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19.3.05
Extraña poesía
En mi selección para un teórico repoquer de cinematografía zombi debería incluir Dellamorte Dellamore. Y tanto que sí. Hace tiempo que no la recupero pero siempre me pareció estupenda. Y poseedora de un hermoso título masacrado en la edición española. Era, es, un filme lleno de recovecos e imágenes. Y de una extraña poesía. Argh. ¿He dicho ‘extraña poesía’? Vaya expresión cultureta impropia de este Blog Ausente. O no, porque éste si es el caso. Extraña poesía y, sobre todo, surrealismo mediterráneo. La historia de un sufrido guardian de cementerio que todas las noches evita la salida de los muertos al exterior. Y en ese exterior las gentes hacen como si nada pasara. Tamaña obra maestra zombi se basaba en una novela de Tiziano Sclavi. Entre otras muchas cosas, Sclavi también es el creador y guionista de Dylan Dog.
Dylan Dog. Gran personaje de tebeo. La independiente Aleta Ediciones ha retomado la edición de éste y otros héroes de la escudería italiana Bonelli. Ejemplos de tebeos populares de éxito. Al menos en su país de origen. Si las cuentas no me fallan es la tercera colección de Dylan Dog que vemos por estos lares. La primera, de Zinco, no he llegado a verla nunca pero la hubo. La segunda fue de ediciones B. Diez álbumes de tamaño desmesurado para lo que tiene, en origen, un tamaño de novelita pulp. De tebeo de bolsillo. En toda su gloria y esplendor.
De los tebeos que ha sacado Aleta hasta ahora sólo me he comprado el tercero. El único, de momento, con guiones de Sclavi. Por una vez, he ido al grano. Y que el grano es bueno se nota. Creo que este ejemplar resume a la perfección las virtudes del mejor Dylan Dog. Y también alguno de sus defectos (nada graves, creo). Un bonito y ejemplar ejemplo (disculpen) de literatura de vocación barata que es mucho más que eso. Y que ofrece más que simple matarratos para transportes públicos. Como esto último cumple a la perfección, pero permite una generosa segunda lectura. Vamos, que es el ejemplo de tebeo que no hace falta dignificar porque se dignifica el sólo. Así que paso del Eco de las frases promocionales.
Y eso que no soporto nada la presencia de Groucho Marx como ayudante del investigador de lo sobrenatural. Quizá un necesario contrapunto humorístico a la habitual sobriedad de la saga, pero, la verdad, me crispa enormente su presencia. Me crispa pero la entiendo, en parte, vía esa característica de surrealismo mediterráneo presente en Dellamorte Dellamore y, en general, en la obra de Sclavi a la que he tenido acceso (es decir, nada más). Y la entiendo como instrumento de aligerar y descargar contenidos. Dylan Dog es un tipo triste. Y los argumentos de Sclavi tienen mucho de rompecabezas. Y a eso hay que darle mucho brío para que funcione como lo hace. El juego a las referencias también es abrumador. Si ya de entrada todo en él remite al terror fílmico italiano, con el giallo en cabeza, en la aventura del número tres de Aleta predomina La Muerte en la imagen que de ella dio Bergman. En realidad ya uno de los iconos pop de la dama de la guadaña. O no. Que como digo todo tiene, en dylan Dog, su recoveco. Tampoco es la primera vez que acude a la imagen de El séptimo sello, ni siquiera la más evidente (al menos aquí se da un curioso giro). También hay una buena historia sobre mediums seductoras y la magia del que se deja engañar. En algunos momentos incluso diría que juega al metalenguaje. Y bastantes cosas más. Como ven ofrece diferentes niveles de lectura y permite decir cosas rimbombantes como metalenguaje, niveles de lectura o extraña poesía. Pero la virtud es que siendo rico en estas cosas no es más que un tebeo que es más que un tebeo.
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