicada al universo creado. A mí, ya les digo, me gusta.


Bueno, vale... ¿Y la película? Una maravilla. En términos de fidelidad al original es, por ejemplo, áltamente elogiable. Pero al mismo tiempo no olvida que es una adaptación a otro medio. Recurre a la estética del tebeo original y lo respeta sobremanera, pero es cine. Cine del bueno. Plagado de virtudes. Visualmente fascinante; haciendo, por fin, un uso sabio de las tecnologías digitales. Se asume así misma como arriesgada rara avis hasta sus últimas consecuencias y, al mismo tiempo, no pierde de vista al espectador ajeno al tebeo, creo. Y sale triunfante. El guión, por ejemplo, introduce el humor negro en una decisión inteligente. Las novelas gráficas originales carecen de humor y dos horas de ominosa seriedad matarían la película. No hay, tampoco, deseo de epatar, hay pasión contenida y al mismo tiempo explosiva.

¿Obra maestra? ¿Obra de culto? Y yo qué sé. Eso se lo dejo a otros. La película, como todas, tiene sus fallos (algunos congénitos al cine de episodios). Pero son muchos los planos que van a perdurar en mi memoria durante meses. Estoy seguro de ello. Elijah Wood. Benicio del Toro. Mickey Rourke. También las voces. Espero que el doblaje español sea mínimamente correcto, porque en versión original es una joya y parte del esqueleto del filme está ahí, no sólo en lo visual. Y desde luego es la mejor película de Robert Rodriguez, que no es precisamente un director que haya ido por el mundo dándoselas de la gran esperanza autoral de la cinematografía mundial. Más bien al contrario. Quizá de ahí parten algunas críticas que no sepan ver que Sin City es mucho más que un fascinante y violento espectáculo visual.

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